Localizados dos cadáveres de represaliados de la Guerra Civil en una fosa de Cádiz
Los arqueólogos estiman que podrían aparecer otras 139 víctimas de la contienda en la zanja descubierta
El rastro del maestro Antonio Conejos Vicente se esfumó sin más señas en julio de 1936. Fue justo en los días en los que, en el fragor de la Guerra Civil, Cádiz caía en manos del bando sublevado. 82 años después de aquello, su nieta Pilar López se asoma nerviosa a la zanja abierta por los arqueólogos en el clausurado cementerio de San José de Cádiz. Quiere despejar, por fin, la incógnita sobre el paradero de su abuelo. “Tengo un pellizco grande. No sé ni como era su cara”, confiesa la gaditana. López espera que su antepasado esté en la fosa norte del camposanto, donde se presupone que aparecerán en total 141 cadáveres de represaliados, y que ahora el Ayuntamiento y la Plataforma para la Memoria Histórica de Cádiz acaba de localizar.
Han aparecido tras cinco meses de investigación histórica, sondeos de georradar, catas arqueológicas y justo cuando los investigadores estaban a punto de tirar la toalla. El pasado 16 de junio Pilar López y otros familiares veían, a pie de enterramiento, cómo sus esperanzas de dar con sus muertos se desvanecían: no había indicio alguno que llevase a pensar que en el hueco que se estaba excavando hubiese finados con signos de muerte violenta. Nueve días después un hallazgo lo ha cambiado todo. Los arqueólogos municipales han encontrado restos óseos de, al menos, dos personas “con signos en los cráneos de haber recibido tiros de gracia”, ha explicado en la mañana de este lunes el historiador de la plataforma, José Luis Gutiérrez. El ADN revelará el parentesco con los descendientes.
Los investigadores partían de la hipótesis de la existencia de dos fosas con víctimas del franquismo en el cementerio de San José, hoy cerrado y en fase de desmantelamiento. “Pero una cosa son los testimonios y otra la que encuentras cuando empiezas a excavar. Ha pasado tanto tiempo, manipulación y oscurantismo que es complicado”, ha reconocido Gutiérrez. En la norte que ahora se cava existía la suposición de que estaban enterrados al menos 141 cadáveres; en la sur, aún por sondear, el resto hasta completar buena parte de los 700 represaliados durante la Guerra Civil y la purga franquista posterior.
La complejidad de los trabajos es mayor, si cabe, ya que en Cádiz los golpistas no excavaron una fosa específica para represaliados sino que se emplearon las de uso común del camposanto. Los archivos del cementerio atestiguaban la existencia de una sepultura colectiva que fue usada desde julio de 1936 a marzo de 1937, justo en los días en los que la capital fue ocupada. En ella se inhumaron, en cajas separadas, alrededor de 141 asesinados. Una vez esta quedó colmatada de cadáveres, los siguientes 550 ajusticiados, desde la primavera de 1937 hasta 1950, fueron sepultados en su mayoría en una fosa de la zona sur, pero también en distintos enterramientos, incluidos nichos.
Gracias al trabajo con un georradar de la Universidad Complutense de Madrid el pasado mes de enero se pudo averiguar que en la zona norte existían evidencias del enterramiento, que coincide con los convulsos primeros momentos que se vivieron en la ciudad, cuando los sublevados la ocuparon a partir del 22 de julio. Es justo cuando se pierde todo rastro de Antonio Conejos, natural de Albentosa y residente en Cádiz, maestro, articulista en medios nacionales y afiliado a la CNT. También cuando son asesinados los concejales del Ayuntamiento Federico Barberán Díaz y Antonio Martínez Jurado, además de militantes de la UGT.
“Estamos hablando del mes de agosto de 1936 cuando se produce la gran matanza golpista que abarca a todas las clases sociales y movimientos”, ha apuntado Gutiérrez. Buena parte de esos nombres son los que ahora se cree que pueden aparecer en esta fosa. Pero también figuran más asesinados, procedentes de pueblos de la Sierra de Cádiz e incluso de otras provincias españolas como Córdoba, Toledo o Málaga. “Hay que tener en cuenta que en Cádiz se estableció un consejo de guerra y era donde se emitían las sentencias”, ha razonado el historiador. Incluso Gutiérrez explica que en la fosa hay “80 desconocidos que se enterraron sin identificar, por ello, el Ayuntamiento hace un llamamiento a otros posibles familiares de represaliados”.
La dignidad
El hallazgo de los dos cráneos con agujeros de bala ha confirmado que las pesquisas previas habían dado sus frutos y los arqueólogos están excavando justo en el lugar adecuado. Además, los expertos creen haber encontrado un tercer fallecido que también puede presentar signos de violencia, aunque aún tienen que confirmar este extremo. Y eso que no era fácil. “En 1979 se hicieron unas obras en la zona y se vació parte de la fosa”, ha explicado el concejal de Memoria Democrática Martín Vila.
Más complejo aún será determinar las identidades de cada uno de los que se encuentran en el enterramiento. Para ello, los arqueólogos documentan las características físicas y objetos personales que puedan aparecer en la tumba. Además, se realizarán cotejos de ADN para poder establecer coincidencias con los familiares que buscan a sus fallecidos. Fue lo que la hermana de Pilar López ya hizo con la esperanza de que Conejos pueda ser uno de esos 80 enterrados sin identificar en esta fosa. La familia tuvo que esperar a la muerte de su madre para iniciar la búsqueda de su antepasado. “Ella se limitó a decir que se había quedado huérfana y que no quería saber nada más. Borró todo rastro de él como algo malo que quería olvidar”, reconoce la gaditana.
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