PSOE y Unidas Podemos concluyen casi cinco horas de reunión sin avances sustanciales
Ione Belarra, portavoz del equipo negociador, critica "la posición inamovible" de los socialistas para alcanzar un pacto de Gobierno de coalición
La primera reunión entre el PSOE y Unidas Podemos después de seis semanas sin verse fue muy larga —casi cinco horas— pero infructuosa. Nadie se quería levantar de la mesa y no hubo un portazo rápido, pero al concluir, Ione Belarra, de Unidas Podemos, ha dejado claro que no había ido bien: “El PSOE mantiene su posición inamovible. La tercera vía es la primera vía de junio. Nos vamos preocupadas. Han venido a presentar su programa electoral”. Adriana Lastra, portavoz parlamentaria de los socialistas, ha suavizado su valoración. "Hemos constatado las diferencias", ha asegurado, "ha sido una reunión larga. Lo importante es que nos hemos sentado a hablar". El partido del Gobierno se centró más en la idea de que las negociaciones no están rotas.
Pese a las discrepancias, ambos grupos se han emplazado a seguir negociando, aunque no hay fecha de una posible próxima reunión para buscar un acuerdo que evite la repetición electoral. "Nos hemos emplazado a seguir hablando e intercambiarnos papeles. Entenderán que para preservar la negociación es necesaria la discreción y la prudencia", ha dicho Lastra anunciado que si esos nuevos encuentros se producen se harán en privado, sin aviso previo ante los medios. Fuentes del equipo negociador de Unidas Podemos se muestran optimistas con el posible devenir del diálogo. Confían en que tienen más tiempo que en julio y que la cita de hoy tenía un final más o menos marcado tras un verano de cruce de declaraciones en los medios.
El PSOE quería que la negociación se basara en las 370 medidas que ellos han presentado. "Les hemos explicado nuestro programa y la triple garantía para el cumplimiento del programa ya que expresaron su desconfianza en el PSOE", ha relatado Lastra. Unidas Podemos exigía tratar de forma paralela las opciones para un Gobierno de coalición que ellos plantearon en el texto que enviaron a mediados de agosto, que partían de la última oferta que lanzó el PSOE en julio y que el grupo de Pablo Iglesias rechazó en medio de una negociación caótica y una gran desconfianza.
Para poder avanzar, los grupos se vieron obligados a concentrarse en los puntos en los que sí hay cierto acuerdo, para que las negociaciones no se rompieran desde el primer minuto, algo que habría generado una enorme frustración entre sus votantes. "Ha quedado claro que el acuerdo de Presupuestos sigue vigente", ha explicado Lastra como ejemplo de que durante las casi cinco horas de reunión se han alcanzado puntos de acuerdo. Pero, como ha relatado la portavoz socialista, no se ha entrado en el detalle de cuáles serían esos cargos en la Administración, no en el Consejo de Ministros, que Sánchez le ofreció a Iglesias antes de que la reunión de la tarde se produjera. "Esta es una apuesta para que haya un Gobierno progresista, no de vencedores y vencidos. Creemos que es factible", ha subrayado la dirigente.
La duración de la primera reunión negociadora entre el PSOE y Unidas Podemos fue en sí un hecho significativo. Los equipos del PSOE y Unidas Podemos, dirigidos por Carmen Calvo y Pablo Echenique, han empezado a las 16.30 una cita en el Congreso, rodeada de un gran secretismo —los responsables cortaron la entrada a los periodistas a las cercanías de la sala del encuentro— . La cita ha concluido pasadas las 21.15 de la noche.
Es una de las negociaciones más extrañas que se recuerdan en el Congreso. Antes de empezar ya llegó la primera discrepancia de forma. El PSOE quería dejar que entraran las cámaras al principio de la cita, como es habitual —aunque no las hubo en ninguno de las reuniones de negociación de julio—, pero Unidas Podemos lo rechazó porque entiende que era una reunión de trabajo de los equipos negociadores. De fondo está la desconfianza entre ambos grupos. Los socialistas tienen un plan muy claro que han ejecutado desde el martes para estrechar el margen a Unidas Podemos, pero el grupo de Iglesias temía que los socialistas utilizaran las imágenes de la negociación para meterles más presión mediática.
La desconfianza es muy evidente en cada detalle, y los dos grupos creen que el otro en realidad no está dispuesto a llegar a un acuerdo. Vienen de un fracaso sonoro en julio que dejó heridas muy importantes entre las dos formaciones y en especial entre los dos líderes. Sin embargo, la presión de sus votantes es tan fuerte —el 95% de ellos rechaza la repetición de elecciones, según una encuesta de EL PAÍS en julio— que ambos parecen obligados a intentarlo. Ese era la tarde del jueves, según fuentes de ambos partidos, el motor principal que empujaba la negociación y forzaba a los equipos a mantenerse en la mesa pese a la enorme distancia entre las posiciones que quedó clara desde el principio.
El tiempo no es infinito, pero si hubiera reuniones todos los días sí podría ser suficiente, porque los cálculos más apurados señalan que podría intentarse hasta el próximo fin de semana, para que llegaran las consultas del Rey la siguiente y el pleno a finales o incluso el fin de semana del 21-22, con la votación final el 23, al límite.
Al haber empezado esta semana, y no la próxima, como se apuntó en algún momento, el problema ahora ya no es pues el tiempo, sino la voluntad política. Entre los dos grupos, parece evidente que Unidas Podemos, o al menos un sector importante, tiene mayor temor a las elecciones, ya que según las encuestas saldría más perjudicado. En el PSOE también hay dirigentes que temen a la repetición electoral, pero la dirección parece convencida de que tendría un buen resultado. Aun así, Sánchez insiste en que quiere evitar a toda costa los comicios y por eso ha dado la instrucción de iniciar esta negociación.
En los próximos días, Sánchez e Iglesias tendrán que tomar decisiones muy difíciles. Podemos tendrá que elegir muy probablemente entre aceptar un Gobierno en solitario del PSOE o forzar unas elecciones. Y el presidente tendrá que hacerlo entre aceptar una coalición o forzar los comicios. De momento, ambos señalan que no aceptarán en ningún caso lo que pide el contrario, esto es ni el PSOE asumirá la coalición ni Unidas Podemos el Gobierno en solitario. Pero durante la cuenta atrás habrá muchos movimientos que pueden alterar los planes iniciales. Los socialistas trasladan con gran firmeza que la coalición está descartada y Podemos insiste en que no aceptarán nada que no sea un Gobierno compartido. Pero antes de cualquier negociación siempre es habitual reforzar las posiciones de partida.
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