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La tensión entre el PSOE y Podemos se eleva tras concretarse la fecha de la investidura

Sánchez se da tres semanas para negociar con Iglesias pero ambos ni siquiera hablaron antes de anunciar que se votará el 23 de julio

Pedro Sánchez, durante la cumbre de la UE este martes en Bruselas. En vídeo, Sánchez responde a la decisión de Albert Rivera de no acudir a la ronda de consultas.Foto: atlas | Vídeo: VIRGINIA MAYO (AP) / ATLAS
Carlos E. Cué

Pedro Sánchez ha decidido darse un último margen de tres semanas para intentar convencer a Unidas Podemos de que apoye su investidura. Al fijar la votación el 23 de julio, y no el 9, el presidente amplía ese margen, aunque la relación con Podemos está ahora en su peor momento. Ni siquiera hablaron sobre la fecha, que se comunicó a todos los grupos minutos antes de hacerla pública. De momento el presidente no tiene intenciones de mejorar su oferta, que implica que habría cargos intermedios de Podemos pero no ministros.

La recta final de la negociación no puede arrancar peor. Después de 10 meses de idilio como socios preferentes, una campaña electoral y unos debates de guante blanco entre ellos, y dos meses desde las elecciones mareando la perdiz, con cuatro reuniones sin resultados, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias vuelven al ambiente de desconfianza de 2016. Entonces, su enfrentamiento total llevó a una repetición electoral que fue un fiasco para ambos. Ahora, los dos parecen dispuestos a culpar al otro de un posible escenario de repetición de los comicios.

La ley establece que, pasados dos meses de la primera votación de investidura fallida, habrá que convocar elecciones. Esa primera votación —cuya fecha anunció ayer la presidenta del Congreso, Meritxell Batet— se hará un 23 de julio, martes, para que, si no hay investidura en dos meses, los comicios toquen un domingo, el 10 de noviembre. Una investidura fallida el 9 de julio habría llevado a elecciones el 27 de octubre; y el 16, al 3 de noviembre, en pleno puente de Todos los Santos.

La tensión es tan fuerte que, pese a que en teoría siguen siendo socios preferentes, ni siquiera hubo una llamada para que Podemos conociera antes que los demás la fecha. La posibilidad de consensuarla entre los dos estaba descartada. Irene Montero se quejó de que Batet ni siquiera llamó. Por temor a filtraciones, la presidenta envió un mensaje a todos los grupos minutos antes de comunicarlo públicamente. Ese whatsapp múltiple le llegó a Pablo Iglesias cuando ya los medios estaban difundiendo la fecha, aseguran fuentes de este partido.

El asunto puede parecer anecdótico pero demuestra el ambiente de tensión que se vive entre dos partidos que pasaron de una rivalidad sin cuartel desde 2015 a un entendimiento total tras la moción de censura. Tanto que incluso pactaron unos Presupuestos finalmente frustrados y una subida del salario mínimo que aún sigue en vigor, entre otras medidas sociales importantes.

La negociación arranca pues en un ambiente muy complicado, pero tres semanas en política es una eternidad. En Dinamarca ha causado polémica que se haya tardado ese tiempo en acordar el Gobierno después de las elecciones. En España, si la investidura saliera el 23 o más bien el 25 —cuando solo se necesita mayoría simple—, habrían pasado casi tres meses desde que cerraron las urnas.

Pero hasta ahora todo ha sido tiempo perdido. Sánchez e Iglesias se han visto cuatro veces en dos meses, y la negociación real ni siquiera ha empezado. Los dos equipos están esperando una orden de sus líderes para empezar a intercambiar los papeles que ya tienen listos, no solo sobre grandes reformas sino también sobre posibles estructuras del Gobierno. Pero todo está parado porque Sánchez no acepta que haya ministros de Podemos e Iglesias rechaza la oferta de cargos intermedios. Y ninguno de los dos se mueve de ahí. Ayer le preguntaron al presidente si está dispuesto a mejorar esa propuesta, y contestó lacónico: “La oferta es clara, un Gobierno de cooperación”. Esto es, sin ministros.

Pero Sánchez no estaba ayer en eso. Él mismo admitió que llevaba dos días encerrado en las negociaciones europeas y no tenía la cabeza para pensar en mejorar ofertas a Podemos. “Hemos estado aquí 48 horas sin dormir inmersos en una realidad bien distinta”, se rió. Estaba mucho más pendiente de su perfil internacional. “España ha vuelto a las instituciones europeas”, clamó tras lograr que Josep Borrell sea el representante exterior de la UE.

Por si hubiera dudas del ambiente que se respira entre el PSOE y Podemos, Pablo Echenique, que se supone debería coordinar la negociación en nombre de Iglesias, fue muy duro en Twitter contra Sánchez por la negociación que hizo en Bruselas. "Fracaso negociador de Sánchez. La gobernanza europea en manos del neoliberalismo alemán y francés. Para la socialdemocracia, puestos de segundo orden. ¿Habría pasado lo mismo si en España llevásemos dos meses con un gobierno de progreso demostrando que otra Europa es posible?", escribió en la red social.

Ahora el presidente, ya sin agenda internacional —lleva casi una semana fuera de España entre Japón y Bruselas—, podrá concentrarse en buscar la estrategia para convencer a Podemos. Sánchez está convencido de que al poner la fecha llegará el desbloqueo y Podemos empezará a moverse. Pero Iglesias exige que sea el presidente quien asuma que tiene que haber ministros de Podemos para empezar a negociar cuáles y con qué políticas.

Lo que cada vez parece más lejos es la opción b, esto es, la abstención del PP o Ciudadanos. Albert Rivera ni siquiera acudirá a la ronda que Sánchez hará con los tres grandes partidos. El esquema será el mismo que la última vez: el presidente con los grandes y José Luis Ábalos y Adriana Lastra con los demás. Sánchez se indignó por esta “falta de respeto a la presidencia” de Rivera, pero el mensaje político es claro: no puede contar con él y está dispuesto a llegar hasta el final, incluso una repetición de elecciones.

Las cosas han cambiado poco, pero la fecha marca un final a la partida de póquer que están jugando Sánchez e Iglesias. Fuentes del PSOE creen que el líder de Podemos no podrá explicar que fuerza elecciones solo porque Sánchez no le hace ministro. Pero desde Podemos e IU dicen lo contrario: que la “prepotencia” de los socialistas está reforzando internamente la opción de Iglesias de aguantar hasta el final. Hasta los que no querían entrar en el Gobierno creen que hay que resistir, señalan. El bloqueo sigue, pero ahora hay fecha. Sánchez tiene tres semanas para romperlo con algún movimiento audaz.

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