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La España vaciada (de obras de arte)

La mayor parte de la riqueza patrimonial robada y recuperada por la Guardia Civil no vuelve a su lugar de origen

Patricia Ortega Dolz
Cabeza de Marco Aurelio recuperada por el grupo de Patrimonio de la UCO.
Cabeza de Marco Aurelio recuperada por el grupo de Patrimonio de la UCO.

No recordaban el día exacto en el que se dieron cuenta de que le faltaba la cabeza a Marco Aurelio. Así se deduce de la denuncia que presentaron ante la comandancia de la Guardia Civil: “Señalaban un margen de tres o cuatro días de febrero de 2013”, recuerda uno de los responsables de la investigación, del grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.

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Hasta que los 380 habitantes de Quintana del Marco (León) se percataron del robo, el busto de mármol del emperador romano presidía encastrado la espadaña del campanario de la iglesia de San Pedro.

Unos ladrones procedentes de Sevilla llegaron hasta esa pequeña población, se encaramaron con cuerdas y arneses hasta allá arriba —a unos 15 metros del suelo— y separaron la cabeza de la túnica de piedra.

Los investigadores lograron dar con la pieza semanas más tarde. Sus pesquisas (operación Versus) les condujeron hasta el maletero de un coche en una gasolinera de Córdoba. Allí estaba la cabeza esculpida en el siglo IV, de más de 25 kilos, y valorada en 400.000 euros. Sin embargo, Marco Aurelio sigue decapitado en el pueblo leonés que lleva parte de su nombre, Quintana del Marco.

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“Cuando se recuperó el busto, la iglesia dijo que era de ellos, pero como había quedado demostrado que era factible robarlo —pese a lo complicado de la operación—, se decidió colocarlo en el museo de León, a 60 kilómetros y en contra de la voluntad del pueblo”, cuenta el alcalde recién elegido, José Luis Cubero (PP). “A mí, como a todos, me sentó muy mal, era un icono de nuestro pueblo, incluso se llegó a poner una denuncia, y ahora pienso seguir luchando por recuperarlo”, advierte el regidor. “Aquí hubo una quinta romana, tenemos el enclave romano de Los Villares, gran parte oculto, y Marco Aurelio fue uno de los que estuvo aquí”, relata.

No hay estadísticas “porque mucho de lo que se roba ni siquiera se sabía que existía”, explica un agente del grupo de Patrimonio de la UCO, que añade: “Podemos decir sin equivocarnos que la mayor parte de lo que se recupera tras haber sido denunciada su desparición, no vuelve nunca a su lugar de origen”. El argumento fundamental de la Administración para justificar este modo de dejar sin piezas artísticas la “España vaciada” de personas es el de la seguridad: “Si lo han robado una vez...”. Y así, en esta especie de pescadilla que se muerde la cola —la gente se va y el arte se roba porque no hay seguridad, y porque no hay seguridad no vuelve la gente ni el arte— es como muchos pueblos de España han ido perdiendo esas pequeñas curiosidades que les hacían atractivos para los visitantes. Y sufren ese doble vacío, en contra de los reclamos de sus cada vez menos habitantes y de alcaldes que cada vez predican más en el desierto.

“Antes del robo de Eric el Belga, a finales de los setenta, recuerdo haber visto el tapiz, con los escudos heráldicos, de niña en la catedral”, dice María Ángeles, actual guía turística de la Catedral de San Vicente mártir en Roda de Isábena (40 habitantes), ahora iglesia, pero antigua catedral románica ubicada en esa población de la provincia de Huesca. Se trata de la localidad más pequeña de España con sede catedralicia, que fue declarada Monumento Nacional. Sin embargo, ese pequeño tapiz del siglo XVI (1,25 metros de alto y 2,5 de ancho), que recuerda María Ángeles y que fue concebido con esas medidas precisamente para decorar el altar, nunca fue devuelto a su sitio.

De Roda de Isábena a Houston (Texas)

Lo rescataron también los del grupo de la UCO (operación Telar), que fueron a buscarlo hasta Washington acompañados incluso del entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. La tela había recorrido medio mundo desde ese minúsculo rincón de Huesca para acabar en la sala de la casa de un matrimonio americano de Houston (Texas), que lo había comprado por 300.000 dólares en una tienda especializada en tapices de Bélgica. Actualmente se encuentra “por razones de seguridad y conservación” en el Museo Provincial de Huesca, y María Ángeles —cuando se acuerda— les habla de él a los visitantes de la catedral.

Tampoco volvieron nunca a Quintanilla de las Viñas (18 habitantes), en Burgos, los relieves de su ermita visigoda recuperados por el mismo grupo de patrimonio de la Guardia Civil (operación Imposta).

Los robaron en 2004 y los investigadores dieron con ellos en Londres en febrero de este año. “Fue un chivatazo de un investigador holandés, llamado Arthur Brand”, cuenta un responsable de la investigación. “Él sabía quien los tenía, supuestamente un aristócrata inglés decorando su jardín, y nos hizo entrega de las dos piezas en la embajada de España”.

Como casi todas las obras recuperadas por la Guardia Civil, que en el momento en el que salen del país ilegalmente pasan a ser de titularidad de la Administración General del Estado, también los dos sillares con relieves visigóticos de la Ermita de Nuestra Señora de las Viñas han acabado en el museo de Burgos. En su momento, el alcalde de Quintanilla de las Viñas, presente en la entrega de las piezas tras su recuperación, no se manifestó sobre su destino pero desde la Asociación para el Desarrollo de Tierra de Lara aseguraron que tratarían de hacer regresar a la ermita lo que era de la ermita.

Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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