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‘IN MEMORIAM’ JOSÉ VIDA SORIA

La lucidez al servicio del consenso

José Vida Soria, parlamentario socialista en las dos primeras legislaturas de la democracia, fue un hombre clave para alcanzar los acuerdos que sustentan la Constitución

Tomas de la Quadra-Salcedo
Vida Soria, en una intervención en el Congreso en 1980.
Vida Soria, en una intervención en el Congreso en 1980.EFE

El pasado jueves falleció en Granada a los 81 años José Vida Soria, senador en la legislatura constituyente (1977-1979) y diputado en la I Legislatura (1979-1982) por el PSOE. Vida Soria, natural de Granada, había obtenido la cátedra de Derecho del Trabajo en 1970 en la Universidad de Salamanca. Allí coincidió y estrechó gran amistad con Francisco Tomás y Valiente, posteriormente magistrado y presidente del Tribunal Constitucional, asesinado por ETA en febrero de 1996. También allí trabó amistad con otros compañeros de claustro que con su pensamiento o con el desempeño de importantes puestos públicos contribuyeron de forma significativa al desarrollo y asentamiento posterior de nuestra democracia, como Gloria Begué, Lorenzo Martín Retortillo, José Delgado Pinto y otros muchos.

De Vida Soria se recuerda su entrada en el Congreso después de producirse el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Estaba fuera del edificio cuando irrumpieron los guardias en el hemiciclo, pero consideró su obligación mostrar a los golpistas la fuerza de sus convicciones democráticas y se presentó en el Congreso. Pese a la resistencia inicial de los guardias civiles, extrañados de que alguien quisiera entrar en aquella situación, los agentes le dejaron pasar y llegó a sentarse en su escaño con sus compañeros.

El papel de Vida Soria fue relevante en ambas legislaturas. En la Constituyente formó parte de varias comisiones, siendo de destacar la comisión mixta Congreso-Senado que desarrolló el importante papel de dar forma definitiva al texto constitucional, resolviendo las discrepancias entre los textos aprobados por cada una de las Cámaras. Fue en el seno de dicha comisión donde se fijó el texto final de nuestra Carta Magna en una serie de extremos que, aunque cuantitativamente no suponían sino una pequeña parte del mismo, se referían a cuestiones muy delicadas en las que había que mantener el consenso.

Las dotes personales y la rigurosa formación jurídica de Vida Soria contribuyeron al logro del consenso constitucional en las comisiones y debates en los que participó. Su especialización y conocimiento de la Seguridad Social no pudieron conseguir, sin embargo, llevar a la norma suprema las posiciones que él venía sosteniendo al respecto. Posteriormente, habría de lamentarse por ello y criticaría las insuficiencias de la redacción dada en esa materia. Esa fue, por otra parte, una experiencia común a muchos otros parlamentarios y grupos políticos, pues la necesidad de lograr un consenso sobre la norma básica de nuestra convivencia obligó a mutuas cesiones que lograran el más importante valor de nuestra Constitución: el inmenso grado de aprobación que logró por parte de todos, con muy limitadas excepciones.

En cambio, impugnó como comisionado de 51 diputados socialistas el Real Decreto Ley 17/1977 de 4 de marzo de Huelga, y tuvo la satisfacción de conseguir que el Tribunal Constitucional sentara doctrina revisando todo el sistema de huelga al fijar la forma en que debía entenderse su regulación como compatible con la norma suprema.

Vida Soria venía de una familia vinculada a la mejor tradición liberal y a la enseñanza universitaria. Su abuelo, Jerónimo Vida, formado en la Institución Libre de Enseñanza, fue discípulo de Francisco Giner de los Ríos y catedrático de Derecho Administrativo en Granada.

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Él mismo estudio Derecho en Granada, aunque se doctoró en la Universidad Complutense con premio extraordinario, donde comenzó su carrera como docente. Obtuvo el número uno en las oposiciones a letrado de Mutualidades Laborales (posteriormente letrados de la Seguridad Social). Fue rector del colegio mayor César Carlos, del que puso la primera piedra del nuevo edificio. Allí conoció a amigos como Elías Díaz, Álvaro Rodríguez Bereijo, Raúl Morodo, Alejandro Nieto o Jesús Aguirre. En esa época contrajo matrimonio con Carmeli Fernández Pastor, con quien tuvo tres hijos (Raquel, Carmen y José).

Tuve ocasión de conocerle en la legislatura constituyente y la I Legislatura en reuniones de expertos convocados a iniciativa de Gregorio Peces-Barba —el ponente socialista de la Constitución— para debatir o preparar notas sobre algunos aspectos del texto constitucional o sobre distintas proposiciones de ley o enmiendas a proyectos de ley del Gobierno.

Vida Soria era persona de gran inteligencia, empuje y simpatía, con un gran sentido del humor y muy aficionado al jazz. Sus intervenciones eran siempre de gran claridad y capacidad para buscar y proponer puntos de encuentro.

Fue designado como consejero electivo del Consejo de Estado en noviembre de 1990, permaneciendo como tal hasta 2003. En el tiempo en que coincidí con el en dicha institución participó siempre activamente en las sesiones del pleno del Consejo con aportaciones llenas de lucidez.

En toda su actividad demostró en todo momento una gran independencia intelectual, siempre fiel a su concepción liberal y socialista.

Como investigador y profesor de universidad ha dejado una obra ingente (más de 150 trabajos) y numerosos discípulos. Su contribución al Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social sigue siendo de obligatoria consulta. El libro que con motivo de su jubilación le dedicaron colegas, discípulos y profesores de su disciplina y de otras es la mejor prueba de la consideración y estima que su obra como académico ha tenido y seguirá teniendo.

En el momento de su pérdida, quienes tuvimos la suerte y el honor de conocerlo queremos dejar testimonio de lo que fue y de lo que hizo y así perpetuar su recuerdo.

Tomás de la Quadra-Salcedo Fernández del Castillo es expresidente del Consejo de Estado, exministro de Justicia y catedrático emérito de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III.

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