“Me fui por falta de trabajo, pero es un día de ilusión”
Largas colas para votar en las sedes de la Generalitat en el extranjero
Miles de catalanes hicieron ayer largas colas ante las delegaciones de la Generalitat en distintas ciudades del extranjero para formar parte del “proceso participativo” sobre la independencia.
SAN FRANCISCO | La última urna de la consulta
Casi 400 catalanes de la Costa Oeste de EEUU se desplazaron hasta San José para votar. Para Anselm Bossacoma el camino es más que conocido, el mismo que le lleva cada día al trabajo, solo que este domingo ejercía como coordinador voluntario de la consulta. Es el representante de la oficina comercial de Cataluña en Silicon Valley. Bossacoma no destaca ninguna protesta o altercado, pero la policía local estaba avisada de antemano para que no se sorprendiesen al ver la oficia abierta y con cola para entrar en un día festivo. Conviene recordar que en EEUU se vota en martes.
El goteo en las votaciones fue constante, con algunas colas antes del mediodía. A la una, 176 votos. A las dos, 296. A las cinco llegaron a 366 votos. A las seis ya solo 370. Hasta el cierre, a las ocho, con un total de 385. En Cataluña ya eran las seis de la mañana.
Rosa Jiménez Cano
PARÍS | “La familia está allí”
“Hoy es un día importante para Cataluña”, afirmaba Joan Sapena. Como cientos de catalanes afincados en Francia, donde vive la mayor comunidad catalana en el exterior (unas 30.000 personas), Sapena acudió a la delegación de la Generalitat en la capital francesa. “Lo seguimos muy de cerca, tenemos a la familia allí, estamos conectados”, contaba.
La alta afluencia obligó a pedir refuerzos de voluntarios. Un millar de personas depositó su voto. Para participar hacía falta tener un DNI o pasaporte con dirección en Cataluña; o probar que la localidad de empadronamiento anterior era catalana. “Hemos tenido que decir ‘no’ a bastante gente [por no tener la documentación]”, explicó el delegado de la Generalitat, Martí Anglada. “Algunos se han ido llorando”.
LONDRES | Una papeleta que reza “Pujol, chorizo”
Una larga cola recorría ayer por la mañana Fleet Street hasta el número 17, sede de la Delegación del Gobierno catalán en Reino Unido. En la primera planta, tres urnas recibían a los catalanes residentes en ese país —la delegación calcula que hay unos 20.000— o visitantes que quisieron participar en el 9-N. A las 11.00 habían votado 300 personas, aseguró Josep Suárez, delegado del Gobierno catalán, que ayer prefería definirse como mero “colaborador”.
A Andrés y a Climent el 9-N les pilló de viaje de trabajo en Londres. Climent votó sí y sí; Andrés votó no, e incluyó en el sobre otra hoja con un mensaje: “Pujol, chorizo”. “De eso no se habla, no se habla de la Cataluña real. Se habla solo de un país nuevo”, protestaba. “Pero hay mucha ilusión”, añadía, “y eso es bueno”. Silvia, que se quedó en paro en junio y tuvo que venirse a Bristol a ganarse la vida, decía:
“Aun habiendo tenido que venir fuera porque no hay trabajo en mi tierra, este es un día de mucha ilusión”.
BRUSELAS | “Aunque no sea como en Escocia...”
A la sede de la Generalitat en Bruselas habían acudido a votar ayer, hasta las seis de la tarde, unas 1.000 personas. Una cifra que casi duplicaba las expectativas de los organizadores. Desde las nueve de la mañana, una cola de cerca de tres horas de espera agrupaba a catalanes procedentes de Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y localidades del noreste de Francia, oeste de Alemania e incluso de Suiza.
“Aunque nuestro voto no sea un voto real, estoy seguro de que tendrá consecuencias. El Gobierno no podrá quedar inmóvil”, argumentaba Robert. “Aunque esto no sea lo mismo que tuvieron en Escocia, peor sería no tener nada”, apuntaba María.
