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SEGUNDO ANIVERSARIO DEL DISCURSO DE LANZAMIENTO DEL CANDIDATO SOCIALISTA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Con R de Rubalcaba

El dilema del líder del PSOE debe de ser agotador: ¿Resistir o bien acelerar y regenerar por renovación ideológica y recambio de liderazgo, con un cierto control del tempo y del proceso?

Antoni Gutiérrez-Rubí

Hizo ayer dos años, Alfredo Pérez Rubalcaba intentó reinventarse con un discurso extraordinario (“Escuchar, hacer, explicar”) y asumió el reto electoral del PSOE en condiciones muy negativas para su marca política. José Luis Rodríguez Zapatero acababa de dinamitar —con los primeros y dolorosos recortes— la confianza de los electores y, en particular, de los socialistas. Cuando se hace justo lo contrario de lo que se cree o se promete, las consecuencias son devastadoras. Lo sabe también, ahora, el actual presidente del Gobierno. La incapacidad para reconocer la crisis, en su momento, y la falta de respuestas estructurales y reformadoras de nuestra arquitectura económica e institucional, le estalló en las manos a Zapatero. La reforma exprés de la Constitución Española, con el apoyo del PP y del PSOE, para garantizar un tope del déficit público, fue percibida —además— como una claudicación de la soberanía nacional y de la autonomía política.

En este contexto, Rubalcaba asumió el reto electoral como una responsabilidad y un sacrificio personal. El hundimiento de las expectativas de voto propias y la enorme movilización del voto del PP, así como la ley no escrita del ciclo electoral, hacían inútil cualquier esfuerzo. Ese era el estado de ánimo. No se pretendía ganar, porque se sabía que no se podía ganar. Se trataba de aguantar el golpe y salvar los muebles. El resultado de aquellas elecciones fue rotundo: mayoría del PP y el peor resultado histórico del PSOE. Cuando se juega a empatar, casi siempre se acaba perdiendo por goleada.

En aquel discurso de julio de 2011, y en la cuidada y diferenciada puesta en escena, Rubalcaba apostó por su marca personal como principal activo electoral en plena caída libre del PSOE y asociaron a su propio apellido (y a la R inicial) valores y atributos políticos y personales.

En el vídeo promocional presentaban a Rubalcaba como Racional, Rápido, Razonable, Realista, Receptivo, Reconocido, Reconocible, Recto, Reflexivo, Reformista, Regenerador, Relajado, Relator, Relevante, Renovador, Reposado, Representativo, Resistente, Resolutivo, Respetable, Respetuoso, Responsable, Riguroso, Risueño…

Cuando el cambio exterior es más rápido que el interior, la resistencia no sirve

Utilizar el nombre como marca electoral fue en su momento la gran contribución de ZP. En esta ocasión, la pretensión lúdica y publicitaria de relacionar su inicial con un supuesto acrónimo político —o con su carácter— resultaba osada. Además, el diccionario es muy rico y la decimonovena letra del abecedario… tentadora.

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Dos años después, releer estas palabras, estos atributos, permite una lectura nueva, contrastada. Y muchas reflexiones abiertas. Existe una palabra fantástica, y poco conocida en español, que también empieza con R: Redargüir (emplear un argumento en contra de quien lo hace). Es decir, utilizar las propias palabras y argumentos de la otra persona para contradecirla o cuestionarla, dejándola en evidencia. Esta técnica, tan eficaz, puede ser utilizada si tus ideas se devalúan (o se transforman con el tiempo) o bien si tus actos las contradicen, si cambian de significado o de sentido. Entonces, aquellas palabras vuelven como un boomerang. Y son las tuyas. Tus propias palabras.

Durante este tiempo, Rubalcaba ha hecho un cierto camino a la inversa. La marca PSOE parece resistir algo mejor el deterioro de los dos grandes partidos, pero la suya personal reacciona peor, incluso por debajo de la del presidente, Mariano Rajoy.

La política es cruel y no siempre justa. La evolución política y económica, así como la tensa vida partidaria (con un proceso de primarias agónico —posterior al fracaso electoral— y que dividió al partido en dos), no le ha dejado margen, afirma su entorno. Ni respiro, a pesar de las gobernabilidades ganadas o conseguidas en las elecciones andaluzas y asturianas. Pero los electores quieren algo más que alternancias: quieren alternativas. Resistir…, y esperar, no es una buena receta.

Ahora se pone a prueba su resistencia personal y política, así como la capacidad colectiva de los socialistas para renovarse con la rapidez que reclaman la sociedad y los electores. El dilema de Rubalcaba debe de ser agotador: ¿Resistir es vencer (como es tradición en la política española)? o bien ¿acelerar y regenerar por renovación ideológica y recambio de liderazgo, con un cierto control del tempo y del proceso?

Quizá el dilema no se pueda resumir, ni esquematizar, tan fácilmente. Ni las opciones sean tan claras e inequívocas, en su balance de pros y contras. Si fuera así, Rubalcaba traicionaría una de sus principales virtudes: la responsabilidad, ya que no me imagino a un servidor público y político, como él, especulando con el proyecto de renovación socialista por ambición personal. O por orgullo, animadversión u obcecación. No es posible. Aunque, a veces, la línea que separa la responsabilidad del egoísmo o la vanidad, por ejemplo, no siempre se perciba con claridad. Probablemente hay otras razones y otras explicaciones.

Pero el auténtico dilema es, creo, más complejo. Cuando el cambio exterior es más rápido que el cambio interior, la resistencia no sirve para nada, y solo una adecuada reacción y renovación te permite reparar y recuperar el daño y el tiempo perdido.

@antonigr

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