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Rajoy augura un “emprobrecimiento incalculable” si llega la independencia

Contesta al Parlament: “Es imposible dialogar con decisiones unilaterales” Barroso no pide subir el IVA pero sí “acercar costes de temporales y fijos”

Carlos E. Cué

Mariano Rajoy mira de reojo el proceso escocés. Su referéndum independentista, autorizado por Londres, llegará el 18 de septiembre, dos meses antes de la fecha prevista para la consulta catalana. Y el presidente está estudiando la campaña del Gobierno británico para convencer a los escoceses de que la independencia es un mal negocio. Rajoy juntó este viernes las dos realidades, la escocesa y la catalana, y lanzó un mensaje claro: “Si se independizara, Escocia quedaría fuera de la UE, quedaría fuera de Naciones Unidas, de todos los tratados internacionales firmados por Reino Unido y, si estuviera en el euro, que no lo está, quedaría fuera del euro y sin el amparo del Banco Central Europeo. Es decir, que los territorios que optaran por la independencia sufrirían un empobrecimiento de incalculables proporciones para todas las personas que vivieran en esas regiones. Eso es información, no opinión”, insistió.

Hasta ahora, Rajoy nunca había utilizado el argumento del empobrecimiento económico como mecanismo para tratar de erosionar la adhesión al independentismo. El presidente jugaba en terreno amigo, porque tenía al lado al presidente de la Comisión, el portugués José Manuel Durão Barroso, que insistió ante Rajoy en la idea repetida por todas las instituciones de la UE. “Una parte de un país”, dijo Barroso ante preguntas sobre Escocia y sobre Cataluña, “si se separa, pasa a ser un tercer país, y ya no sería miembro de la UE, no se le aplicarían los tratados. Tendría que pedir su ingreso, si quiere, y tendrían que aprobarlo todos los Estados miembros. Las reglas son claras, a partir de ahí son cuestiones internas”.

El presidente reivindica a quienes no protestan por los recortes

Las protestas en el barrio burgalés del Gamonal, un municipio gobernado por el PP, solo inquietarían al Gobierno si se extendieran a otras ciudades. El Ejecutivo trató de trasladar cierta tranquilidad. El propio Mariano Rajoy, preguntado por el asunto, evitó hablar de Gamonal, pero reivindicó a los que no han protestado por los recortes, aunque esta vez no habló de mayoría silenciosa. “Han sido dos años muy difíciles, pero he sentido la comprensión de muchos españoles. La sociedad española ha estado a la altura de las circunstancias”.

Poco antes, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, había desvinculado el conflicto en Gamonal de las decisiones del Gobierno central y los recortes, y había planteado que las protestas en este momento llegan a destiempo. “Todos los indicadores ven una recuperación económica que no sé si casa mucho con las protes

El presidente del Gobierno quiso también dejar claro que no hay un plan b frente al proceso soberanista catalán. La estrategia es la prevista: rechazar en el Congreso con el apoyo del PSOE las iniciativas que lleguen del Parlamento catalán reclamando autorización para la consulta y acudir al Tribunal Constitucional cuando la Generalitat intente convocarla. Ese es el plan a, y no hay otro. Eso sí, Rajoy no quiere quedar como el culpable de la ruptura. “Yo siempre estoy abierto al diálogo, es mi natural forma de ser. Lo que ocurre es que se están tomando decisiones unilaterales sin avisar a nadie. Lo que yo veo desde aquí, como presidente del Gobierno, es un continuo proceso de toma de decisiones unilaterales. Y así es imposible dialogar”. Esta era la respuesta del presidente al último paso dado por los partidos catalanes favorables a la consulta, que han aprobado pedir al Congreso que les autorice el referéndum.

Aunque el asunto catalán es el gran reto político de Rajoy, Barroso y el presidente no lo tenían como cuestión central encima de la mesa. El presidente de la Comisión Europea, que también se reunió con los ministros de Economía, Hacienda, Empleo y Exteriores, venía a poner deberes. Y los puso. Dijo que la Comisión Europea no reclama a España que suba el IVA, pero sí que haga una “importante simplificación del sistema fiscal para ayudar al crecimiento sin poner en peligro el cumplimiento del objetivo de déficit”. Esto es, que la UE está pendiente porque no ve mucho margen para bajar impuestos en España. También pidió liberalizar los servicios profesionales y otro giro a la reforma laboral para “reducir la diferencia de condiciones entre los contratos fijos y temporales”. Esto puede suponer empeorar aún más las de los fijos.

Rajoy evitó entrar a la polémica por la ley del aborto: “Me remito a lo que ha dicho antes la vicepresidenta”. Pero Soraya Sáenz de Santamaría no había entrado al fondo del asunto.

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