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Celeste Saulo, secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial: “Hay un desacople entre lo que muestra la ciencia y nuestra velocidad de respuesta”

La meteoróloga argentina, primera mujer elegida para el puesto, asumió sus funciones al frente del organismo el pasado 1 de enero

Celeste Saulo
La meteoróloga Celeste Saulo, Secretaria General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en una foto extraída del comunicado de prensa de la organización.WMO
Beatriz Olaizola

Celeste Saulo (Buenos Aires, 59 años) es, desde el 1 enero, la nueva secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). También la primera mujer al frente de un organismo clave en la acción contra el cambio climático. Meteoróloga y directora del Servicio Meteorológico Nacional de Argentina desde 2014, fue nombrada para el puesto por el Congreso Meteorológico Mundial ―órgano vinculado a la ONU y en el que participan los 193 países― en junio del año pasado. Desde su recién estrenado despacho en Ginebra (Suiza), atiende por videollamada EL PAÍS.

Pregunta: ¿En qué punto nos encontramos respecto al cambio climático?

Respuesta: Partimos de un punto de alerta importante, que ya estableció el informe del IPCC del año pasado. Está aumentando el calentamiento global y sin lugar a dudas se debe a la actividad humana: a la explotación de los combustibles fósiles, a la explotación agrícola y el uso de fertilizantes y a los cambios en los usos del suelo. Además, todas las mediciones indican que la concentración de los gases de efecto invernadero continúa en aumento. En palabras del Secretario General de Naciones Unidas, la ventana de oportunidad para tomar acciones es cada vez más pequeña. Esa es la realidad y frente a eso, como ciudadanos globales y con distintos niveles de responsabilidad, tenemos que actuar.

P: Con esa ventana de acción que, como decía, se está empequeñeciendo, ¿qué objetivos fija usted para los próximos cuatro años al frente de la OMM?

R: El rol más importante de esta organización es la provisión de información que le permita a los sectores productivos tomar decisiones respecto de cómo producir de una manera sostenible, asegurando, por supuesto, el acceso a la comida y al agua. Y apoyar con medidas de adaptación, para que con los servicios meteorológicos e hidrológicos, que son quienes ofrecen pronósticos y alertas tempranas, se pueda proteger a las poblaciones, a sus bienes, a sus recursos materiales, a sus fuentes de trabajo.

P: ¿Cómo?

R: Con la provisión de información climática. El monitoreo continuo de cómo está evolucionando la atmósfera es el instrumento que la OMM, apoyando a los servicios meteorológicos e hidrológicos [de cada país], ofrece a los países para que tomen acción. Ya sea acciones a cortísimo plazo, como es actuar ante a un evento extremo que va a ocurrir, o acciones a mediano plazo, como puede ser planificar para un escenario donde, por ejemplo, se ve que el régimen de precipitaciones se está modificando, ya sea a la alza o a la baja.

P: ¿Cuáles que son los principales retos de 2024?

R: La OMM puso como prioridad que todos y todas los ciudadanos del mundo estén cubiertos por los sistemas de alerta temprana. Esto, lamentablemente, no podemos darlo por resuelto. Aproximadamente el 50% de los países no poseen sistemas de alerta temprana. Lo considero una aspiración fundamental y todos tenemos que movilizar recursos para que eso sea posible.

También mantener un sistema de mediciones y monitoreo del estado de la atmósfera, de los océanos, de los hielos, de los ríos, un monitoreo permanente que se tiene que sostener y robustecer. No puedes realmente intervenir o entender qué le está pasando a un sistema complejo como el clima, el agua, el hielo, si no lo mides, si no lo estudias, y si no le das a científicos lo que necesitan para poder entender qué es lo que está pasando. Y, tercero, trabajar directamente con los países. Las decisiones pueden ser tomadas de arriba hacia abajo, pero las cosas pasan en los estados.

P: ¿Y las acciones de los países llegan a tiempo?

