El superviviente de la patera ‘toy’ naufragada en Cádiz dice que algunos murieron por falta de víveres
La Guardia Civil ha localizado un cadáver y hay otros ocho migrantes desaparecidos
Salió de entre las olas, de un mar embravecido de esos que no hace distinciones. A sus 17 años, Aimé —nombre ficticio— tocó suelo español el pasado lunes, en medio de la tempestad que asolaba la playa de El Palmar, en Vejer (Cádiz). Pero nada fue como le prometieron quienes les cobraron por embarcar en una neumática de juguete sin motor. Eran diez en un viaje que se prolongó, sin víveres y a la deriva, durante más de tres días. Ahora, Aimé es el único superviviente de una tragedia “dantesca”, a juicio de uno de los guardias civiles que ha conocido su testimonio. Mientras, el Atlántico ya ha devuelto el cadáver de una de sus compañeros y ocho más siguen desaparecidos.
Deshidratado y al borde de la inanición, el joven se recupera en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Puerto Real, donde está ingresado desde el lunes, cuando consiguió llegar por su propio pie, aunque a duras, penas a la playa. “Estaba muy mal, llegó casi sin ropa. Él ya se veía muerto”, relata Marie Pierre, una de las personas que auxilió al adolescente nada más llegar. La mujer vio cómo, entre las olas, Aimé conseguía alcanzar la orilla a duras penas. A cinco metros de él, apareció la exigua toy en la que había hecho el viaje.
En su periplo por Europa, Pierre, de origen belga, llegó hace unos días a la paradisíaca playa de El Palmar. Buscaba tranquilidad y paisajes, pero se ha encontrado con el horror narrado en primera persona por boca de Aimé. Desde que le auxilió por vez primera el lunes, ya le ha visitado en dos ocasiones en la UCI del hospital. La última, en el mediodía de este mismo miércoles, le ha acompañado una familia de El Palmar que también ayudó al joven en la playa y que hoy le ha llevado algo de ropa.
“Quiero darle apoyo, ya que no tiene familia aquí, ayudarle”, afirma Pierre. En ese consuelo, la belga ha podido conocer los duros detalles de un viaje que comenzó en torno al jueves o el viernes de la semana pasada, en un punto del norte de la costa de Marruecos. El joven, que dice estar cerca de cumplir los 18 años y ser natural de Guinea, asegura que tanto él como su hermano pagaron un importe que no ha trascendido para poderse embarcar. La organización con la que cerró el viaje ilegal le prometió que el viaje sería breve y que irían en una patera a motor.
Sin embargo, cuando llegaron a la costa marroquí, se encontraron con una pequeña embarcación de juguete en la que irían diez personas hacinadas. Como tracción, un palo que hacía las veces de remo. “Quien les hizo eso sabe que les enviaba a morir”, apunta el guardia civil que también se ha entrevistado con el chico. Pierre añade: “Como les dijeron que el camino iba a ser corto no llevaban ni comida”.
Pronto la travesía se complicó y se convirtió en un tormento de entre tres y cuatro días a la deriva. “Sin alimento, empezaron a morir. El hermano del chico murió entre sus brazos”, explica el agente. En la desesperación, el propio Aimé llegó a beber agua de mar. Cuando se quiso dar cuenta, el joven estaba solo, sin apenas fuerzas y en medio de un fuerte temporal, aunque ya muy cerca de la orilla.
El relato del horror de Aimé comenzó a confirmarse la tarde de este pasado martes, con la recuperación del primer cadáver de una mujer de unos 20 o 30 años, justo a la misma zona a la que él consiguió llegar. Este miércoles por la mañana, el joven ha confirmado que se trataba de una de las compañeras que viajaba con él en la patera. La Guardia Civil ha mantenido durante toda la jornada un dispositivo de búsqueda por mar y tierra que, de momento, no ha dado más resultados.
Los cadáveres que lleguen se sumarán a la tétrica lista tragedias en el Estrecho que ya acumula 620 muertos, según la Organización Internacional para las Migraciones. Cuando todavía esperan en distintas morgues de la provincia los cadáveres de los 23 marroquíes fallecidos en la patera naufragada el 5 de noviembre en Barbate, en la playa de los Corrales de Chipiona, la Guardia Civil ha confirmado un cadáver más, un hombre de origen marroquí que eleva a 25 el número final de fallecidos.
“Hoy terminábamos el dispositivo de localización de esos desaparecidos y hoy hemos tenido que iniciar otro con los ocho de este nuevo hundimiento”, ha reconocido con resignación el agente. Mientras buscan, en la playa de El Palmar aún continúan las cámaras de aire de neumáticos que hicieron las veces de endebles salvavidas de este nuevo viaje malogrado. Esta mañana, uno de ellos estaba colgado del espejo retrovisor de la furgoneta de Marie Pierre. “Aún tengo la imagen de lo que vi. Es muy fuerte”, zanja la joven con voz preocupada.
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