El entorno de los expresos desborda la contención que les recomendó Sortu
Incidentes tras las excarcelaciones y el fin de una huelga de hambre de presos

Euskadi ha vuelto a sentir en apenas 48 horas la desazón social de contenedores quemados cruzados en plena calle y de vítores a presos excarcelados de ETA muy cerca de donde cayeron sus víctimas. Pero nadie quiere hablar, de momento, de un rebrote de la kale borroka dos años después del fin de la violencia, aunque muchos hacen esfuerzos por contenerse. “Son familiares y amigos”, se apresuran a decir fuentes abertzales a modo de disculpa para explicar estas algaradas que desobedecen el llamamiento a la contención que Sortu transmitió cuando empezaron a salir los expresos etarras por la derogación de la doctrina Parot.
La huelga de etarras en Sevilla II alienta escenas de ‘kale borroka’
Pero ha bastado que coincidieran en el tiempo la huelga de hambre de once activistas de ETA en la prisión Sevilla II —protesta que abandonaron ayer al complicarse su estado de salud— y la excarcelación de otros dos terroristas vascos para que volvieran las imágenes habituales durante décadas de la violencia callejera. Así, el PP ha visto pintada su sede en Getxo (Bizkaia), la Ertzaintza y los Bomberos de Bilbao han tenido que sofocar en la noche de martes y miércoles el incendio provocado por jóvenes encapuchados en contenedores cruzados en plena calle y un joven ha sido detenido en el Metro por escribir lemas en favor de los presos.
Sin embargo, resultaron mucho más hirientes para el delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, las efusivas escenas vividas en el recibimiento tributado en la madrugada del martes, incluso con cohetes, a Javier Martínez Eizagirre, Javi de Usánsolo y así lo ha trasladado a la Fiscalía de la Audiencia Nacional. El asesino de Fabio Moreno -aquel niño de dos años muerto por el impacto del estallido de una bomba alojada en los bajos del coche de su padre, un guardia civil, cuando se disponía a llevarle a una piscina de Erandio (Bizkaia)- volvía junto a su mujer y su hijo a su pueblo, situado a unos 15 kilómetros de la capital vizcaína, procedente de la cárcel de Jaén tras haber cumplido 21 años de su condena.
Alrededor de 100 personas, acompañadas de antorchas, ikurriñas y banderas en favor del regreso a casa de los presos de ETA, formaron un pasillo para jalear a Javi de Usánsolo. El recibimiento se produjo a escasos metros de la calle donde ETA colocó una bomba-lapa en 1986 contra Magin Nogueira, de 37 años, trabajador de la planta Nestlé. La banda terrorista reconoció luego su error porque, dijo, su auténtico objetivo terrorista era un policía nacional. No obstante, tras reponerse de sus graves heridas, Nogueira se marchó con su familia a Galicia.
El PP pide “que los antidisturbios de la Ertzaintza reciban a los expresos”
A su vez, Urquijo tambien ha trasladado información a Madrid sobre la acogida dispensada en Legazpi (Gipuzkoa) a Juan Ignacio Delgado, que abandonó la cárcel de Topas (Salamanca) donde cumplía condena tras ser detenido en 1991 por tentativa de asesinato y ocho delitos de terrorismo. Ante esta escalada, el diputado general de Álava, Javier de Andrés (PP), reclamó que los presos de ETA excarcelados por la doctrina Parot “deberían ser recibidos por los antidisturbios de la Ertzaintza para evitar humillaciones”.
Consciente de este clima de progresiva tensión, Sortu reaccionó con una rueda de prensa este miércoles en San Sebastián. Su portavoz, Pernando Barrena, entendió que se asistía a “actuaciones fuera de tiempo y lugar, que la izquierda abertzale no comparte en absoluto”, pero enfatizó después: “Más que unos contenedores nos preocupan mucho más los derechos de los presos políticos vascos en Sevilla II”. Como ejemplo de esta solidaridad, el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano (EH Bildu), recibió ayer en sede oficial a familiares de estos presos. El PP reaccionó de inmediato ante este gesto y admitió que “es inútil esperar la transformación a la democracia” de Garitano, según su portavoz en Juntas Generales, Juan Carlos Cano.
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