El futuro político de Feijóo depende de 90.000 votantes de Rivera en Galicia

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Feijóo no hace su peculiar campaña en Galicia por casualidad. El PP nacional y Rajoy le restan ahora entre un 8% y 5% de sus votos habituales. Recuperar ese porcentaje perdido por la corrupción y rescatar la mitad del voto fugado a Ciudadanos, especialmente en A Coruña y Pontevedra, es la meta para mantener la actual mayoría absoluta. Y ese objetivo no es tan fácil como parece y predicen todas las encuestas. Ciudadanos se disputa con el PP, PSdG, BNG y En Marea ese último escaño en esas dos provincias por un margen muy escaso.

El único barón actual del PP en el poder y con mayoría absoluta, Alberto Núñez Feijóo, se juega en principio su futuro político especialmente por entre 70.000 y 90.000 votos de los 135.000 que Ciudadanos cosechó en las elecciones generales del pasado 26-J. O incluso por menos, los que podría requerir la formación de Albert Rivera solo para obtener un escaño en A Coruña y otro en Pontevedra, las zonas más pobladas. Feijóo lo sabe, sus estrategas lo tienen todo calculado y por eso obra en consecuencia.

Feijóo apenas cita a sus rivales en esta campaña. No se mete demasiado con ellos, ni debate con ellos en los medios, ni les increpa en exceso. Protagoniza una campaña plana, sin estridencias, para captar el voto de todos los moderados, no solo los del PP. Tampoco menciona casi que se presenta por el PP, ni incluye ese logo o esas siglas en sus comunicados, cartelería, anuncios, convocatorias o intervenciones. Parece que va por libre pero está todo programado. El PP gallego lanzó este lunes un vídeo para replicar a los que les acusan de que parezca que es un independiente. Dicen que no hace falta subrayar lo que todo el mundo sabe: que es del PP.

El aspirante popular busca atraer no solo al votante del PP clásico y masivo en las elecciones autonómicas (últimamente entorno al 45%-46%), sino “a una parte del que emigró a Ciudadanos por culpa de la corrupción e incluso al que alguna vez se decantó por los socialistas y ahora puede tener el temor de que se quieran echar en manos de las Mareas, el BNG y el nacionalismo”. Así lo confiesan abiertamente sus asesores, que han estudiado las tripas de todos los sondeos publicados e internos, y llegan a la conclusión de que la victoria está asegurada pero la mayoría absoluta hay que trabajarla.

El candidato lo repite casi a diario: “El marcador está a cero”, “No hay aún ningún sufragio en las urnas”, “Quiero el voto sin intermediarios”. Feijóo constata casi cada jornada que el electorado gallego está muy cansado. Han sido muchas elecciones en poco tiempo. Las entrañas de los sondeos, eso sí, también les aclaran que sus votantes son los más fieles (90%), que hay muchos indecisos aún en Ciudadanos y PSdG y, sobre todo, que un tercio (45.000) de los 134.000 electores que se pronunciaron a favor de Rivera el 26-J ahora se están pensando en pasarse a Feijóo. Necesitan más. Necesitan para estar seguros dos tercios (90.000 papeletas). A ese electorado se dirigen todos los cañones y sus discursos.

Cuatro puntos

El PP persigue preservar su voto habitual en unas gallegas (45%-46%) y robarle a Rivera al menos la mitad de sus partidarios. Esos cuatro puntos (entre 70.000 y 90.000 votos) son justo los que los populares requieren para apuntalar otra victoria más en Galicia (donde han ganado siempre) y otra mayoría absoluta que no sentencie ahora el futuro político de Feijóo.

Hay dos provincias donde todos los expertos concluyen que no haría falta que Ciudadanos concurriese el 25-S. La aritmética política predice que es casi imposible que el partido de Rivera tenga representantes en el Parlamento autónomo de Ourense y Lugo, las dos circunscripciones menos pobladas y más rurales. Para obtener representación en Galicia hay que superar el 5% del voto en cada provincia y el reparto del último diputado en A Coruña y Pontevedra sí se prevé tan apretado como para instalar la foto finish.