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El ‘caso máster’ coloca el futuro del PP de nuevo en manos de los tribunales

Dirigentes del partido admiten su preocupación no tanto por el recorrido judicial, sino por el daño a su imagen. "No levantamos cabeza", asegura uno de ellos

Pablo Casado, este lunes, en la sede del PP.Vídeo: ÁLVARO GARCÍA

"Indicios de criminalidad”. Son las palabras de las que el PP no logra deshacerse. Apenas 17 días después de elegir nuevo líder para inaugurar una etapa tranquila, la juez Carmen Rodríguez-Medel elevó al Tribunal Supremo un escrito en el que considera que el máster de Pablo Casado pudo ser “un regalo”, es decir, que pudo implicar prevaricación administrativa y cohecho impropio. El presidente del PP negó cualquier irregularidad: “Lo que me han hecho a mí no se lo han hecho a nadie en este país”. En el PP crece la alarma, más por el daño a su imagen que por el recorrido penal. “No levantamos cabeza”, dice un dirigente.

“Otra vez nos marcan la agenda desde fuera, otra vez nos toca achicar agua. Con el congreso [para elegir al sucesor de Mariano Rajoy] se trataba de inaugurar una nueva etapa de limpieza y tranquilidad, pero no conseguimos salir del bucle”, resume un dirigente popular la polémica por el máster de Casado.

Apenas 17 días después de su nombramiento, el presidente del PP tiene sobre la mesa una exposición razonada de 54 folios en los que la juez Carmen Rodríguez-Médel traslada al Supremo las sospechas sobre su máster, que considera “un regalo académico” por la “ relevancia política e institucional” del dirigente del PP, diputado autonómico por Madrid cuando ocurrieron los hechos. Los delitos de los que se le acusa están penados con hasta año de cárcel en el caso del cohecho impropio (aprovecharse de la condición de representante público para recibir regalos) y de 9 a 15 de inhabilitación por la prevaricación administrativa.

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La decisión judicial obligó este lunes a Casado a modificar su agenda y retrasar un vuelo a Colombia, donde asiste este martes a la toma de posesión del nuevo presidente, Iván Duque, y donde tiene previsto reunirse, además, con los mandatarios de Chile, Argentina y Honduras. Se convocó a la prensa de urgencia en la sede del partido para responder a preguntas sobre el máster. “Nunca me he escondido, siempre he dado la cara”, reivindicó.

Casado no se plantea dimitir e insistió en la “intrascendencia” del máster y de su cargo político en aquel momento (2008). “Era un curso de doctorado que habilitaba a escribir una tesis, que finalmente no la hice por falta de tiempo [en 2009 empezó a trabajar con José María Aznar]. No tengo ningún título para colgar en ninguna pared y no conocía a las personas que podían haber dado ese regalo”, señaló. “No era nadie más que un diputado autonómico sin capacidad de hacer nada en la Administración”.

Preguntado por si pediría la dimisión de un rival político que estuviera en su misma situación, se defendió alegando que ya han surgido noticias similares sobre otros políticos. Citó “titulaciones ficticias del líder del PSOE en Madrid, una tesis doctoral del presidente del Gobierno desaparecida” y la beca de Íñigo Errejón.

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“Llevamos cuatro meses de escrutinio exhaustivo de un curso. ¿Es normal que el Supremo tenga que recibir un caso por un curso de hace 10 años por presuntas irregularidades que estarían prescritas y que en todo caso no se cometieron? Lo que me han hecho a mí no se lo han hecho a nadie en este país y en ningún otro. No estoy siendo investigado por ningún tribunal y no recae sobre mí ningún indicio de culpabilidad”, afirmó Casado.

La ley y la ética

Cuando le preguntaron si le parecía “ético” aprobar un máster sin ir a clase y convalidándole 18 asignaturas de 22, Casado respondió que había ocurrido lo mismo con otros alumnos: “Hay una frase de un expresidente francés que dice que la ética es la ley. No la marcan ni los periodistas, ni los políticos, sino la ley. En un Estado de derecho no tenemos que demostrar la inocencia, hay que demostrar la culpabilidad”.

Los dirigentes populares consultados por este diario no creen que Casado vaya a ser procesado en el Supremo y plantean el caso como “un problema de reputación”, más que penal. “Evidentemente, esto no es la Púnica ni la Gürtel. Nadie ha metido la mano en la caja. Pero sí es trascendente, habla de un periodo de gran influencia del PP de Madrid y nos pone en una situación muy incómoda”, resume un dirigente. “Resultará difícil demostrar la prevaricación, ya que no tomó ni promovió ninguna decisión administrativa arbitraria. Y lo mismo con el cohecho impropio [recibir un regalo por la condición de funcionario o representante público} ya que no tenía capacidad alguna de decidir sobre asuntos que afectaran a la Universidad”, añaden fuentes de la dirección.

En la línea de la persecución, el método clásico de respuesta de los populares ante los escándalos —“esto no es una trama del PP, es una trama contra el PP”, declaró Rajoy sobre Gürtel— se manifestaron también miembros de la nueva ejecutiva de Casado, como Francisco Núñez: “Por desgracia, cuando eres popular, van a por ti. Ha dado explicaciones más que de sobra ante un tema sin sustancia política alguna y que hay quien se empeña en elevar para ir contra el PP. Una pena que persigan a quien trabaja por España”. Casado evitó atacar directamente a la juez, aunque deslizó que ahora se acabaría la “indefensión”. “Espero que el Supremo ponga en sus justos términos esta cuestión”, dijo. Fuentes de la dirección del PP opinan que Rodríguez-Médel se ha “dejado llevar por la presión mediática” y que con las diligencias que había practicado “estaba investigando a Casado de forma directa, excediendo su jurisdicción”.

El traslado del caso al Supremo, que debe decidir si lo archiva o si practica las medidas sugeridas por la juez —como requerir a Casado su ordenador para comprobar la veracidad de los trabajos presentados—, ha pillado al líder popular en pleno proceso de integración del partido tras la traumática pugna de las primarias. Su rival, Soraya Sáenz de Santamaría, aún no tiene un puesto en la dirección, y como ella, nadie de su núcleo duro. El líder del PP dejó caer que se había utilizado la polémica de su máster durante la campaña de las primarias y aseguró que de no haber tenido “la absoluta certeza” de que no hizo “nada incorrecto”, no se habría presentado. “Quiero enviar un mensaje de tranquilidad a todos los populares”, insistió.

Uno de los apoyos de la exvicepresidenta lo ve de otra manera: “Sabíamos que esto iba a pasar, pero no lo utilizamos en campaña para que no nos acusaran de juego sucio ni lo haremos ahora para que no nos llamen revanchistas. Pero esto es malo para el PP. Aunque no le condenen, el curso político se inaugurará con esto”. El peor escenario, apunta, sería que la convocatoria de elecciones les pillara en plena imputación.

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