La campaña sin campaña de Sánchez
El presidente socialista elude los riesgos y se deja llevar por la inercia del CIS camino del 28-A
Tezanos es el Panoramix de Pedro Sánchez. Le prepara la pócima de la fuerza. Lo protege en el líquido amniótico de las encuestas propicias. Es el druida de cámara. El augur de una campaña con viento de popa que el presidente del Gobierno observa desde la distancia y desde la asepsia.
No va a disputar un duelo mediático con Casado. Su estrategia emula la actitud contemplativa del marianismo. Hace propio el lema taoísta de la pasividad creativa. La mejor manera de intervenir consiste en no intervenir. Restringir las operaciones de riesgo. Concederse a las sesiones de fervor militante.
La táctica del plasma y de la evanescencia funciona porque el poder desgasta al que no lo tiene. Y porque ha rectificado la decisión de eludir la cuestión catalana. No se refirió a ella cuando presentó el programa, pero el patinazo de Iceta a propósito de un referéndum distópico le ha constreñido a variar el planteamiento elíptico o amnésico.
Y se ha convertido él mismo en garante rotundo del “no es no”. Las antiguas veleidades con el soberanismo --el amago del relator, la mesa de partidos, el cambio de criterio de la Abogacía del Estado a propósito de la rebelión-- arriesgaban con penalizarlo, de forma que Sánchez ha mutado en españolazo. Y ha concebido una campaña de enérgico rechazo al chantaje soberanista, entre otras razones porque la cocina creativa del chef Tezanos sobrentiende que el líder socialista podría conseguir la investidura sin necesidad de concederse a los partidos rupturistas.
Pedro Sánchez se ha ausentado de la campaña. Puede permitírselo porque el hundimiento de Podemos convierte al PSOE en fuerza hegemónica de la izquierda y porque la novedad de Vox ha triturado a la derecha. Debe parecerle un ejercicio de justicia poética que el PP se exponga a la misma amenaza que para él supuso la irrupción de Podemos.
Sarcástica o paradójicamente, Santiago Abascal tanto desnutre la novedad de Casado como colabora a la victoria del PSOE, aunque impresiona admitir o asimilar que las Cortes de 2019 vayan a alojar 30 o 40 diputados de la ultraderecha. Desconcierta que las amenazas a la convivencia --la xenofobia, el antifeminismo, la eurofobia, el catecismo-- adquieran incienso institucional, se normalicen en la dignidad parlamentaria.
De acuerdo con Tezanos, las elecciones van a ganarlas Sánchez y Abascal, fuerzas antagónicas en lejana colisión que oprimen a los demás adversarios y que sugestionan la gran batalla del bien contra el mal. Puede tratarse de un escenario ilusorio. Y resultaría escandaloso que el CIS contribuyera a inflar el auge demoscópico de la extrema derecha con el objeto de polarizar las elecciones o con el propósito de movilizar al electorado socialista en la emergencia de la gran causa.
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