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La Monarquía salta de los programas

Los partidos mejor situados evitan posiciones sobre el modelo de Estado. No todos quieren reformas para acabar con la discriminación en la sucesión en el trono.

Miquel Alberola
El Rey, tras recibir de Pablo Iglesias una colección de 'Juego de Tronos' durante la visita del monarca a la Eurocámara en Bruselas el pasado mes de abril.
El Rey, tras recibir de Pablo Iglesias una colección de 'Juego de Tronos' durante la visita del monarca a la Eurocámara en Bruselas el pasado mes de abril.Sergio Barrenechea (EFE)

La fragmentación electoral ha abierto vías a nuevas opciones para las que la Monarquía no representa el modelo de Estado predilecto. ¿Pero están dispuestas a jugar esa carta ante el 20-D? Los programas electorales desvelan que casi todos los partidos nadan y guardan la ropa, salvo los que tienen menos posibilidades en las urnas.

El programa electoral del Partido Popular no hace ninguna alusión propositiva sobre el modelo de Estado. El partido se limita a poner énfasis en la unidad de España como principio sobre el que se asienta la democracia y a defender, en bruto, los valores y la vigencia de la Constitución de 1978.

Respecto a la Corona, el PP ofrece, por omisión, persistencia. Aunque en el pasado ha sido partidario de una reforma para acabar con la discriminación en la sucesión en el trono, donde la Constitución relega a la mujer frente al varón, en el compendio de intenciones para el 20 de diciembre no figura este propósito.

El clima derivado del desafío soberanista, el zarandeo continuo de algunos partidos emergentes a la Carta Magna y la incertidumbre electoral desaconsejan al PP en este momento comprometerse a romper el lacre de la Constitución para introducir ningún tipo de reforma, por mínima y lógica que sea.

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Tampoco el PSOE alude al modelo de Estado que quiere para España en su programa, a pesar del republicanismo tácito de buena parte de su electorado. Desde el período constituyente el partido no solo no ha puesto en tela de juicio a la Corona (perspectiva que acabó disipando absolutamente el 23-F) sino que, al igual que el PP, se ha convertido en uno de sus principales contrafuertes.

No obstante, el PSOE sí que plantea eliminar la prevalencia del varón sobre la mujer para la sucesión real, una norma que no solo ha quedado obsoleta por la realidad social, sino que, de facto, ya ha sido obviada por la propia Corona, que ha designado desde el acceso al trono de Felipe VI como princesa a Leonor, la primogénita de los Reyes de España, y le ha otorgado el título de Princesa de Asturias, una dignidad vinculada al sucesor del trono.

El emergente Ciudadanos tampoco fija ningún designio sobre el modelo de Estado en su programa, aunque en el ámbito declarativo el partido se ha mostrado sobradamente ambiguo para no ahuyentar a ningún votante monárquico o republicano. En esa línea, Albert Rivera, su líder, ha asegurado en varias ocasiones que cree en los principios republicanos, aunque defiende a la vez la figura del Rey con quien mantiene buena sintonía.

Ciudadanos, en cambio, sí que consigna la reforma del artículo 57 de la Constitución para acabar con la discriminación sucesoria.

Uno de los partidos que más ruido ha hecho sobre el modelo de Estado ha sido sin duda Podemos. La formación, que llegó a pedir una consulta ciudadana cuando Felipe VI relevó a Juan Carlos I, sin embargo, fue modulando su posición a medida que se acercaban las elecciones autonómicas y locales de mayo pasado. Incluso su líder, Pablo Iglesias, ha contemporizado en algunos foros con Rey, con el que se ha mostrado obsequioso.

Ambigüedad

Consciente de la diversidad de su potencial electoral, Podemos también se mueve en la ambigüedad y evita definir qué modelo de Estado quiere. La Corona solo concita una referencia en las 95 páginas de su catálogo de propuestas electorales, en el que plantea establecer la obligatoriedad legal de rendición y publicación on line de cuentas a la Zarzuela.

Con todo, la propuesta de Podemos llega a destiempo. La Casa del Rey publica desde 2011 en su web toda la información económica y estadística: los contratos y convenios en vigor, los presupuestos, así como su estado de liquidación. Además, tiene regulados por ley los principios que deben inspirar los procedimientos de contratación y la obligación de publicarlos en la web.

A diferencia de los partidos anteriores, Izquierda Unida-Unidad Popular apuesta sin tapujos, como siempre, por un cambio en el modelo de Estado de España. Propone un proceso constituyente “que devuelva la voz y el poder de decisión a la ciudadanía” a través de una III República que se fundamentará en un Estado federal.

Con esa misma claridad, Esquerra Republicana de Cataluña expone en su programa un itinerario hacia la independencia y la fundación de la República catalana. Para ERC, “es más fácil hacer la República catalana que reformar la Monarquía española”.

En esa línea, Democràcia i Llibertat, la marca en la que se amolda Convergència Democrática ante la degradación de sus siglas, aprovecha los comicios para trazar una hoja de ruta hacia la creación de un nuevo Estado en el que, se sobrentiende, la Corona está de más. La única resonancia monárquica en su programa es la reclamación de los fondos archivísticos de la Corona de Aragón pertenecientes a Cataluña.

Por su parte, Compromís postula una modificación del estatus económico de la Casa del Rey con una serie de limitaciones para todos sus miembros, parte de las cuales ya se aplican. Asimismo, plantea eliminar la ley sálica y aprovechar la reforma de la Constitución para discutir la conveniencia de mantener el régimen monárquico.

La Corona y la República no comparecen, ni para bien ni para mal, en el programa Partido Nacionalista Vasco. En cuanto a EH Bildu, su programa da por agotado el marco vigente y se decanta por "activar un proceso constituyente" hacia la independencia.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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