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Acuerdo entre el PSOE y ERC: una concesión o una oportunidad

Expertos de Agenda Pública analizan las oportunidades y riesgos del acuerdo y sus consecuencias en la política nacional y la catalana

Votación del consejo nacional de ERC el pasado 21 de diciembre en Barcelona.
Votación del consejo nacional de ERC el pasado 21 de diciembre en Barcelona.

Cuatro expertos de Agenda Pública (profesores de Ciencia Política) analizan el acuerdo entre PSOE y ERC que debe permitir la investidura de Pedro Sánchez, no solo por su contenido, sino también por su forma y las consecuencias que se derivan de sus distintas interpretaciones.

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Ignacio Molina

Profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid

El pacto que permitirá la investidura de Pedro Sánchez con la abstención del hoy principal partido independentista se centra sobre formatos y evita contenidos sustantivos. Pero eso no impide repercusiones muy relevantes y variadas. La oposición se afirma en la paradoja de sentirse consternada y a la vez no haber hecho nada para evitarlo. El acuerdo también ahonda la fractura del nacionalismo catalán entre pragmáticos y maximalistas. Y entre quienes apoyan la futura coalición de izquierda pocos se atreven a negar verdades molestas, como la desconfianza que genera una negociación tan opaca y supeditada a la incómoda coyuntura que supone formar un Gobierno sin mayoría. Con esos elementos sería ingenuo creer que la altura de miras y el ánimo integrador dominarán la nueva fase que hoy se abre del conflicto. Máxime cuando quedan fuera protagonistas como el partido más votado en las últimas elecciones autonómicas (Cs); el que ha suministrado todos los presidentes de la Generalitat desde 2012 (Junts per Catalunya) y el que previsiblemente sucederá a los socialistas en La Moncloa (PP). Queda la esperanza de que ERC y PSOE, persiguiendo tacticismos a corto plazo, permitan un clima que ayude en el futuro a un proceso de diálogo menos prematuro y más inclusivo que éste.

Cristina Ares

Profesora de Ciencia Política en la Universidad de Santiago 

56 días separarían El abrazo de Sánchez e Iglesias del desbloqueo de la investidura el 7 de enero, 58 contados desde las elecciones generales de noviembre, cuando ERC obtuvo 13 escaños en el Congreso, con 869.934 votos, el 22,56% de los catalanes y el 3,61% del conjunto del Estado. El día 2, los 200 leales a Oriol Junqueras que representan en el consejo nacional de ERC a sus 10.000 militantes habrían dado por bueno el acuerdo con el PSOE que, contando con el voto favorable o la abstención (más allá de los diputados socialistas y del grupo de Unidas Podemos) del PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias, Teruel Existe, Bildu, BNG y Coalición Canaria, posibilitaría que haya Gobierno. El 96,39% de los votantes que optaron por fuerzas distintas a ERC—Soberanistas el pasado 10 de noviembre contemplarán cómo les provee de un nuevo desgobierno la mesa “de diálogo” concedida por Sánchez a Junqueras y que el vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès, de Esquerra, ha planteado al president Quim Torra y a los socios de Gobierno de Junts per Catalunya como una oportunidad para defender al alimón un derecho —de autodeterminación— imaginario.

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universidad de Valencia

El acuerdo que, tras la luz verde del consell nacional de ERC, va a permitir la investidura de Pedro Sánchez no era el único posible, pero ha acabado siendo el único viable por la negativa del PP y de Ciudadanos a explorar otras fórmulas matemáticamente posibles e ideológicamente tan complejas como la que va a materializarse. Pero una cosa es la investidura y otra la gobernabilidad y la viabilidad del acuerdo con ERC. Máxime cuando este contempla una mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el de la Generalitat, y el presidente Torra, pese a sus reiteradas demandas de sit and talk [sentarse a hablar], ya ha avanzado que el acuerdo es entre partidos y no compromete al conjunto del Ejecutivo catalán. Cabe esperar, por tanto, que el acuerdo permanezca hibernando hasta que en Cataluña haya un interlocutor claro, algo que solo llegará tras unas nuevas elecciones que podrían precipitarse.

Juan Rodríguez Teruel

Profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia

El acuerdo entre el PSOE y ERC es una rectificación general a la estrategia desplegada por ambos partidos en los últimos años, como ya anticipaba la moción de censura. No es una mera improvisación. La dura reacción por parte de sus adversarios tiene menos que ver con los contenidos sustantivos —de menor calado que lo que significaron los acuerdos de Jordi Pujol con Felipe González o José María Aznar— que con las ventajas competitivas que esto puede deparar a sus impulsores en la nueva situación. Lo paradójico es que el éxito de estos acuerdos requerirá de la implicación tanto del PP como de Junts per Catalunya, para quienes el margen de actuación estará fuertemente restringido por las voces más estridentes de los neonacionalismos generados por la “nueva política”. De ello dependerá el alcance de este nuevo intento de pacto de izquierda plurinacional: o Sánchez, Pablo Iglesias y Junqueras consiguen embarcar a Pablo Casado y Carles Puigdemont en un nuevo consenso refundador, o estos esperarán a que las expectativas frustradas devuelvan la hegemonía a las derechas.

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