R: No y esto no es una opinión. Quiero discriminar las opiniones de los hechos, somos una organización fuertemente técnica, nos manejamos con los números y los números dicen que no. La temperatura está aumentando, las emisiones de gases de invernadero están aumentando. Las acciones que estamos llevando adelante evidentemente no son ni suficientes ni resultan en lo que uno esperaría que se vean reflejadas. Es cierto, sí, que hay compromisos de los países y acciones que se están llevando adelante, sería injusto no reconocerlo, pero son insuficientes. Creo que en este punto no caben dudas.

P: Entonces, ¿vamos en la dirección correcta?

R: Falta acelerar las acciones, efectivizarlas, hay compromisos de país que se enuncian en distintos encuentros, pero luego no se ven reflejados en hechos reales. Hay barreras de todo tipo: de gobernanza, administrativas, políticas. Todavía no estamos haciendo lo que deberíamos estar haciendo y se necesita una mayor celeridad en todos los actores del circuito. Esto implica la toma de decisión, implica la gestión de los fondos, las transiciones justas, de las cuales se han hablado mucho, pero finalmente los fondos que reclaman los países en desarrollo no están llegando, no están siendo efectivos

P: ¿A qué se debe la demora?

R: Creo que es una responsabilidad colectiva, donde cada actor del ciclo tiene que acelerar la parte que le toca del proceso. Todos conocemos y somos conscientes que los organismos como Naciones Unidas tenemos una burocracia propia de la discusión, del debate, del acuerdo, de los consensos, pero luego las cosas empiezan a bajar a niveles más locales y uno encuentra el mismo tipo de trabas o de burocracias. Hay mecanismos que hay que poner en juego para acelerar lo que decimos que queremos acelerar. Veo un desacople entre lo que es evidente que nos muestra la ciencia y nuestra velocidad de respuesta. Tú quieres frenar un vehículo y el freno no te responde, y entonces te haces pregunta: “¿No estoy apretando el pedal lo suficientemente fuerte o es que mis frenos están andando mal?”.

P: En una entrevista el pasado verano, dijo que el sistema climático no reaccionaba de forma lineal. ¿Qué significa?

R: Significa que si tienes el vaso cargado con agua y tiras la mitad, no resuelves el problema de exceso de agua. Lo que a veces cuesta poner en dimensión es que ya tendría que estar disminuyendo la emisión de gases de efecto invernadero para que en 20 años podamos empezar a decir que estamos bajando el calentamiento global. Hay interacciones que aún están por comprenderse, como el derretimiento de los polos, el calentamiento o la acidificación de los océanos. Todavía estamos tratando de entender cómo modificando sólo una cosa, no se va a modificar toda la rueda en su conjunto, porque es un sistema fuertemente no lineal. Una vez que uno lo molesta, es muy difícil saber hacia dónde va a evolucionar. El sistema ya ha sido sacado de su equilibrio y lo que tenemos que tratar es de volver, con los parámetros que pueda, a controlar ese equilibrio.

P: ¿Tenemos mayor conciencia climática?

R: Se está ganando conciencia de lo que es el impacto del cambio climático por la sencilla razón que cada vez hay menos personas que puedan decir que no los sorprendió un evento extremo al cual no habían estado expuestas nunca. Ahora, de ahí a tomar conciencia de que cada uno puede hacer algo para que esto no siga aumentando, es diferente. Hay distintos actores con un rol importante, desde la política, a la educación, las organizaciones no gubernamentales o Naciones Unidas en su conjunto. Ahí hay un llamado a la acción, esa vinculación con el qué hago yo todos los días para que contribuir o no contribuir a que esto continúe pasando me parece que es parte de lo que nos tenemos que apropiar.

P: ¿Teme un aumento del negacionismo?

R: El negacionismo diría que está bajando sustantivamente y lo que está apareciendo tal vez es una expectativa sobredimensionada en que la ciencia va a venir a resolver lo que no hemos podido resolver como sociedad global. Creo que es pedirle demasiado a la ciencia y es poner siempre la responsabilidad fuera. Por supuesto, la ciencia, siempre que pueda hacer algo, lo va a hacer. Va a dar los datos como los viene dando hace muchos años. El premio nobel de física de 2021 se lo otorgaron a un científico justamente por sus primeras investigaciones respecto al impacto del aumento del dióxido de carbono en la temperatura promedio del planeta, y esas investigaciones eran de los fines de los sesenta. Entonces, ¿le vamos a pedir todo la ciencia, cuando la ciencia hace muchos años que nos viene diciendo qué hacer?

