Un año de la carambola que lo cambió todo
Doce meses después de la moción de censura, sus protagonistas, que entonces dudaron, ven claro que fue un acierto
Vista un año después, la moción de censura que cambió la historia de España parece ajedrez, todo calculado. Pero en la semana que tardó en fraguarse, las cosas se parecían mucho más a la carambola de un billar descontrolado. “A Sánchez se le tenían que alinear los planetas para ser presidente. Y se le alinearon. Y eso que venía de las catacumbas”, recuerda, con su habitual humor, Aitor Esteban, portavoz en el Congreso del PNV, el partido clave para la salida de Rajoy, al que solo ocho días antes había apuntalado aprobándole los presupuestos.
Ninguno de los protagonistas de esa vertiginosa carambola está arrepentido. A pesar de que a algunos, como Marta Pascal y Carles Campuzano, del PDeCAT, les costó su carrera política la osadía de torcerle el brazo a Carles Puigdemont, que quería abstenerse. “Rajoy pensaba que la moción no saldría porque los catalanes no iban a entrar y, por tanto, nosotros tampoco. Pero siempre fuimos claros con ellos”, recuerda Esteban. “Hicimos lo que teníamos que hacer, lo que demandaba la ciudadanía vasca. La sentencia de Gürtel cayó como una bomba”, remata el portavoz del PNV.
Ahora todo se ve muy claro. Especialmente desde La Moncloa. “La moción supuso un cambio de época”, se entusiasma el presidente Sánchez. Pero en ese momento todo eran dudas. Él mismo, que ni siquiera era diputado, dirigía un PSOE hundido, que estaba cuarto en las encuestas. Albert Rivera era el favorito, el hombre fuerte. Con su inesperada llegada a La Moncloa, Sánchez dio un vuelco total a la situación. Ese giro de 180 grados se ha consolidado justo ahora, un año después, cuando el PSOE se ha convertido en el gran protagonista de la política española, ha ganado las últimas cuatro elecciones y es el primer partido en casi todo el país. Nadie, mucho menos el propio Sánchez, que nunca ha negado que tuvo muchas dudas antes de decidirse a presentar la moción, podía imaginar en esas horas un escenario tan favorable.
Aunque algunos, como Campuzano, entonces portavoz de PDeCAT —ahora defenestrado por Puigdemont— aseguran que veían muy claro desde el principio que la moción iba a triunfar. “Yo no tuve dudas. Desde el viernes [una semana antes de la votación] tenía muy claro lo que teníamos que hacer. Los partidos que podíamos votar a favor no teníamos razón para abstenernos. Podemos estaba obligado. ERC ya lo había dicho. Nosotros teníamos que estar. El único que podía tener dudas era el PNV, pero no podían quedarse solos salvando a Rajoy. Cuando decidimos en aquella famosa videoconferencia, con nosotros en Madrid, Torra en Barcelona y Puigdemont en Alemania, que votaríamos sí, el PNV estaba dentro”. “Hicimos lo que tocaba. En la vida, si no arriesgas, no eres nada”, remata Pascal.
Para Pablo Iglesias, hiperactivo esos días tratando de buscar apoyos —llamó incluso a Puigdemont—, Podemos también hizo lo correcto. “Hay quien dice que nos equivocamos al engrandecer a Sánchez, que ahora pareciera que vuelve a preferir a Ciudadanos. Pero en realidad contribuimos a crear un bloque social progresista que ahora se ve en el CIS. Si el PSOE pacta con Cs perderá lo recuperado desde que Sánchez se enfrentó a las élites de su partido. Aquella moción fue el primer paso para llegar al Gobierno y poder cambiar algunas cosas en España”, dice ahora, en plena negociación con los socialistas para consolidar la mayoría que se empezó a fraguar en la moción de censura, aunque en circunstancias distintas, con un PSOE muy reforzado y sin contar esta vez con los independentistas.
Sánchez, el gran beneficiado, ganó casi sin moverse —apenas habló con los protagonistas y no hubo negociaciones reales— y supo aprovechar los errores de Rajoy, bloqueado tras la sentencia de la Gürtel. “La decisión de Ana Pastor de precipitar el debate fue un error clave. Si se alarga dos o tres semanas, se habría complicado. La clave es que [la moción] no fue negociada. Y que solo se decidía si dejar o no a Rajoy en el Gobierno”, recuerda Campuzano. Fue una carambola tan rápida que nadie pudo controlarla. Pero nada volvió a ser igual en la política española.
Andoni Ortuzar también echa de menos a Rajoy
Nadie ha olvidado esa imagen. Rajoy, curtido en mil batallas, salía aturdido del restaurante Arahi tras casi ocho horas de sobremesa. Eso marcó su final. Para Ana Pastor, entonces presidenta del Congreso, esa tarde fue “irrelevante, hojarasca”. Ella se queda con el día siguiente. “Se despidió con gran elegancia de la Cámara, alabado hasta por sus rivales tras una moción injusta”, dice. Hasta Andoni Ortuzar, líder del PNV, que decidió echarlo, lo echa de menos. “Tomamos la decisión correcta. Pero me da pena por Rajoy. A la vista está que cumplía un papel de moderador dentro del PP. Era mejor para tenerlo. No se merecía el final que tuvo. Pero lo asumió con mucha deportividad. Nunca me hizo un reproche. Y mantenemos nuestra relación”, asegura.
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