El voto del miedo
Una de las consecuencias de plantear la cuestión en el escenario internacional es también el reforzamiento del carácter plebiscitario de las elecciones al Parlamento catalán
La cascada de pronunciamientos a favor de mantener la unidad de España solicitada y obtenida por el Gobierno de Mariano Rajoy de los principales aliados y socios —Obama, Merkel, Cameron, Juncker— persigue convencer al máximo número posible de los votantes catalanes aún indecisos ante la cita del día 27 en las urnas. Si al inicio de la campaña electoral eran el 26%, según la encuesta del CIS, es probable que ahora sean ya bastantes menos y también lo es que este tipo de pronunciamientos ayude al deseo de dejar las cosas como están más que a apostar por la incertidumbre. Sin embargo, una de las consecuencias de plantear la cuestión en el escenario internacional es también el reforzamiento del carácter plebiscitario de las elecciones al Parlamento catalán, que es el primer objetivo perseguido por los independentistas al convocarlas.
Cada parte ha leído las tomas de posición de los gobernantes de las primeras potencias mundiales conforme a sus intereses. El Gobierno de Rajoy y el PP las presentan como una demostración de que es imposible el reconocimiento internacional de una eventual república catalana constituida unilateralmente en nuevo Estado. Por parte de los independentistas, en cambio, esas declaraciones han sido interpretadas como un acuse de recibo al máximo nivel diplomático de la existencia de un conflicto político de alcance internacional. Como el reconocimiento de un problema cuya existencia Rajoy ha venido negando de forma insistente.
De aquí al día 27 hay tiempo suficiente para que se produzcan nuevos anuncios, pronunciamientos y advertencias en la misma dirección. Del referéndum sobre la independencia de Escocia tomaron nota todos los actores del conflicto catalán que, a la postre, fueron los resortes conservadores presentes en toda sociedad lo que frenó a última hora el avance de la intención de voto independentista. El miedo de las viejecitas asustadas por los anuncios sobre sus futuras pensiones.
El anuncio del banco escocés que aseguró que trasladaría su sede a Londres, en el caso de que ganara el sí a la independencia. Estos elementos fueron los que decantaron a los indecisos. En Cataluña se ha hablado ya bastante de las pensiones. Se ha enfatizado sobre el riesgo de que una Cataluña independiente no obtenga reconocimiento internacional y quede fuera de la UE y del euro. Faltan nueve días para la votación. Las encuestas del próximo domingo dirán si el voto del miedo está funcionando y si hay o no inversión de la tendencia a una victoria del soberanismo.
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