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España, líder en Europa... en apertura de datos

La Administración, entre las más avanzadas en apertura de datos, pero, las empresas reclaman mejoras estratégicas

Getty Images

Los huevos de la gallina del sector infomediario español aún no son de oro. Analizar y tratar información del sector público o privado para crear productos de valor añadido es un nicho en boga, como demuestra la dificultad de pasar más de 24 horas sin que alguien diga “big data”. Pero la información no siempre cuelga de las ramas bajas. Y una empresa infomediaria sin datos es Cristóbal Colón en una piscina hinchable.

“Me encantaría darte esta base de datos pero está en un montón de papelitos, guardada en un sótano, en un polígono industrial”. Esta respuesta es el pan de cada día de Antonio Romero, CEO de Datacentric, un negocio cuyo pan depende precisamente de la recopilación, homogeneización, actualización y documentación de bases de datos de origen público y privado. “En general, consumimos todo tipo de información, pero intentamos no meternos en temas donde haya datos personales. Hemos descubierto que éstos y la reutilización no son el mejor de los matrimonios”, añade.

Digitalízame despacio, que tengo prisa

Parte de los problemas los plantean instituciones a medio digitalizar, varadas en el camino que separa los ficheros en un sótano de las bases de datos relacionales en la nube. “España es un país casi privilegiado, comparado con la situación mundial. Hay abundancia de datos, lo que pasa es que es muy irregular. De pronto una comunidad tiene los datos abiertos y la de al lado los vende”, explica Antonio Rodríguez, subdirector adjunto del Centro Nacional de Información Geográfica.

Los encargados de difundir y comercializar los productos cartográficos del Instituto Geográfico Nacional conocen al dedillo las luces y sombras de la integración de las instituciones en una sociedad digital cada vez más capaz de reutilizar conjuntos de datos que antes eran, como mucho, carne de tesis. Hace veinte años, un mapa de España a escala 1:25.000 costaba ocho millones de pesetas de las de entonces, hoy superaría los 75.000 euros. Ahora todo esto es gratuito.

Abrir los datos del IGN no fue fácil, por un lado estaban la voces que clamaban eso de "oiga, pero cómo va a regalar algo que hasta ayer estábamos vendiendo: esto es expoliar un patrimonio del Estado”. Por otro, la simple resistencia al cambio. Los efectos, no obstante, fueron inmediatos. En 2015, la adopción de la política de datos abiertos, disparó las descargas a cotas nunca antes alcanzadas. Un año más tarde, se eliminó la necesidad de registro previa a la descarga y se abrió la posibilidad de descargar más de un fichero a la vez. “En internet cualquier cosa es una barrera y retirarlas facilita muchísimo la difusión”, añade Rodríguez.

Evolución de las descargas del CNIG

Fuente: CNIG

El IGN es un caso de éxito, pero no todo el monte es orégano. Según la evaluación del Portal Europeo de Datos, en España forman el ‘parque de datasets abiertos’ casi 12.000 conjuntos. Sin embargo, el 51% de ellos no encajan en la categoría machine readable, es decir, no son aptos para la lectura automatizada en sistemas de gestión de información. Este detalle es el responsable de que empresas como Datacentric recurran a lo que se conoce business process outsourcing y se concreta en buscar terceros que recopilen, homogeneicen y estructuren, por ejemplo, los ficheros de más de 4.000 ayuntamientos. “Cuando el trabajo no es rentable ni puede hacerse en un ordenador, lo sacamos a centros de trabajo en India, China… Que son muchísimo más baratos y permiten abordar las últimas partes del trabajo”, explica Romero.

La situación es pese a todo favorable, en comparación con otros países de Europa. “Nos encontramos entre los países más avanzados en apertura de datos y aunque queda mucho camino por recorrer, creemos que desde la Administración se está haciendo un esfuerzo por dar a conocer la normativa y provocar que desde distintos organismos se tome conciencia del valor real del sector, algo fundamental para que se comprenda la repercusión que tiene en el mercado”, explica Ignacio Jiménez, presidente de la Asociación Multisectorial de la Información (Asedie). Todas las variables analizadas por el Portal Europeo de Datos sitúan a España por encima de la media Europea, e incluso en puntuaciones máximas. La peor nota la sacamos, eso sí, en el apartado de reutilización de datos.

Open data en España y la UE

Fuente: European Data Portal

En este contexto ha identificado Asedie un centenar de bases de datos “a las que no se tiene acceso o de las que no se dispone en la profundidad y formatos requeridos”, pese a que contienen información clave para la actividad de las empresas infomediarias. “Las bases de datos que solicitamos son muy diversas atendiendo a las necesidades nuestro cliente. Un buen indicador a tener en cuenta en una época de crisis como la que acabamos de atravesar, sería el número de trabajadores en una empresa, que es un dato recogido por las administraciones al que no tenemos acceso, y que no está protegido por ninguna normativa”, explica Jiménez.

Otros datos prohibidos

A este ejemplo añade el CEO de Datacentric los todavía inaccesibles registros de DNI, mudanzas y defunciones. “Mi madre falleció hace 15 años y siguen llamándome para preguntarme por ella, para vender cosas. En todos los países de Europa este registro es público. Y esto es súper útil, porque no puedo pedir un préstamo a nombre de un muerto, le puedo borrar de las campañas de márketing, no molesto a los familiares y mejoro la campaña”, señala. Sin embargo, en estos casos sí hay una normativa en medio. “Son bases de datos que aportarían un valor estratégico al sector y mejorarían los productos, pero su contenido entra en la categoría de datos personales, y sería ilegal difundirlas”, resume Romero.

Donde no manda la protección de datos sí parecen proliferar las iniciativas. A los esfuerzos del IGN se acaba de sumar, por ejemplo, la Biblioteca Nacional de España, con la puesta en marcha del BNElab. Lo que empezó con un esfuerzo en la digitalización de obras para asegurar su preservación es ahora un proyecto de reutilización y apertura de la colección de la biblioteca. “Queremos facilitar la utilización de nuestros datos en todos los sectores. Que se cree algo nuevo, que se recree el patrimonio”, explica la directora de la Biblioteca Nacional de España, Ana Santos. En este marco se están desarrollando videojuegos, reinterpretaciones de recetarios antiguos e iniciativas de crowdfunding para enriquecer los catálogos.

"Desde nuestro punto de vista la Administración debe esforzarse en abrir las bases de datos solicitadas e ir avanzando progresivamente en mejorar el aspecto técnico para que éste no sea un impedimento a la apertura", añade el vicepresidente de Asedie. Cuando el Gobierno de Navarra abrió sus datos geográficos, hubo cien usuarios que se bajaron absolutamente todo, presumiblemente para asegurar el botín ante potenciales cambios de opinión. "Otros, se van bajando archivos para verlos, para probar. Esto potencia muchísimo la investigación", explica Rodríguez. "Y luego están los desarrolladores que se bajan todas las ortofotos del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea (PNOA). Dos teras. Por el gusto de ver si son capaces de gestionarlas".

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