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España, un país en vías de desarrollo (para el 'crowdfunding')

Cada vez surgen más empresas en España que se dedican a la financiación alternativa, pero su implantación dista de la de Estados Unidos y Reino Unido

Getty Images

Puede ocurrirte como a Steve Jobs o Bill Gates. Entre ambos había una gran rivalidad, pero en lo que coincidieron, más allá del éxito de sus empresas –Apple y Microsoft, por si las desconocías– y de que fueron unos genios que cambiaron el mundo de la informática, es en que contaron con una ayuda económica externa a sus ideas. Fueron emprendedores y convencieron a inversores para hacer realidad sus ideas. Por aquel entonces, nadie hablaba de crowdfunding ni de startups. En pleno siglo XXI, se han convertido en dos elementos esenciales condenados a entenderse. Sin dinero no se desarrollan proyectos; y sin proyectos no hay financiación que valga.

Una idea que a algunos emprendedores les ha venido a la cabeza es comenzar su carrera empresarial apoyándose en una compañía de financiación alternativa. En España hay varios ejemplos, pero no es lo más aconsejable. Así es como lo entiende Roi Villar, uno de los fundadores de Capital Cell, empresa dedicada a la microfinanciación del sector biotech. “No recomendaría que fuera la primera opción para montar una startup. Necesitas cierto apoyo previo porque, en el sector del crowdfunding, es indispensable la confianza. De primeras, es muy difícil que lo tengas. Se consigue con los años”, asegura.

La Universidad de Cambridge elaboró un informe sobre financiación alternativa en el que destacaba el largo camino que le queda a España por recorrer en este sector. Según este estudio de 2015, generó 50 millones de euros. El pasado año, esta forma de financiación crowdfunding superó por primera vez los 100 millones de recaudación en España (hasta 113 millones), según un estudio realizado por Universo Crowdfunding. Esta cifra, a juicio de las plataformas de préstamo, es “muy destacable”, pues no solo supone una importante cantidad, “sino porque indica que seguirá creciendo con fuerza en los próximos años”.

Si se comparan estos datos con el de Reino Unido, donde la cifra superó los 4.300 millones, la diferencia es más que notable. Igual sucede con Estados Unidos, que financia cerca de 19.000 millones a través del crowdfunding. Lejos de los reyes mundiales, los guarismos tampoco son alentadores dentro del contexto europeo. Francia, Suecia, Holanda o Estonia están más familiarizados con este sector y recurren más a él.

19 sociedades en España

En España existen en la actualidad 19 plataformas de financiación participativa (PFP), según consta en los registros de la CNMV. La normativa para crear este tipo de herramientas se lanzó en abril de 2015. Ese mismo año se aprobó la inclusión de La Bolsa Social, la primera aprobada por el regulador. Para poder lanzar una de estas plataformas hace falta con un capital social íntegramente desembolsado en efectivo de al menos 60.000 euros. Las sociedades también deben de disponer de un seguro de responsabilidad civil profesional, un aval u otra garantía equivalente que permita hacer frente a cualquier negligencia, con una cobertura mínima de 300.000 euros por reclamación de daños, y un total de 400.000 euros anuales para todas las reclamaciones. Dentro de las PFP existen varias tipologías. La principal diferencia es si la empresa recibe una inversión en forma de capital o si se beneficia de un préstamo colectivo.

Una imagen clásica de la microfinanciación es ese pequeño proyecto o esa idea más social que necesita fondos y decide recurrir a la multitud para lograr el dinero. Pero hay más modalidades de crowdfunding. También existen versiones de esta idea que, siempre apoyadas en las aportaciones de particulares, las plataformas juntan dinero para destinarlo a inversiones o a préstamos, como si se tratara de un banco tradicional. A diferencia con el primer ejemplo, estas dos últimas, desde mayo de 2015, requieren de un permiso de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Einicia.es ha sido una de las últimas startups en sumarse a este negocio. Hace un año estaban centrados más en el benéfico y sin ánimo de lucro, como la construcción de un orfanato en Sierra Leona. Sin embargo, desde febrero de este año, han ampliado su actividad y ofrecen todos los tipos posibles de crowdfunding. “El sistema financiero que tenemos se interesa poco por ayudar a la inversión de hasta dos millones de euros. Vimos que había esa necesidad y por eso nos aventuramos a aumentar la empresa”, explica María García, directora de proyectos de Enicia.es.

En este ecosistema de préstamo de dinero, los bancos juegan un papel principal. Lejos de entrar en una batalla por los micropréstamos, aunque desde la Asociación Española de Banca (AEB) argumentan que estas nuevas plataformas “no captan depósitos ni tienen experiencia en la gestión del riesgo”, la patronal bancaria apuesta por un entendimiento. “Las plataformas de crowdfunding nos complementan y nos motivan para que todos satisfagamos a los clientes a través de nuevos mecanismos como el digital”, expone José Luis Martínez, portavoz de AEB. Esta idea la secunda Villar, que no duda en admitir que existen firmas financieras cada vez más interesadas en estos métodos experimentales y con un foco diferente.

La crisis y la falta de crédito asestaron un golpe duro a los inicios de la financiación alternativa. Tal y como destaca García, generó reticencia entre quienes necesitaban que invirtieran en su proyecto. Este pesimismo, con el devenir de los años, ha ido desapareciendo poco a poco y ha facilitado la llegada de startups al sector. Como subraya Villar, las rondas de financiación han supuesto un hueco para las nuevas empresas. “Esto no lo cubrían ni bancos ni fondos de inversión. Es una herramienta más para que los emprendedores, en ambos sentidos, puedan escoger. Hay un nicho bastante delimitado”, resume.

La senda para favorecer un crecimiento de las nuevas empresas de crowdfunding parece largo y sinuoso. El informe de la Universidad de Cambridge aporta algunas pistas de por qué a España le está costando despegar. Los cambios en la regulación, la bancarrota de las plataformas y el fraude en las campañas o préstamos son los tres factores que más inciden negativamente en un posible crecimiento del sector. Startups y financiación alternativa han de entenderse. Dos caras de la misma moneda que, ahora mismo, están de canto.

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