Casado se acomoda ante la negociación del PSOE y ERC
El PP cierra el año recuperado de la debacle de abril tras la repetición electoral y sin apenas presiones
Sin complejos. El PP, como había prometido el candidato Pablo Casado en las primarias, estrenó el año con una convención ideológica para reforzar los principios del partido. Allí, ante José María Aznar y sin Mariano Rajoy, anunció la vuelta del “PP verdadero” y pronunció un discurso duro, a la derecha de su predecesor: “Los asesinos, violadores y pederastas están en la calle por el síndrome de Estocolmo de la progresía”; “el socialismo vende España por un plato de lentejas en La Moncloa”... Aznar anunció que volvía a votar al PP y ungió al nuevo líder con las palabras que Manuel Fraga le había dedicado años antes: “¡Sin tutelas ni tutías!”.
La fundación del expresidente, FAES, desembarcaba en Génova, así como dirigentes de Floridablanca, otro think tank que también se había dedicado a criticar al predecesor de Casado. Su jefe de gabinete era Javier Fernández-Lasquetty, el hombre que describió públicamente a Rajoy como “un mal recuerdo”. La estrategia del nuevo líder para frenar el auge de Vox consistía en primar la ideología sobre la gestión. Quedaba inaugurada la “derecha sin complejos”.
Fichajes y salidas. Esa nueva estrategia trajo consigo un cambio de caras. La rival de Casado en las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría, había dejado la política en septiembre de 2018 y detrás de ella, en los meses sucesivos, lo hicieron otros exministros y exsecretarios de Estado de Rajoy, como Íñigo Méndez de Vigo, Íñigo de la Serna, los hermanos Alberto y Álvaro Nadal, Celia Villalobos, Cristóbal Montoro, Fátima Báñez, o José Luis Ayllón. Los marianistas que sobrevivieron al nuevo organigrama de Casado fueron enviados al Senado, como el ex coordinador general, Fernando Martínez-Maillo; el exportavoz en el Congreso Rafael Hernando o Carlos Floriano. Por motivos diferentes fue baja Ángel Garrido, que con su nombre ya estampado en las listas del PP al Parlamento Europeo anunció su fichaje por Ciudadanos. En enero, Casado había truncado las aspiraciones del presidente madrileño al proponer como candidata a la Comunidad a Isabel Díaz Ayuso. El comunicado en el que el PP anunciaba su elección destacaba su atrevimiento a la hora de “defender sin complejos los principios y valores de siempre del PP”.
En el apartado de fichajes, Casado recurrió a caras conocidas como los tertulianos Pablo Montesinos y Edurne Uriarte, el torero Miguel Abellán o Juan José Cortés, padre de la niña Mariluz, asesinada en 2008, o el economista Daniel Lacalle. Uno de los regresos que más escoció en las filas del partido fue el de Cayetana Álvarez de Toledo, que también había sido muy crítica con Rajoy y había llegado a confesar su voto a otro partido, Ciudadanos. También sonó el nombre de Rosa Díez, pero la fundadora de UPyD no se incorporó a las listas. Sí participó en un acto en Barcelona para pedir el voto para Casado.
La debacle. Los nuevos fichajes desplazaron en abril a pesos pesados del partido en las listas. Casado multiplicó los actos de campaña respecto a sus rivales con un discurso duro, centrado en frenar la fuga de votos a Vox. Presentó un programa recentralizador e incluyó guiños a las banderas del electorado de Santiago Abascal, como la defensa de los toros o la caza. En el último día de campaña, ofreció incluso ministerios a Vox. Su estrategia fracasó en las urnas y el debut electoral de Casado hizo bajar al PP hasta los 66 diputados, perdiendo 71. Ciudadanos se quedó a apenas 200.000 votos de distancia.
Los resultados provocaron una rebelión de los barones. El primer comité ejecutivo del PP tras la debacle se prolongó tres horas y los líderes regionales reclamaron volver al centro. En la rueda de prensa posterior, Casado dio un giro total: llamó por primera vez “ultraderecha” a Vox y anunció el lema de campaña para las elecciones autonómicas y municipales de mayo: “Centrados en tu futuro”.
Oxígeno en forma de pactos. Los pactos tras los comicios autonómicos y municipales dan oxígeno a Casado. Gracias a los acuerdos con Vox y Ciudadanos, el PP logró conservar los Gobiernos de Madrid, Murcia, Castilla y León y recuperar la alcaldía de la capital. La operación, permitió recolocar a cargos del partido y evitar el ERE tras la debacle de las elecciones de abril. Fortalecido con los pactos, Casado tomó otra decisión impopular en las filas del PP: nombrar a Álvarez de Toledo portavoz en el Congreso. Los barones temían que esa elección desdibujase el regreso al centro.
Traje de moderación. La actitud cada vez más agresiva del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ayuda a Casado, no obstante, a adoptar un perfil más institucional. Ya no es el presidente del PP que dedicaba 21 insultos seguidos al presidente del Gobierno en febrero. Ahora es el que asegura que Pedro Sánchez merece “todo” su respeto, aunque no el apoyo a su programa.
Segunda oportunidad. La repetición electoral da al PP una segunda oportunidad. Es el examen de recuperación de Casado, y aprueba: pasa de 66 a 89 diputados. El tono es muy distinto del de la campaña de abril. También las caras y la estrategia. Ahora prima la gestión sobre la ideología, quiere hablar mucho de economía y se rodea en sus listas de gestores, como la exministra Elvira Rodríguez. Ana Pastor desplaza a Adolfo Suárez Illana como número dos en la lista de Casado. El PP se centra en Cataluña y la crisis y recupera parte del terreno perdido mientras Ciudadanos se hunde hasta los 10 escaños.
No es no. La repetición electoral complica aún más la formación de Gobierno para el partido ganador, el PSOE. Casado, como ya hiciera en abril, se mantiene firme en su rechazo a facilitar la investidura de Sánchez. Argumenta que eso dejaría la alternativa en manos del Podemos y de Vox; que sus programas y socios son antagónicos; que la mayoría en el Congreso permitiría al PSOE deshacerse de los acuerdos que alcanzara con el PP y que existen otras opciones sin contar ni con ellos ni con los independentistas.
Endurecimiento del discurso. La negociación de Sánchez para la investidura ha elevado el tono del discurso del PP. Álvarez de Toledo ha llegado a asegurar que el momento político es más difícil ahora que cuando ETA mataba. Casado sitúa al PSOE “fuera de la Constitución” y ha escrito tuits con nombres de socialistas asesinados por la banda para criticar la negociación con Bildu. “Sánchez intenta comprar su investidura con delincuentes y negocia en la cárcel lo que debería ser inaceptable”, ha añadido estos días en alusión a ERC. El pacto con Podemos liberó al PP de la presión para una abstención y el hecho de que el líder socialista no respondiera a su llamada la noche electoral y le dejara al final en la ronda de contactos facilitó el relato de los populares. Casado termina el año sin presiones, relativamente cómodo. Dirigentes del partido lo atribuyen en gran parte a la estrategia de Sánchez.
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