La lucha por reabrir a coste cero el último bar de un pueblo con 42 habitantes
El Consistorio de Esplegares (Guadalajara) ofreció sin ningún tipo de gasto el único local de la aldea a quien quisiera regentarlo. Una pareja foránea fue la elegida entre 300 aspirantes
En la España profunda, la de campo y aldeas vacías, un alcalde buscaba a alguien de fuera que se hiciera cargo del único bar del pueblo. Lo ofrecía sin gastos de alquiler, luz ni agua. A la desesperada. “En un lugar como este, un bar es un artículo de primera necesidad”, comenta. El regidor socialista, Félix Salazar, compagina su labor de agricultor con la de gestionar el día a día de Esplegares, una localidad de la Alcarria donde residen 42 habitantes que desde febrero hasta finales de julio no tenían donde reunirse.
“El pueblo solo tiene un bar que durante mucho tiempo lo llevó un hombre que falleció el año pasado”, afirma Salazar en conversación telefónica con EL PAÍS. El local, un antiguo teleclub ubicado al lado de la Casa Consistorial, era el lugar de reunión hasta hace unos meses, cuando la viuda del antiguo dueño tuvo que cerrarlo. Algunos vecinos se encargaron de mantenerlo operativo durante algunas semanas más, pero finalmente decidieron que había que encontrar a alguien que se ocupara del establecimiento a largo plazo. “Era el club social del pueblo. Por eso el Ayuntamiento decidió correr con todos los gastos de luz, agua y cualquier avería, y no cobrar alquiler al que quisiera reabrirlo”, detalla el alcalde.
Dispuestas las condiciones, solo faltaba darle publicidad al anuncio. “La idea de publicar la oferta en los periódicos fue mía. Como soy periodista, pensé que tendríamos repercusión en los medios locales al menos”, dice Noelia López, la promotora de esta iniciativa junto a Salazar. Y la medida surtió efecto. Desde que salió el anuncio por primera vez en La Crónica de Guadalajara el pasado 13 de julio, recibieron algo más de 300 llamadas de personas de todas partes dispuestas a hacerse cargo del local. “Ha habido de todo. Principalmente matrimonios con hijos, la mayoría desempleados, y otros que aun teniendo trabajo querían dar un cambio en su vida y dejar la ciudad para venir aquí”, cuenta la vecina esplegareña. “Aunque esto no se hace por repoblar la zona. Los que van a llevar el bar no pueden vivir aquí por ahora porque no hay ningún alojamiento en todo el pueblo”, aclara.
A los interesados no se les pidió el currículum ni ningún tipo de referencia laboral. “Al final nos hemos guiado por las sensaciones. Escogimos a un matrimonio con dos hijos que creemos que puede congeniar con la gente y que se compromete a llevar el bar durante un plazo de tiempo largo”, relata López.
La familia, procedente de Cabanillas del Campo, una localidad del suroeste de Guadalajara de unos 9.000 habitantes, recorre desde finales de julio los 204 kilómetros de ida y vuelta que separan su residencia actual del puesto de trabajo que consiguieron hace apenas un mes. “Aunque su intención es buscar algo para vivir cerca de la zona”, apunta el alcalde. Ahora les toca a ellos devolver la vida a esta aldea de la Alcarria que padeció el "drama" de tener las puertas de su bar cerradas durante medio año.
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