¿Por qué siempre llueve en Semana Santa?
Entre el 9 y el 17 de abril, hay de media en España al menos dos días de precipitaciones
Todos tenemos la sensación de que siempre llueve en Semana Santa. Y no es extraño, ya que los comienzos de la primavera se caracterizan por ser una de las épocas de mayor variabilidad de tiempo. También hemos de tener en cuenta que es una época en la que se producen las primeras tormentas. Está claro que nunca llueve a gusto de todos, pero siendo España un país con tantos matices y con una orografía tan compleja, podemos estar casi seguros de que durante la Semana Santa, y la posterior Semana de Pascua, en algún lugar de todo el territorio alguna gota se escapará.
Para tratar de conocer el comportamiento meteorológico habitual de la Semana Santa hemos de estudiar la estadística, la climatología. Desde el punto de vista climatológico, solo es razonable hacer estadísticas de largas series de datos de comportamiento similar, digamos por estaciones o regiones con climas comunes. Mezclar datos de todo tipo no conduce a nada bueno, como ponerle de todo a la paella.
El cambio de fechas de la Semana Santa, que se establece en función de la primera luna llena tras la entrada de la primavera, y el hecho de que se trate de un periodo tan corto dificulta el establecimiento de un patrón de comportamiento meteorológico.
Según los datos de los últimos 36 años de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en el periodo comprendido entre el 9 y el 17 de abril, el promedio de días de lluvia varía de entre los uno o dos días en Almería y los cinco a seis en gran parte del Cantábrico. El resto de la Península tiene siempre más de dos días de lluvia, y las islas tampoco se escapan de la precipitación.
Visto lo visto, lo único que podemos hacer es estar pendientes de las mejores predicciones de las muy posibles lluvias. Estas son algunas recomendaciones a tener en cuenta:
1. Desconfiar de cualquier predicción que asegure que va a llover a más de tres días vista con toda seguridad. La mejor predicción ha de estar expresada en términos de probabilidades o como varias posibilidades. Quizá es más difícil de entender, y en apariencia parezca menos precisa, pero nos permitirá tomar decisiones con más y mejor información.
2. Las predicciones hasta tres días son cada vez más fiables, pero dependen del tipo de precipitación. Las tormentas, por ejemplo, son uno de los fenómenos meteorológicos más difíciles de predecir debido a su moderado tamaño y al rápido desarrollo. No será la primera vez que nos empapemos y en el pueblo de al lado luzca un sol radiante. Saber qué dispara esta situación en un lugar y no en otro es aún algo difícil de establecer a priori. La localización e intensidad de las tormentas es mucho más difícil de anticipar que el paso de un frente.
3. Las predicciones se actualizan frecuentemente. Las mejores son aquellas que combinan los mejores modelos de la atmósfera por ordenador y la interpretación de predictores meteorológicos humanos expertos. En general, las apps de nuestros smartphones, están basadas en modelos de baja resolución y sin ningún control de calidad humano a posteriori, de ahí su baja fiabilidad.
4. A pocas horas vista, el uso de observaciones, como los datos de radar, pueden servir para estimar la posible evolución de la lluvia. El radar recibe los ecos de las gotas de lluvia cada poco tiempo, pero también otros ecos, como por ejemplo, bandadas de pájaros o estelas de aerogeneradores. Pese a los filtros aplicados, pueden aparecer ecos que no sean de lluvia. Algunos de ellos pueden distinguirse por ser líneas rectas radiales en la imagen.
Buenas vacaciones, con o sin lluvia, a todos.
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