Borrell se aferra a la prudencia tras su designación en la Unión Europea

El ministro de Exteriores en funciones, Josep Borrell, prefiere no ponerse aún en la piel de jefe de la diplomacia europea. El próximo alto representante para la Política Exterior de la UE se mostró este miércoles extremadamente cauto sobre su designación, acordada el martes in extremis por los jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas, con el argumento de que aún debe respaldarla la Eurocámara. Borrell tiene algo más de tres meses de margen para seguir en el Gobierno español.

Borrell se limita, de momento, a sentirse honrado por el puesto y a exhibir sus credenciales europeístas. En la primera entrevista concedida tras el pacto alcanzado entre los líderes europeos para repartir los puestos institucionales de la UE, el titular de Exteriores extremó la prudencia. “Quien es propuesto no puede actuar como si ya estuviera dispuesto”, defendió en la cadena SER. Su ratificación, argumentó el ministro, dependerá de un exigente examen que tiene que pasar ante el Parlamento Europeo, previsiblemente entre septiembre y octubre. Solo entonces será jefe de la diplomacia comunitaria. Pese a las cautelas, la mayor parte de los representantes europeos superan sin mayor dificultad esa comparecencia ante la Eurocámara.

“Para quien ha dedicado buena parte de su vida a la construcción europea [el nombramiento] supone sentirse muy honrado”, explicó Borrell en la entrevista. El ministro admitió, pese a todo, la principal dificultad que afrontará en su trabajo: la exigencia de unanimidad entre los Estados miembros para la mayor parte de los asuntos de política exterior. “La unanimidad es muy difícil con 28 países, es una fuente de bloqueo”, lamentó.

Borrell se ha pensado mucho el próximo paso de su carrera desde que el presidente, Pedro Sánchez, lo recuperó para la vida política al nombrarlo ministro. El responsable de Exteriores no habría tenido problema en continuar al frente de esta cartera, pero el reto de ocupar uno de los cinco grandes puestos de la UE tras las elecciones del pasado mayo ha decantado la balanza por la carrera europea. Aún le quedan unos meses (menos de cuatro) para continuar en su actual puesto porque el nuevo organigrama europeo entrará en vigor, en principio, el próximo 1 de noviembre. Borrell solo continuará mientras el Gobierno esté en funciones, una situación que puede demorarse si la investidura de Sánchez no se resuelve este mes.

Posibles sucesores

Con el futuro de Borrell ya despejado, los nombres de posibles sucesores empiezan a emerger. Los mejor situados, según las fuentes consultadas, son el actual ministro de Agricultura, Luis Planas, y el asesor diplomático de Sánchez en La Moncloa, José Manuel Albares. La opción de Planas, curtido en asuntos internacionales, constituiría un nombramiento más cercano al PSOE: proviene de los socialistas andaluces, donde trató de disputarle el liderazgo a Susana Díaz. Albares, por su parte, es una figura muy próxima a Sánchez —también en edad— y el artífice de toda su estrategia internacional. Su cargo actual es el de secretario general de Asuntos Internacionales, UE, G20 y Seguridad Global.

Entre los candidatos con opciones también suena, con menos fuerza, la alta comisionada para la agenda 2030 de la ONU, Cristina Gallach. Esta alta funcionaria europea, a la que fichó Sánchez para impulsar en España los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, cuenta con una dilatada experiencia en Bruselas, la OTAN y Naciones Unidas.

El Ministerio de Exteriores es uno de los de mayor rango del Gobierno. El riesgo de dejar desatendida esta cartera fue el principal motivo que alegó Borrell para renunciar, la semana pasada, a su acta de eurodiputado y continuar en el Gobierno español hasta que se constituya un nuevo equipo. Si se cumple lo previsto, su futuro inmediato estará igualmente en Bruselas, aunque no en el Parlamento.