Casado se la juega a todo o nada en la derecha
El líder más ideológico que ha tenido el PP arriesga en un espacio hasta ahora minoritario. El partido le sigue a ver si sale
Las gradas de la convención del PP hablan. No hay ningún tipo de debate real ni intervenciones del público como en otros países, pero si se escucha con atención y se miran sus movimientos dicen muchas cosas. Este domingo, como primera medida, aplaudieron más el nombre de Mariano Rajoy que el de José María Aznar, que sí estaba en la sala para seguir a su pupilo y heredero designado, mientras el expresidente gallego prefirió quedarse en casa. “Ya está, ya tuvo su día de gloria el sábado, hoy [por el domingo] no tenía que haber venido”, comentaba un exparlamentario. Pero eso podía no ser sintomático, un gesto de cariño hacia el ausente cuyo legado está siendo sepultado sin disimulo. Cuando habló la grada de verdad fue durante el discurso de Pablo Casado.
El nuevo líder del PP logró un triunfo arrollador. Casado es el político más ideologizado que ha logrado la presidencia del partido. Ni Manuel Fraga, ni José María Aznar ni por supuesto Mariano Rajoy hicieron de la ideología el eje de su mundo. Les interesaba más el poder. Todos venían de la gestión, fueron jóvenes ministros o presidentes autonómicos. Casado nunca gobernó. Él aprendió mucho viajando con Aznar por todo el planeta como su secretario personal cuando ya era expresidente y sí vivía concentrado en la ideología, y ha hecho de esto su mundo. Casi todas sus lecturas se han concentrado en seguir lo que se escribía en la derecha, sobre todo en EE UU y Europa. “Para mí esto es la política, las ideas”, suele decir.
La primera vez que la mayoría de los dirigentes oyó hablar de él fue hace 10 años, cuando en un Congreso del PP de Madrid, aupado por su otra mentora, Esperanza Aguirre, lanzó ese grito: “Los de izquierdas están todo el día con la guerra del abuelo, con la memoria histórica, con el aborto, la eutanasia y la muerte, cantando la Internacional, que se cantaba cuando había 100 millones de muertos en el siglo pasado. Los jóvenes del PP no idolatran a asesinos como el Che Guevara, sino a mártires como Miguel Ángel Blanco. Ese sí que es un héroe, y no el mercenario”. Ese estilo se ha depurado mucho con los años, y el domingo con la ayuda de otros ideólogos del entorno aznarista como Javier Fernández Lasquetty, su nuevo jefe de Gabinete, Casado lanzó un discurso potente que marca definitivamente el giro a la derecha y levantó al público de sus asientos.
Pero las gradas, en las que sigue habiendo muchos marianistas y moderados que ahora tratan de pasar desapercibidos para evitar que los nuevos tiempos acaben con sus carreras, hablaron. Y mientras sus menciones a la defensa de la educación concertada, algo que siempre triunfa en el PP, lograron aplauso unánime, la cosa se puso más dividida cuando habló de “la defensa de la vida”. No dijo “aborto”, pero todos sabían que hablaba de eso. Algunos, cercanos a las posiciones más conservadoras en esto, como Casado —que admite que en este asunto tiene una visión muy personal que podría perjudicarle electoralmente— se pusieron en pie. Pero una gran mayoría no lo hizo. Poco antes del verano de 2014, Mariano Rajoy le mostró a Alberto Ruiz-Gallardón unas encuestas que había preparado Pedro Arriola. Le explicó que si aprobaban la dura ley del aborto que tenían preparada perderían muchísimos votos, sobre todo entre los jóvenes. La ley se fue a un cajón y el ministro dimitió. Rajoy no era menos conservador en este asunto o el de la eutanasia que Casado. Pero para el pragmático expresidente, la ideología no era una prioridad.
Sin rastro de la corrupción
Las cosas han cambiado mucho desde 2014. Al PP se le han ido votos por el centro de Ciudadanos —sobre todo por la corrupción, ausente por completo de esta convención, como si nunca hubiera existido— y por la derecha de Vox.
Casado triunfó con un discurso que hace unos meses era minoritario y ahora domina por completo este partido presidencialista. Pero el otro PP no ha desaparecido. Los moderados como Alberto Núñez Feijóo o el nuevo barón ascendente, Juanma Moreno, no han cambiado de ideas. Siguen ahí y mandan en sus territorios. Pero Casado es el líder y ha decidido jugársela a todo o nada derechizando no solo para frenar a Vox, sino porque cree en ello, y el PP le sigue a ver qué pasa. Si logra gobernar, todos dirán que fue un genio. Si fracasa, se hablará de relevo. Aznar se pasó media vida con el famoso viaje al centro del PP. Y le siguieron. Luego fue a la derecha tras la mayoría absoluta de 2000. Y también fueron con él. Ahora Casado hace un nuevo viraje después de 10 años de marianismo y también le acompañan... si sale bien.
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