Jaume Bardolet, coordinador de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) en Bruselas, estuvo al frente de la gestión de la votación. Ayer estaba a la espera de que la Generalitat le comunicara cómo enviar las urnas a Barcelona.
BUENOS AIRES | “A mi abuelo le habría gustado vivirlo”
En Buenos Aires, la urna se abrió a las nueve y a las 12.00 ya habían votado más de cien personas. La argentina de madre catalana María Gabriela García Port, de 44 años, contaba entre lágrimas: “Este era el sueño de mi familia. Este era el día que le habría gustado vivir a mi mamá y a mi abuelo”.
Jordi García, camionero catalán asentado en Cataluña desde hace diez años, era uno de los 15 voluntarios encargados de la organización. “Argentina es, después de Francia, el segundo país del mundo con más catalanes. Los primeros que vinieron eran gente mayor y muchos lloraron”, señaló.
Para Jordi García la votación implicaba un reconocimiento internacional de que Cataluña es una nación: “Este acto es simbólico, pero es la primera vez que nos preguntan”. A su lado estaban la argentina Nuria Amorós y la uruguaya Mariana Raffaglio, ambas descendientes de catalanes. Las dos viajaron desde Montevideo para votar. “Independientemente de lo que yo haya puesto en el sobre esto es la reivindicación del derecho a decidir”, decía Amorós.
MÉXICO DF | “Vengo a ejercer un derecho fundamental”
Rosa María Durán, de 72 años, llegó a México en 1942 y fue de las primeras en votar ayer en la urna del 9-N en México DF. Le acompañaba Monserrat Cama, que la llevaba del brazo. Rosa María, demasiado emocionada, solo decía que había esperado muchos años para este día. Monserrat, residente en México desde 1981, soltó, con un fortísimo acento catalán: “Yo he venido aquí a ejercer un derecho fundamental: vengo a expresar mi opinión”.
La espera para depositar el voto llevaba una hora. Había familias, como los Sánchez: Óscar, catalán; Susana, mexicana, y su hijo de apenas dos años. Los tres uniformados con una camiseta que mostraba una bandera independentista.
“El 90% de los que estamos aquí somos independentistas”, reconocía Sergi Marzabal, uno de los organizadores. Esperaban que al menos 2.000 catalanes acudieran a votar.
“Mira, es que no lo han entendido”, explicaba Aida Renales, productora cultural. “Si saliera un ‘no’ en la consulta, pues me parecería muy bien. Lo que no me parece bien es que no nos dejen votar”.
NUEVA YORK | “Después de esto, todo es posible”
El primer voto del 9-N en Nueva York se depositó en la urna a las 9.00 entre voces de “¡Visca Catalunya!” y lágrimas. El portador de la papeleta, Jordi Benach, de 44 años, había llegado desde Chicago. “Voto por mis abuelos, que no pueden estar aquí. Por los que no pudieron hablar en catalán. Y por mis sobrinos, para que vivan en una Cataluña libre y como Estado de Europa”, dijo.
Cientos de catalanes, la mayoría jóvenes, se acercaron a la representación de la Generalitat en Manhattan, que cifró en unas 2.000 las personas susceptibles de ejercer el voto. Jaume Soler, presidente del Catalan Institute of America, una entidad financiada con fondos privados, no ocultó su satisfacción: “Este es un momento muy especial. Democracia en estado puro”, declaró, restando importancia a la falta de cobertura legal de la votación. “Después de esto, todo es posible”.
Carmen Calderer, profesora en la Universidad de Minnesota con 35 años de experiencia profesional en EE UU, explicó: “La gente aquí me pregunta por qué los catalanes quieren la independencia. Yo les digo que por el futuro de la gente joven. No quiero que vivan en un país mediocre”.
Información elaborada por Ana Teruel, Pablo Guimón, Natalia de Miquel, Francisco Peregil, Verónica Calderón y Vicente Jiménez.
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