La descontaminación radioactiva de Palomares costará 640 millones
España y EE UU deben acordar cómo se reparten la factura del accidente nuclear de 1966
El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, y su homólogo español, José Manuel García-Margallo, firmaron ayer en Madrid la declaración de intenciones para limpiar Palomares (Almería) de la radiactividad dejada por el accidente nuclear de hace casi medio siglo. Esa firma es el primer paso de un proceso que será largo y costoso: trasladar a EE UU hasta 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada costará unos 640 millones de euros y exigirá un tratado internacional que deberán ratificar las Cortes salidas de las elecciones del 20-D.
Según fuentes conocedoras de la negociación que han mantenido en los últimos meses representantes de ambos gobiernos, la mayor parte del coste, unos 500 millones, corresponderá al almacenamiento en EE UU de las tierras contaminadas, mientras que el tratamiento de los residuos, su compactación, empaquetamiento y transporte llevará otros 140 millones.
Para darse una idea de la complejidad de la operación, baste decir que está previsto construir una carretera especial para trasladar en camiones entre 40.000 y 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada desde la pedanía almeriense al puerto de Cartagena, a unos 100 kilómetros, para su embarque. Y habrá que suscribir seguros de responsabilidad civil frente a posibles percances durante el traslado.
El depósito de los residuos en Nevada costará 500 millones y su saneamiento y traslado otros 140
Las dos partes admiten que la operación se financiará conjuntamente, aunque no se ha determinado qué carga asumirá cada una. Lo lógico, según las fuentes consultadas, es que el almacenamiento corra por cuenta de EE UU, ya que es el responsable exclusivo de la contaminación, mientras que la preparación y traslado de los residuos la asumirían entre ambas.
Aunque en la declaración firmada ayer no se especifica el destino de las tierras contaminadas y solo se dice que se depositarán “en un emplazamiento adecuado de Estados Unidos”, un informe de enero pasado del Departamento de Energía de dicho país apuntaba al Sitio de Seguridad Nacional de Nevada, en una zona desértica a 100 kilómetros al noroeste de Las Vegas.
La ejecución del acuerdo podría a prolongarse entre 12 y 24 meses, dependiendo de la complejidad de los trabajos previos y de si el traslado hasta un puerto estadounidense del Pacífico se hace en uno o varios fletes.
Antes, sin embargo, habrá que cerrar un “acuerdo vinculante”, previsto en la declaración de ayer, cuya negociación se iniciará de inmediato. Margallo aseguró que su contenido está ya “muy avanzado”, pero no quiso revelar ningún detalle.
Las fuentes consultas indicaron que, según la legislación española, este acuerdo tendrá rango de tratado internacional y deberá ser ratificado por las Cortes salidas de las elecciones del próximo 20 de diciembre, lo que retrasará unos meses su entrada en vigor.
Los dos responsables ministros subrayaron que el acuerdo refleja la excelente relación bilateral. Kerry añadió que su país “asumirá su responsabilidad”, mientras que Margallo indicó que se trata de “reparar el error que se cometió hace 50 años” y “hacerlo ya” para que, “cuanto antes, Palomares vuelva a la normalidad que tenía antes de 1966”.
El 17 de enero de aquel año, un bombardero B-52 y un avión KC-130 colisionaron durante una operación de repostaje en vuelo, cayendo cuatro bombas termonucleares. Dos fueron recuperadas intactas, pero otras dos liberaron su carga radioactiva. El Ejército estadounidense se llevó 5.000 bidones de tierra contaminada y durante años el asunto quedó olvidado, pero a finales de los noventa el Centro de Investigaciones Energéticas, Mediambientales y Tecnológicas (Ciemat) alertó de la presencia en la zona de niveles anormalmente altos de americio (producto de la descomposición de plutonio).
El acuerdo tendrá rango de tratado y deberán aprobarlo las Cortes salidas de las elecciones del 20-D
Según el texto firmado ayer, el nivel de americio en tres zonas que suman casi 20 hectáreas deberá reducirse a un becquerelio por gramo tras la limpieza; mientras que en otra zona, que abarca 21,2 hectáreas, se rebajaría a cuatro. La diferencia estriba en que las primeras eran áreas de uso agrícola y ganadero hasta 1966 —y podrían ser recalificadas como edificables—, mientras que la última era una zona de monte sin explotar cuando se produjo el siniestro.
El saneamiento deberá ser muy profundo, ya que los niveles de americio oscilan actualmente entre 5 y 25 becquerelios por gramo de suelo.
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