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Sanidad autoriza la venta en farmacias del equipo de autodiagnóstico del VIH

Los dispositivos son similares a los que usan los diabéticos o las pruebas de embarazo

Equipo de autodetección del VIH.

Quien quiera saber si está infectado por el VIH podrá hacerlo en la intimidad de su casa a partir de esta semana. El Ministerio de Sanidad ha autorizado la venta en farmacia de dispositivos, similares a los que usan los diabéticos o las mujeres para saber si están embarazadas, para aquellos que, por el motivo que sea, no quieren acudir a un centro de salud, uno comunitario o a las farmacias donde se realiza la prueba rápida, ha explicado Elena Andradas, directora general de salud pública del departamento que dirige Dolors Montserrat.

El objetivo es conseguir que todas las personas infectadas lo sepan lo antes posible, para así empezar a tratarlas de inmediato. Ello tiene un doble efecto, indica Andradas: beneficiar al afectado, que controlará antes el virus, y romper la cadena de transmisión, ya que se ha demostrado que la gran mayoría de las personas que toman bien la medicación consiguen reducir tanto la presencia del VIH en su sangre (la llamada carga viral) que no transmiten eficazmente el patógeno.

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Se trata del último esfuerzo para cortar la cadena de transmisión del virus. Hasta ahora, las personas que querían saber si estaban infectadas o no tenían un amplio abanico de opciones (centros de salud, ONG, farmacias, centros comunitarios), pero en todos ellos había un inconveniente: para hacerse la prueba había que contar con la participación de médicos, enfermería, farmacéuticos o voluntarios. Y en una enfermedad como el sida, asociada a un fuerte estigma, eso podía ser un obstáculo. Ahora, quien haya tenido una relación sexual de riesgo podrá saber si ha adquirido el VIH sin que nadie lo sepa. Podrá comprar el equipo en cualquier farmacia (puede elegir una lejos de su casa donde nadie le conoce, por ejemplo) y hacérselo en casa. "Es un sistema fácil, parecido al Predictor de las embarazadas", indica Andradas, y en la caja vendrán las instrucciones paso a paso, desde la gasa con antiséptico para esterilizar el dedo hasta la aguja para pincharlo y el aparato en el que poner la sangre. El resultado se tendrá en unos 20 minutos, y el lote completo costará alrededor de 30 euros.

En las instrucciones se incluirá también información sobre qué hacer si el resultado es positivo, y hay un teléfono que atenderá la Coordinadora Estatal de Sida (Cesida) para resolver las dudas que surjan. También el Ministerio de Sanidad ha colgado en su web una serie de recomendaciones. También los farmacéuticos recibirán instrucciones al respecto.

Este es el último intento para acabar con el que, en este momento, es el principal problema para controlar la expansión del VIH en España. Se calcula que en el país hay unas 150.000 personas con el virus. De ellas, la mayoría, unas 116.500, indica Andradas, está en tratamiento, lo que disminuye la posibilidad de que lo transmitan. Pero hay un 18% de afectados que ignora su estado, por lo que es posible que estén infectando a sus parejas. Hace cinco años este porcentaje se establecía en un 30%. La causa del descenso, apunta Andradas, es múltiple. Por un lado, las campañas y facilidades para hacerse la prueba; por otro, que los infectados en tratamiento cada vez son más, lo que rompe la cadena de transmisión.

Este desconocimiento se refleja en los datos: de los 3.353 nuevos diagnósticos del VIH estimados para 2017, según los últimos datos del ministerio (que todavía figuran en su web adscritos al desaparecido Plan Nacional sobre el Sida), el 46% se consideran tardíos. Ello quiere decir que el afectado ya empieza a mostrar los efectos de la infección en forma de enfermedades oportunistas, que son infecciones (tuberculosis, cándida, citomegalovirus, sarcoma de Kaposi, neumonías) que aparecen cuando el sistema inmunitario de la persona ya está debilitado por la acción del VIH. Curiosamente, aunque el 53% de los diagnósticos corresponde a la categoría de "hombres que tienen sexo con hombres", la mayoría de estos casos de personas que tardan en chequearse son mayores y heterosexuales, dice Andradas.

"El diagnóstico precoz y el tratamiento inmediato, además del preservativo" son las claves para acabar con la expansión de este virus, afirma Andradas. Tanto, que para los grupos más afectados (hombres que tienen sexo con hombres, trabajadores del sexo, personal sanitario) se recomienda hacerse la prueba una vez al año, aunque en países como Reino Unido ya se aconseja hacerlo cada cuatro meses, una propuesta que España está estudiando.

Ya en 2016 el ministerio y las comunidades cerraron un estudio para fomentar la historia clínica sexual en los centros de primaria, pero la directora general admite que todavía cuesta que algunos médicos de familia pregunten a los pacientes por sus prácticas sexuales. Y eso que el trabajo demostró que insistir en este aspecto era muy eficaz: se detectó un positivo de VIH por cada 675 personas a las que se sugirió que se hicieran la prueba, y el coste de añadir ese análisis a la batería de mediciones habituales de un análisis de sangre apenas llega a los dos euros.

La prueba que se va a dispensar a partir de esta semana en farmacias tiene una fiabilidad de casi el 100%, sobre todo si da negativo, dice Andradas. La única salvedad, como con otros análisis de detección del VIH, es que el virus tarda unas ocho semanas desde el momento de la infección en provocar que el cuerpo genere anticuerpos, que es lo que mide el test. Y es aún más determinante si estos se buscan a los tres meses. En cualquier caso, un plazo corto que permite empezar a tratar al afectado por su bien y el de los demás.

En busca del 90-90-90

Al hablar de VIH -y del sida que causa-, 90-90-90 son las medidas ideales, según ha establecido Onusida: que el 90% de los infectados lo sepan; que el 90% de estos reciban tratamiento y que en el 90% de estos últimos respondan eficazmente a la medicación hasta el punto de eliminar el virus de su sangre (lo que se denomina estar en estado indetectable), lo que prácticamente elimina la posibilidad de que lo transmitan. España -y la mayoría de los países occidentales- cumplen con los dos últimos 90%, pero fallan en el primero, el de un 90% de diagnosticados. Con los últimos datos del Ministerio de Sanidad, se está en el 82%. Facilitar al máximo que el 18% restante se haga la prueba y conozca su estado es el objetivo de permitir la venta de equipos de autodiagnóstico que empieza esta semana.

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