Subir al helicóptero
A Mas en 2011 no le dejaban entrar a gobernar y en 2015 le animan por dejar de hacerlo
Hasta hoy la última institución democrática en la que se agolpó una muchedumbre en Cataluña fue el Parlament en 2011: el presidente Artur Mas tuvo que entrar en helicóptero. Otra muchedumbre se amontonó esta mañana delante de una institución, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña: el presidente Artur Mas hizo su entrada aclamado.
En estos cuatro años han pasado algunas cosas. La más importante es que Mas se ha bajado del helicóptero y ha subido a los jueces. La segunda es que a Mas en 2011 no le dejaban entrar a gobernar y en 2015 le animan por dejar de hacerlo. La tercera es que la muchedumbre de 2011 era de izquierdas e indignada sin nombres propios; en la de 2015 han aparecido 400 alcaldes. No es la indignación por la desigualdad, el paro y la corrupción; es la indignación que sobreviene cuando se quiere cambiar la bandera del despacho. Y va ganando.
Ha pasado algo más en este tiempo: Artur Mas necesita a muchos de los que le impidieron entrar al Parlament para seguir en el Parlament. Necesita pactar con un partido antisistema para apuntalar su propio sistema, con un partido antieuropeísta para convencer a Europa de que su Govern es serio y con un partido anticapitalista para tranquilizar a los mercados. Como ese partido no se cree el independentismo de Mas y no tiene necesidad de apaciguar a nadie, ni mayor compromiso con la ley que el que se dicte cada uno al despertarse, le exige la ruptura unilateral con España y la constitución del primer parlamento no autonómico.
La perversa lógica catalana de los últimos cuatro años enseña que el problema de Mas no es declarar como imputado ante un juez, sino salir sin cargos.
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