Bruselas se queda al margen de la polémica entre Tsipras y Rajoy
El presidente español acusa a Atenas de buscar un enemigo exterior para tapar las críticas
De la misma forma que Mariano Rajoy y Pablo Iglesias estuvieron en la campaña electoral griega de enero pasado —el primero, en apoyo a la conservadora Nueva Democracia y el segundo respaldando al izquierdista Syriza—, Grecia se coló este domingo en la campaña electoral andaluza (técnicamente, hasta el próximo viernes, precampaña). El presidente del PP aprovechó la presentación de los 109 candidatos de su partido a las elecciones del 22 de marzo para responder al primer ministro griego, Alexis Tsipras, quien acusó a España y Portugal de formar un eje para intentar derrocar a su Gobierno en las recientes negociaciones para prorrogar el plan de rescate al país heleno. La Comisión Europea se ha puesto de perfil de momento en esta polémica.
“El partido de la izquierda radical griega ha decidido que la culpa de los problemas de Grecia la tienen el Gobierno de Portugal y el de España”, proclamó. “Hay que hablar con claridad: nosotros no somos responsables de la frustración que ha generado la izquierda radical griega, que prometió a los griegos aquello que sabían que no se podía cumplir, como ahora ha quedado demostrado”.
PSOE: “Es un conflicto estéril”
El rifirrafe dialéctico que ha tenido como protagonistas al primer ministro griego, Alexis Tsipras, y al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no es para el PSOE más que “un conflicto estéril”. La secretaria federal para la Unión Europea en la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, Iratxe García, sostuvo ayer, en declaraciones a EL PAÍS, que tanto Tsipras como Rajoy deberían ocupar su tiempo y trabajo en sacar a Grecia de la situación en la que está, en el caso del mandatario heleno, y dejar de convertirse en el gran aliado de la austeridad en Europa, en referencia a Rajoy.
De la misma manera que adelantó la Comisión Europea, para la portavoz de los socialistas españoles en Bruselas la polémica debería resolverse "de la mejor manera posible". "Una solución para Grecia es una solución para Europa", añadió, para después insistir en que Alexis Tsipras debe empezar a trabajar y Rajoy tendría que "dejar de ser el aliado de las políticas austericidas".
Rajoy subrayó que España ha sido solidaria con el pueblo griego y aportó 26.000 millones, entre créditos y avales, al plan de rescate de Atenas, “en momentos de extrema dificultad económica para el país”. Pero agregó: “Además de ser solidarios, queremos que todos cumplan como hicimos nosotros con nuestros compromisos”. El presidente quiso despejar la sospecha de que Madrid y Lisboa intentaron obstaculizar el acuerdo con Atenas en el eurogrupo recordando que la decisión se tomó por unanimidad y España y Portugal “votaron lo mismo que el resto de países”. También expresó su confianza en que Grecia saldrá de la difícil situación en que se encuentra, “si se actúa con sensatez y sentido común”.
Aunque no mencionó expresamente a Podemos —el partido español al que se identifica con Syriza—, dejó claro que estaba pensando en la política doméstica cuando dijo que “todo el mundo promete, en Grecia y también aquí, pero una cosa es predicar y otra dar trigo”.
“Buscarse un enemigo exterior es un truco que ya hemos visto demasiadas veces en la historia, pero eso no resuelve los problemas, sino que los agrava”, advirtió. “La única forma de resolver los problemas es ser serio, no prometer lo que sabes que no puedes cumplir porque no depende de ti”.
En una reunión del Comité Central de su partido, en el que se han levantado voces críticas con el acuerdo con Bruselas, Tsipras aseveró que había tenido que enfrentarse con “un eje de poderes” liderado por los Gobiernos conservadores de España y Portugal que intentó hacer descarrilar la negociación: “Su plan era desgastar, derribar o llevar a nuestro Gobierno a una rendición incondicional antes de que nuestro trabajo produzca resultados y antes de que el ejemplo griego afecte a otros países. Y, especialmente, antes de las elecciones de España”.
El primero en protestar fue el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, que el mismo sábado elevó una queja formal a los presidentes del Consejo Europeo, Donald Tusk, y de la Comisión, Jean-Claude Juncker, calificando las declaraciones de Tsipras de “falsas, inauditas e impropias de un líder europeo”. Rajoy, que se adhirió inicialmente a la protesta lusa, presentó ayer formalmente la suya a través de la representación permanente de España ante la UE.
De momento, la Comisión Europea ha optado por mantenerse en segundo plano. Una portavoz alegó que al brazo ejecutivo de la Unión “le corresponde el papel de mediador para tratar de tender puentes, y no entrar en polémicas que no ayudan”.
Fuentes comunitarias subrayaron que lo importante es que los socios lograron la semana pasada alcanzar un acuerdo que ha evitado una nueva sacudida en los mercados. Aunque la crisis griega está lejos de haberse cerrado, el próximo examen tras esta prórroga de cuatro meses será la revisión del cumplimiento de las condiciones, a finales de abril, para decidir si la ayuda financiera europea sigue llegando a Atenas. Y queda lo más difícil: pactar un tercer rescate a la vista de que Grecia sigue sin poder financiarse en los mercados. “La forma en que Atenas ha llevado las negociaciones y que no haya evitado incidentes con Alemania [su ministro de Fianzas, Yanis Varoufakis, pidió reparaciones de guerra a Berlín], Italia [Varoufakis insinuó que la situación italiana es similar a la griega] y ahora con España y Portugal no ayudará a esas negociaciones”, explicó una fuente europea. “Pero es obvio que tanto España como Portugal fueron extremadamente duros en las recientes negociaciones y tampoco han escondido esa dureza en sus declaraciones públicas al más alto nivel”, añadió.
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