P: ¿Qué es lo que más le preocupa?

R: Que realmente se empiecen a mover todas las estructuras que tiene nuestra comunidad global, a hacer lo que a cada uno le toca. Cada uno tiene un rol y me preocupa que no haya niveles de diálogo razonable para que esto salga de las agendas del diálogo y pase a las agendas de las acciones. También que los países puedan hacer lo que tienen que hacer, que tengan los medios para hacerlo, que sean apoyados financiera y técnicamente.

P: Ha mencionado en más de una ocasión que “es incorrecto hablar de desastres naturales”. ¿Por qué?

R: Una erupción volcánica es una amenaza que es natural, la naturaleza es donde ocurre y es incontrolable, lo mismo una tormenta o un huracán, lo mismo una inundación, lo mismo una sequía. Ahora, ¿qué lo hace convertirse en un desastre? Que haya una población que está expuesta, que no ha podido protegerse, cuyas casas son demasiado vulnerables o que están ubicadas en lugares donde no debiera haber gente viviendo. Entonces lo que es una amenaza natural y un fenómeno natural termina siendo un desastre, pero no porque la naturaleza produjera dicho desastre. Es una combinación de factores que tienen un origen humano, en cómo vivimos, dónde vivimos, cómo nos preparamos, cómo planificamos y qué decisiones hemos tomado para que una amenaza, que puede ser muy seria, se convierta en un desastre o sea simplement una amenaza con daños manejables.

P: Este año ha sido el más cálido hasta la fecha, y 2024 podría ser lo más. Se ha hablado mucho del episodio de El Niño. ¿Qué es exactamente y qué consecuencias tiene?

R: El Niño es un fenómeno que ya tenemos muy bien documentado, es parte de la variabilidad natural del clima es una oscilación natural que se repite. No son los mismos los efectos en todo el mundo y eso también hay que entenderlo, pero en promedio digamos a nivel global tiene como saldo años más cálidos. En un escenario del Niño uno espera que el 2024 también pueda ser un año bastante más cálido de lo normal, y que entonces esta anomalía que venimos arrastrando se siga marcando aún más. La preocupación no es el Niño en sí, sino que es una tendencia que se ha instalado ya al aumento de temperaturas.

P: ¿Cree que se superará el límite de los 1,5 grados en los próximos años?

R: Lo dice claramente el IPCC, las posibilidades de exceder el límite son altas, porque no se han tomado las medidas para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero. También distinguir lo que es un año en el que se puede exceder el límite y que en promedio tengamos toda una década excediendo el límite, y eso es el punto de alerta más grande. Las estadísticas nos permiten fluctuaciones y entendemos esas fluctuaciones, pero están superpuestas a una tendencia que es al alza, y lo que preocupa es esa tendencia.

P: ¿Hay espacio para el optimismo cuando se habla de cambio climático?

R: Sí, siempre hay cabida al optimismo. Hay algo que cada uno y cada una puede hacer. No me parece que tengamos permiso para no hacer nada. Ninguna persona tiene permiso para no hacer nada. En ese sentido, creo que deberíamos ser optimistas si confiamos en la naturaleza humana, en la posibilidad de rescatar a nuestro planeta, porque estamos pensando no solo en nosotros, sino en los que vienen atrás y en que las futuras generaciones merecen un planeta vivible. Y ante esa realidad, creo que es imposible pensar que a uno no le importe nada.

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Sobre la firma

Beatriz Olaizola
Es reportera en la sección de Madrid. Antes escribió reportajes para eldiario.es en el País Vasco, donde cubrió sucesos y temas sociales, políticos y culturales. También realizó prácticas en la Agencia EFE. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y máster en Periodismo UAM- EL PAÍS.

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