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Gürtel siempre vuelve

La dirigente presumió de ser la única que intentó limpiar el PP. 10 años después, sus maniobras acaban con su carrera

María Dolores de Cospedal, el pasado martes en el Congreso. En vídeo, Cospedal reitera que no dejará su acta de diputada.Foto: atlas | Vídeo: FERNANDO VILLAR (EFE) | ATLAS
Carlos E. Cué

Ha tardado casi 10 en explotar definitivamente, pero no deja nada a su paso. La bomba del caso Gürtel vuelve una y otra vez para devorar cualquier intento del PP por recuperarse. Vuelve en diferido, como dijo Dolores de Cospedal en su inolvidable comparecencia sobre el supuesto finiquito de Luis Bárcenas —en realidad, un sueldo prácticamente vitalicio de 200.000 euros anuales con el que Mariano Rajoy trató de comprar el silencio de su tesorero—. Pero vuelve.

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Después de acabar con toda una generación política del centro derecha e incluso con Rajoy, su líder, que siempre confió en que sería el único superviviente de la quema, Gürtel y sus derivadas han rematado la carrera de Cospedal, que logró sobrevivir 10 años como secretaria general pero ha caído ya en la oposición.

Ella siempre presumió en público y en privado de ser la única que estaba luchando de verdad contra los veteranos del partido para limpiar a fondo un PP podrido por el caso Gürtel. “En el PP, quien la hace la paga y que cada palo aguante su vela”, llegó a decir en 2013. Pero cae precisamente porque las conversaciones revelan que ese afán de limpiar no era tan puro. A su manera, ella también estaba tratando de tapar Gürtel, algo en lo que trabajaba casi todo el PP. Hasta ahora se creía que ella no.

Es un hecho incontestable que Cospedal se enfrentó a Bárcenas y Javier Arenas, que tenía una estrecha relación con el extesorero. También lo es que se quedó fuera de las principales maniobras de Rajoy y Arenas para proteger a Bárcenas y garantizarle sueldo, despacho y secretaria de por vida. Solo se lo quitaron cuando EL PAÍS publicó los papeles y él empezó a volverse contra Rajoy.

En su guerra con el extesorero, Cospedal llegó incluso a ordenar que quitaran unas pegatinas con las que él trataba de tapar los cristales de la sala Andalucía, la que le habían dejado para que guardara sus papeles. Y después fue mucho más lejos, se enfrentó a él en los tribunales y le demandó varias veces por calumnias.

Con eso, Cospedal se ganó muchos enemigos internos entre los veteranos más manchados por Gürtel pero también una imagen de ser la única que se había atrevido a intentar limpiar. Sus comparecencias públicas, en especial la de la indemnización en diferido, hundieron su imagen pública y provocaron todo tipo de burlas, pero a cambio le dieron el reconocimiento de muchos compañeros que veían que ella ponía la cara por el partido para que se la partieran.

Pero mientras hacía todo eso, decía ufana que el PP era “el partido más colaborador con la justicia de la historia democrática” y reivindicaba que actuaba “para que se conozca la verdad” y se sepa “con limpieza y con transparencia, lo que pasa en el partido”, Cospedal recibía en su despacho oficial de tapadillo a un comisario que le contaba cómo intentaron romper el pendrive clave de la causa sin que ella se escandalizara y al que ofrecía dinero del PP para hacer “algunos trabajos” que no servían para limpiar, sino para ocultar.

Entonces se pensaba que era Federico Trillo el encargado de maniobrar para frenar el avance del caso Gürtel. Ahora se sabe que también ella abría sus propias vías para ver si se podía hacer algo para pararlo.

En el mismo mes en el que denunciaba en los medios con gran escándalo que la policía estaba espiando al PP, Cospedal enviaba a su marido, Ignacio López del Hierro, siempre detestado dentro del partido, a interesarse por un espionaje real que les ofrecía Villarejo, con varias ilegalidades incluidas, al hermano del entonces ministro Rubalcaba.

Y mientras se enfrentaba a Bárcenas en los juzgados, avalaba que el PP destruyera los discos duros de los ordenadores del extesorero. O aguantaba sin problemas que el partido del que era secretaria general fuera registrado por la policía durante 10 horas sin que nadie asumiera ninguna responsabilidad.

Casi todos en el PP de esa época tenían esa doble cara. Cospedal, sin embargo, siempre dijo que ella era diferente, que no estaba dispuesta a pasar por ese aro. Las grabaciones han mostrado de forma descarnada la naturaleza brutal de la política cuando baja a las cloacas del Estado. Y sugieren que la única manera que tiene Pablo Casado de romper con Gürtel es apartar a cualquiera que tuviera protagonismo en esa época. Una reinvención completa con nuevos jugadores. Si no lo hace, el líder del PP ya sabe, porque lo ha vivido estos días en plena campaña electoral andaluza, que Gürtel siempre vuelve.

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