Psicosis política tras el crimen de Llanes
El asesinato del concejal de IU azuza las tensiones entre partidos rivales hasta el punto de que ya hay ediles con escolta
Ana Díaz es nieta, hija, esposa y madre de mineros en Riosa (Asturias). Tiene 46 años y se metió en política en 2007 siguiendo los pasos de su padre, “un comunista de toda la vida”. En 2015, desbancó del poder al PSOE con las siglas de Izquierda Unida (IU). Los socialistas gobernaban desde los orígenes de la democracia ese municipio de casas dispersas en un valle que, tras el cierre de las minas, no llega a 2.000 habitantes. Y ella se convirtió en la primera alcaldesa de la cuenca del Caudal.
Díaz pasó a trabajar en el Ayuntamiento por los mismos 1.088 euros que cobraba como administrativa en su empresa, pero con muchos más problemas. “El hostigamiento ha sido constante desde la oposición, desde UGT, vecinos y amigos que nos han retirado el saludo y, lo último, la amenaza de muerte”. Un mensaje que decía así: “Lo que le ha sucedido a tu amigo en Llanes no es nada con lo que te va a pasar a ti”. Díaz lo cuenta mientras es escoltada por dos agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Siguen sus pasos desde que halló ese mensaje anónimo en su cochera. También los de su compañero de partido y concejal de Agricultura, José Manuel Pello, un ganadero jubilado, que esta semana encontraba su coche rayado con las letras D.E.P. “No creo que los autores de esto tengan nada que ver con el asesino de Llanes, más bien que es obra de un oportunista en este clima de crispación”, dice el exlíder de IU Gaspar Llamazares, ahora diputado autonómico asturiano.
El asesinato a golpes el pasado 16 de agosto del concejal de Personal y Playas del cercano municipio de Llanes, Javier Ardines, de 52 años, también de IU, ha creado una psicosis política en pequeñas poblaciones en las que todos se conocen. La formación de izquierdas le venía pisando los talones a los socialistas “de toda la vida” en muchos concejos y fue en las elecciones de 2015 en las que el PSOE perdió el poder en plazas importantes: “Gobernamos en Mieres, Langreo, Riosa, Lena, Morcín, Teverga, Illas, Castriñón, Llanera; y cogobernamos en Grado, Llanes y Oviedo, ocho alcaldías y tres cogobiernos”, enumera el coordinador de IU, Ramón Argüelles. “La crispación social es un reflejo del cambio, no todo el mundo acepta el resultado de las urnas”, dice.
De momento no han dado con los responsables de las amenazas tras el asesinato de Ardines, ni con quienes quemaron los coches de otros dos concejales de IU en Mieres y en Cangas de Narcea meses antes, ni se ha detenido a nadie por la brutal muerte del concejal, que sigue llena de interrogantes. Pero hay una certeza: ese asesinato ha azuzado una realidad social muy crispada.
“Ardines iba hasta el final, aunque tuviera que abrir un camino con sus propias manos”, dice el alcalde de Llanes, Enrique Riestra. “Fue el catalizador de un cuatripartito inopinado [PP, Foro, Vecinos por Llanes e IU], que puso fin a 28 años de hegemonía del PSOE”, señala Riestra. “Como concejal de Personal que era, se propuso acabar con la red clientelar que funciona en este consistorio desde tiempos inmemoriales, con los contratos y licencias irregulares, con las construcciones amañadas, y no paró hasta que una sentencia nos obligó a tirar abajo la ampliación de un hotel”, dice. En Llanes, la llamada Marbella asturiana, como en otros municipios, la política municipal se decide ahora en los juzgados.
“No tenemos miedo”, gritaban los representantes de IU en las concentraciones convocadas estos días, al mismo tiempo que pedían protección por los cauces oficiales al Ministerio del Interior La delegada del Gobierno, Delia Losa, ha convocado este lunes la Junta de Seguridad. “Condenamos enérgicamente cualquier ataque o amenaza a representantes políticos”, respondió por correo electrónico a EL PAÍS. “Estos casos constituyen una excepcionalidad en Asturias, una comunidad con la segunda tasa de criminalidad más baja de España”.
Los esfuerzos de los investigadores de la Guardia Civil se centran en encontrar al asesino de Ardines. Parece claro que hubo “una cierta premeditación en el crimen”, señalan fuentes cercanas al caso “no fue un encuentro casual, quien lo hizo le conocía, sabía a qué hora iba a salir de casa, por donde pasaría y que iba solo”. “El que lo hizo iba con la idea de matarlo”, añaden las misas fuentes, que no descartan ninguna línea de investigación, pese a que el clima social ha llevado a una mayoría a leer el homicidio como un “crimen político”. La posibilidad de que se trate de un “crimen pasional”, por ejemplo, ha quedado relegada a “personas maledicentes”. Pero ya algunos empiezan a pensar qué harán si finalmente se probase que el móvil del asesinato no tiene nada que ver finalmente con el cargo público que desempeñaba Ardines.
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