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Bruselas teme que España se contagie de la inestabilidad y el populismo de Italia

La fragmentación política y la irrupción de la extrema derecha disparan las alertas ante el riesgo de que la cuarta economía de la UE se contagie de euroescepticismo

El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici.Vídeo: STEPHANIE LECOCQ (EFE) VIDEO: REUTERS-QUALITY

La Unión Europea, igual que los mercados, descarta una debacle económica o presupuestaria como consecuencia del adelanto electoral en España. Pero Bruselas teme que la cuarta economía de la zona euro se contagie de la inestabilidad política que sufre Italia desde hace años y que ha desembocado en un Gobierno populista y euroescéptico. El riesgo de que se repita la secuencia italiana hace temblar a las instituciones comunitarias, que ven en España uno de los pocos puntales a favor de la integración europea y a salvo de partidos extremos.

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“España no es Italia”, repetía la Comisión Europea cuando Pedro Sánchez llegó a La Moncloa solo unos días después de que Cinco Estrellas y Liga se repartieran el Gobierno en Roma. Bruselas destacaba el compromiso de Madrid con las normas comunitarias frente a los continuos denuestos contra la UE de los vicepresidentes italianos Luigi di Maio y Matteo Salvini.

Pero ocho meses después y de nuevo con elecciones a la vista en España (las terceras en cuatro años), las diferencias con Italia ya no son tan evidentes a ojos de Bruselas. El Gobierno de Sánchez ha batido el récord de menor duración en la democracia española. Por cuarto año consecutivo, España no ha cumplido el calendario europeo de presentación de Presupuestos Generales y por tercer año seguido se han prorrogado las cuentas del ejercicio anterior.

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Los sondeos para los comicios del 28 de abril apuntan a un probable bloqueo, con los partidos progresistas y conservadores muy empatados. Y el fiel de la balanza podría tenerlo Vox, un partido de ultraderecha que se ha alineado con las tesis euroescépticas dominantes en Hungría o Polonia.

“El riesgo más inminente es que España caiga en un punto muerto tras las elecciones si no se forma rápidamente Gobierno”, señala una fuente comunitaria. "Y a medio plazo, lo más preocupante es el peligro de contagio del discurso contra Bruselas que ya vemos en tantos países”, añade la misma fuente. Y remata: “La posibilidad de otra Italia no hay que descartarla”.

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La UE contempló con relativa tranquilidad y hasta cierto alivio el fin de la etapa de Mariano Rajoy, marcada por una crisis territorial sin precedentes en Cataluña. Sánchez fue acogido con benevolencia tanto por la canciller alemana, Angela Merkel, como por el presidente francés, Emmanuel Macron. Y la Comisión Europea se apuntó a las salvas de bienvenida concediendo un holgado margen de maniobra que permitió a Moncloa presentar un proyecto de Presupuestos con más de 5.000 millones de euros de expansión en el gasto.

El proyecto presupuestario más generoso de la última década ha provocado, sin embargo, la caída del Ejecutivo de Sánchez. Y el desconcierto en los socios comunitarios era evidente la pasada semana tanto en Bruselas, como en Estrasburgo, donde celebró sesión el Parlamento Europeo, o en Munich, donde buena parte de los líderes europeos, incluida Merkel, asistieron a la Conferencia de Seguridad, una de las grandes citas anuales de defensa y geoestrategia.

Ascenso de Vox

En todos esos foros, la situación política de España salpicaba los corrillos como una de las mayores incógnitas políticas del continente. La inquietud no llega al nivel de 2012, cuando se temió que la crisis financiera de España (o la de Italia) reventase la zona euro. Pero las dudas sobre la estabilidad política de uno de los mayores socios de la UE vuelven a estar en primer plano.

Fuentes comunitarias apuntan que la “mayor sorpresa” ha sido el rápido ascenso de Vox en un país que, hasta las pasadas elecciones de Andalucía, constituía la excepción en una Europa con potentes partidos de extrema derecha o euroescépticos.

En noviembre de 2018, un mes antes de las elecciones andaluzas, la formación de Abascal registraba una intención de voto a nivel nacional por debajo del 5% y pasaba totalmente desapercibida en la escena europea. Dos meses después, se le pronostica un 10% y costaría encontrar un eurofuncionario o eurodiputado que no lo conozca.

Aun así, fuentes del Eurogrupo (ministros de Economía y Finazas de la zona euro) consideran muy improbable la formación de un Gobierno en España, sea de derechas o de izquierdas, que se aleje drásticamente de la disciplina presupuestaria o de las reformas económicas acometidas durante la crisis. Esas fuentes prevén “continuidad” en los escenarios macroeconómicos, con posibles matizaciones en las reformas más polémicas (incluida la laboral), algo que ya planteaba Sánchez o que ha ocurrido en Grecia y Portugal.

El daño de la inestabilidad política se anuncia mucho mayor, en cambio, para el peso de España en la UE. España no remonta el vuelo en Bruselas y el adelanto electoral arroja de nuevo sombras de incertidumbre sobre un país que desde 2010 ha perdido influencia y prestigio en la capital comunitaria.

El hundimiento del Gobierno Zapatero, tras un plan de ajuste exigido por Berlín, el rescate europeo de la banca española en 2012, pese a la resistencia de Rajoy, los seis meses de Gobierno en funciones hasta la repetición de elecciones en junio de 2016 y la sacudida territorial del movimiento independentista en Cataluña han reducido el margen de maniobra de España en las instituciones comunitarias.

El nuevo tropiezo coincide, además, con un momento muy delicado en la UE, en el que se procederá a la redistribución de todo el poder comunitario tras la salida del Reino Unido (29 de marzo) y las elecciones al Parlamento Europeo de mayo.

Peligro de expedientes y sanciones

Los seis meses de Gobierno en funciones de Rajoy y la fragmentación parlamentaria desde 2016 han retrasado de manera notable la adaptación de la legislación española a los sucesivos en la normativa comunitaria, hasta el punto de que España era en 2018 el país de la UE como más casos de infracción abiertos por ese motivo por la Comisión Europea. En septiembre del año pasado eran 86, la mayoría de ellos (50) por mala transposición de las directivas y el resto por retrasos en la aprobación. El segundo país más expedientado, con 77, fue Grecia.

Bruselas teme que las elecciones de abril desemboquen en nuevas dificultades para formar Gobierno y que el retraso legislativo se acreciente de nuevo. Las amenazas de multa contra España por los retrasos acumulados son cuantiosas (suman hasta 500.000 euros diarios en el caso de ciertas directivas). El Gobierno de Sánchez había intentado acelerar las más retrasadas, sobre todo, las del sector financiero. Pero el final abrupto de la legislatura vuelve a retrasarlo y el péndulo de las sanciones seguirá bajando.

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