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El jaque de los maestros

Docentes de toda España imparten y defienden desde sus aulas el ajedrez, una materia que el Congreso acaba de respaldar como una asignatura más

Pilar Álvarez
Clase de ajedrez como refuerzo educativo en la sede de Mensajeros de la Paz en Madrid.
Clase de ajedrez como refuerzo educativo en la sede de Mensajeros de la Paz en Madrid. Carlos Rosillo (EL PAÍS)

En aquella ocasión, en diciembre de 2013, el campeonato de ajedrez de Palma se organizó por gremios y enfrentó a bomberos con abogados, a parados con políticos…. Pablo Martín y Joan Ramón Galiana, discípulo y maestro, estaban allí. Tras más de un año de clase, Martín seguía sin ganarle. Nunca lo ha conseguido, aunque el auténtico jaque lo protagonizaron juntos fuera del tablero. 

En marzo se intercambiaron unos correos para quedar.

—Pablo, Kaspárov se ha reunido con el ministro Wert y me llegan noticias de que se está desarrollando un proyecto nacional para que el ajedrez llegue a todas las escuelas del país. No sé si participas.

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—Joan, si te va bien, quedamos a mediodía.

Además de un jugador medio de ajedrez, Martín es político. Diputado socialista en el Congreso, más concretamente. Y Galiana, maestro de la Federación Internacional de Ajedrez y gestor de emergencias de bomberos, fue el primero al que le mostró el borrador de una proposición no de ley que insta al Gobierno “a implantar el programa Ajedrez en la Escuela en el sistema educativo español, de acuerdo con las recomendaciones del Parlamento Europeo”.

Galiana siguió la sesión de la Comisión de Educación del 11 de febrero desde el ordenador de casa. A través de su pantalla fue testigo de un inusual respaldo por unanimidad a un texto oficial que, como pasa a veces con la política, llegó bastante después que la realidad.

Ya en los años ochenta del pasado siglo, Pilar San Miguel enseñaba ajedrez a los niños en el recreo. “Cuando hacía mal tiempo, era imposible sacarlos al patio e insoportable tenerlos en el aula sin hacer nada; eran un torbellino”. Profesora de Ciencias y Matemáticas, con casi cuatro décadas de docencia a las espaldas, es una entusiasta del asunto en cuestión. El plan para entretener a los chicos fue creciendo. Pasó a convertirse en una actividad extraescolar y, poco a poco, la introdujo en otras áreas. “Preparé problemas de matemáticas para que los chicos calcularan el área de un tablero y le pedí al profesor de Historia que contara que, en honor a Isabel la Católica, la pieza de la dama cogió fuerza en el juego”. San Miguel es una de los centenares de docentes que apoyan esta materia. Ella ha formado a profesores y la ha defendido en jornadas con Leontxo García, periodista especializado que escribe en EL PAÍS y que también ha luchado por llevar al Parlamento una disciplina que actúa sobre la inteligencia pero también sobre las emociones.

Al pequeño Javier, de ocho años, le iba muy mal en el cole. “¿Y si le apuntamos a tu clase de ajedrez?”, le preguntaron a Lorena García, maestra y psicopedagoga en Tacoronte (Tenerife). La primera sesión fue un desastre: “Yo no quiero jugar a ese juego estúpido”, dijo nada más entrar. Estuvo dos días así; al tercero, se enganchó, y ahora está en un club profesional.

Lorena, que recuerda a su alumno más testarudo, es la autora del estudio en la Universidad de La Laguna que relaciona el ajedrez con la capacidad emocional, las frustraciones o los afectos. Su trabajo también impulsó la proposición del Congreso. “Hay niños que no saben perder, y aquí aprenden a aceptar la derrota tanto como el éxito”. Empiezas de peón y puedes acabar de dama, alfil o caballo. A veces, incluso, la victoria llega envuelta de justicia poética. En el torneo con el que arrancaba esta historia, el de los gremios, los parados ganaron y los políticos quedaron los últimos.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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