Cuando el infierno sigue fuera del aula: “Ahora no hay escapatoria para las víctimas”
Los casos de ciberacoso a menores en España aumentan un 65% y suman ya más de 6.500 en el último lustro
Ana se enfrentó al infierno cuando solo tenía 12 años. Primero, en forma de insultos y empujones en clase. Después, a través de toda una campaña de acoso liderada por una de sus compañeras del colegio de Pamplona donde estudiaba. "Puta asquerosa. Eres una fácil. Eres una guarra", le gritaba una chica en la escuela. "Muérete, no quiero ni que respires el mismo aire", le decía, mientras instaba a otros alumnos a emular una cacería que duró casi cuatro años. En ese tiempo, los episodios humillantes se sucedieron: como cuando le sacaron de la mochila la ropa de educación física y empezaron a tirarla al aire mientras exclamaban: "¡Cuidado, que el virus se contagia!"; o como cuando impedían que otros chavales se le acercaran en el patio para que estuviera siempre sola. Un martirio de burlas constante que no acababa cuando dejaba atrás las aulas. Seguía en casa. A través de las redes sociales.
El ciberacoso a menores detectado en España ha aumentado un 65% en el último lustro. De los 824 casos de todo 2012 se ha pasado a los 1.364 registrados entre enero y octubre de 2017, según los datos recogidos en el Sistema Estadístico de Criminalidad del Ministerio del Interior y facilitados en una respuesta parlamentaria al PSOE. En total, el Gobierno ha contabilizado casi 6.500 victimizaciones en los últimos cinco años. "Los niños tienen acceso, cada vez antes, a unas armas muy potentes y a un mundo sin reglas como es Internet", subraya Carmena del Moral, analista jurídica de Save the Children, que alerta de que la dimensión del problema es mayor que lo que reflejan las cifras oficiales.
"Una gran parte de casos no se denuncian y quedan ocultos", continúa la técnica de la ONG, que en 2016 publicó un estudio —elaborado con los testimonios de 21.500 jóvenes de 12 a 16 años— que concluía que el 6,9% de los chavales admite haber sufrido un episodio de ciberacoso. "La extrapolación de los datos implica que unos 82.000 menores estarían padeciéndolo", añade Del Moral sobre un informe que también detalla que un 4,2% de las víctimas cree que le atacaban por su orientación sexual; un 5% por su color de piel, cultura o religión; y un 16% por sus características físicas.
A través del WhatsApp, de los foros en Internet, de las redes sociales, del e-mail… Las herramientas usadas por los ciberacosadores se multiplican a medida que su uso se populariza entre los adolescentes. Y el móvil se ha convertido en su aliado más perverso. Según el informe Sociedad digital en España 2017, un 86% de los jóvenes de entre 15 y 24 años posee un móvil y lo usa como dispositivo de referencia para mensajería instantánea (81,7%) y acceso a redes sociales (77,5%). "En comparación con el acoso tradicional, en el que los niños se encontraban en un entorno seguro cuando volvían a casa, ahora nos enfrentamos a un fenómeno que se sufre las 24 horas del día y los siete días de la semana. Ahora no hay escapatoria para las víctimas", sentencia la analista de Save the Children.
Fue el caso de Arancha, una menor de 16 años que se suicidó en 2015 en Usera (Madrid). "Guarra, ¿qué dices de mí? Voy a ir a pegarte con mis primas. Me cago en tus muertos. Me vas a dar 50 euros o voy a ir con mis primas y más gente a pegarte", rezaba el mensaje que recibió de uno de sus acosadores en el teléfono. Uno de los muchos textos amenazantes y audios que acumuló. "El móvil es la herramienta más habitual para acosar telemáticamente y, dentro de este medio, el WhatsApp es la aplicación más utilizada: afecta al 81% de las víctimas", advierte otro estudio de la Fundación Anar. Según este documento, el bullying a través de otras redes sociales se produce en el 36,2% de los casos. Y el fenómeno se encuentra en pleno auge.
"Los supuestos de acoso se suceden, más aún si cabe que en las aulas, fuera de ellas", resalta la última memoria de la Fiscalía General del Estado, que muestra su preocupación ante el avance del problema: "Responde a que el inicio en las nuevas tecnologías se produce a edades cada vez más tempranas", recalca el documento del ministerio público, donde ya se alerta del archivo judicial de muchos casos porque los autores no superan los 14 años, la edad mínima penal.
Violencia machista
Pero el ciberacoso a menores no se limita al entorno escolar. Los investigadores resaltan que ha proliferado en las relaciones sentimentales entre adolescentes, vinculado al control de la pareja y a la violencia machista. "Los casos que más se repiten en las sesiones con estudiantes de la ESO son los de personas desconocidas con perfiles falsos que comienzan a acosar a los menores pidiendo fotos íntimas", apostilla Diego Lucena, coordinador de un proyecto de prevención del ciberbullying en 10 institutos y 18 colegios de la comunidad de Madrid, en colaboración con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).
Ana (nombre ficticio) no aguantó más y en 2016 dejó de ir a la escuela. Antes, el centro no había detectado nada. Pero el daño ya estaba hecho. Los insultos y ataques de sus compañeros le provocaron ansiedad y depresión. Necesitó tratamiento psicológico y farmacológico, según consta en la sentencia que condenó a su acosadora a 14 meses de libertad vigilada y le impuso una orden de alejamiento de 300 metros. Esta vez, la víctima denunció.
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