“La apuesta política de la izquierda ‘abertzale’ es estratégica, no ética”
Cree que ha merecido la pena luchar en silencio para demostrar a ETA su grave equivocación: el terrorismo solo ha supuesto dolor y sufrimiento
Entre clase y clase como profesor de la Universidad de Deusto, allí mismo donde recibió la noticia del asesinato de su recordado José María Lidón, el juez abatido por ETA, Fabián Laespada (Bilbao, 1962) explica que Gesto por la Paz se va porque ya ha cumplido con su misión.
Pregunta. ¿Se imaginó que podría llegar este día?
Respuesta. Sí, nos lo imaginábamos, porque nacimos con la convicción de desaparecer un día. No lo imaginábamos después del atentado brutal de la T-4 e incluso no pensábamos en que iba a llegar el anuncio de tregua como llegó, como definitivo y sin condiciones. Todos estábamos infundidos por un optimismo. No solo gran parte de la ciudadanía vasca sino que las propias bases de las que ETA se ha nutrido tantos años ya estaban rechazando la violencia.
P. ¿Se vive ya en paz en Euskadi?
R. Todavía nos queda resolver las consecuencias de la violencia. Nos ha dejado secuelas que van a perdurar muchos años pero se pueden atajar en un escenario sin violencia de ETA, con más tranquilidad y sosiego, para hacer reflexiones sobre lo que nos ha pasado y cómo abordar el tema de víctimas, cómo elaborar un relato honesto, real con las víctimas...
P. ¿Cómo se puede hacer ese relato?
R. Deben ser relatos que acaban confluyendo, plurales, distintos, con un punto común de honestidad, y que confluya en el río de la deslegitimación de la violencia porque la violencia no ha conseguido ninguno de sus objetivos y solo ha creado dolor y sufrimiento. Se pueden poner los acentos en distintas partes, pero todos deben confluir ahí.
P. ¿Les queda el regusto de que no hicieran caso a sus propuestas iniciales?
R. No. Ya en 1994 hablábamos de acercamiento y no se entendió. Hoy solo se habla de eso. Lo decíamos porque era una cuestión humanitaria. Muchos mensajes no entraban en gran parte de la sociedad fácilmente. Cuando hablábamos de violencia de persecución, decíamos que muchas veces veíamos que la amenaza, más que a la ciudadanía vasca, era una persecución individualizada que creaba una sensación de soledad y por eso mucha gente se marchó. Queríamos socializar esa sensibilidad de ese sufrimiento. Ese mensaje no era fácil de transmitir, pero con el tiempo y los actos vimos que la gente se daba cuenta.
P. ¿Llegó a pensar en que era una sociedad cobarde?
El caso de Lasarte es duro de digerir, pero es una victoria que pida perdón
R. Sí, Más que cobarde, acobardada.
P. ¿Cuándo se produce el punto de inflexión de una comprensión de la violencia?
R. Se suele apuntar al asesinato de Miguel Ángel Blanco, pero en 1992 en nuestra manifestación anual hubo cientos de miles igual porque en la víspera se produjo un atentado de ETA. Ha habido más que un punto de inflexión, ha habido individualmente un paso del Rubicón, una demostración de que yo también rechazo la violencia.
P. Antes y después de la tregua, ¿todo está en manos de la izquierda abertzale en relación con ETA?
R. La izquierda abertzale tiene la responsabilidad de todo lo que ha ocurrido. Ella ha contextualizado, defendido, justificado y alentado gran parte de la lucha violenta. Nos queda que siga asumiendo esa responsabilidad y obligue a ETA más que a la entrega de las armas a que se disuelva.
P. ¿Cree que dará ese paso?
R. Lo que le resulta difícil a la izquierda abertzale es reconocer que se ha confundido. En su fuero interno lo piensa, pero le es difícil hacer una lectura crítica y llegar al convencimiento de que estuvieron confundidos porque no ha habido logros.
P. ¿Le da garantías su apuesta política?
R. Nos gustaría que fuese convencida, que fuera una apuesta ética pero creemos que es estratégica. Si fuera ética y convencida harían una lectura de los acontecimientos, que tendría que ser muy dura con ellos mismos. Como no es así, la única impresión es que no les interesa ahora. Eso duele. La izquierda abertzale tiene que dar tantos pasos, asumir el Estado de derecho, sus leyes y todavía no ha llegado a eso.
P. ¿Qué papel le concede al Foro Social y a sus recomendaciones sobre el proceso?
R. Es una iniciativa privada. Tiene el aval de ciertas personas del extranjero. Me gustaría que se llevaran un relato más real de lo que les han contado. No hemos entrado en sus recomendaciones, pero por nuestra trayectoria podemos decir que hay cosas con que no estamos de acuerdo.
P. ¿Teme por una frustración del proceso de paz?
Tenemos una deuda con las víctimas y hay que echarlas una mano
R. Creemos que no se está dando un proceso de paz. Lo que está sucediendo es el proceso del final de ETA. No puede darse un proceso en el que se entiende por dos bandos enfrentados, eso no se ha visto en la sociedad vasca. Ha sido un caso donde la solidaridad con las víctimas empezó hace bastantes años, no como en otros conflictos donde se empezó a hablar cuando ya había acabado. Aquí ha habido solidaridad por parte de la sociedad mientras aún sonaban las balas.
P. ¿La clave está en las cárceles?
R. La cave está en mirar de frente lo que nos ha sucedido. La izquierda abertzale tiene el asunto de las cárceles como una simbología de la lucha. No compartimos hablar de justicia transicional, ni amnistía, pero sí de justicia y reparación. Todo lo que los presos quieran hacer por ese camino, bienvenido y ayudará.
P. ¿Entiende la política penitenciaria inflexible del PP?
R. El PP está aplicando una política penitenciaria dura pero viene de muy atrás. Aznar y Mayor Oreja fueron más blandos y acercaron a personas. Lo que queremos es que se aplique la legislación que es garantista y que dice que el reo cumpla la pena lo más cerca de su residencia. No entendemos que el PP no aplique las propias leyes que ellos mismos defienden.
P. ¿Una sentencia contraria a la doctrina Parot puede desbloquear la situación?
R. Puede ser perjudicial para el Gobierno que se dé una sentencia en ese sentido. Es darle un bofetón al Estado de derecho. Lo que se hizo en el caso de Parot no fue lo que corresponde a un Estado de derecho aunque lo decimos con palillos. Nunca hemos entendido la doctrina Parot. Algunos métodos de reinserción han sido más fructíferos que el cumplimiento íntegro de las penas. El caso de Valentín Lasarte puede ser duro de digerir, pero es una victoria del sistema democrático que una persona se reinserte reconozca el daño causado y pida perdón.
P. ¿Hay riesgo de que las víctimas queden olvidadas?
R. El riesgo existe. Hay muchas ganas en la sociedad por el hastío del terrorismo de pasar página. Muchas víctimas tienen ese temor. Tenemos una deuda con ellas. Hay que mirarlas a la cara porque se han llevado el sufrimiento y echarlas una mano y sobre todo contar con su relato.
P. ¿Ha merecido la pena?
R. Creo que sí. Estábamos en una oscuridad tremenda. Ante la indignidad de los asesinatos no había una respuesta social. Hoy, la sociedad vasca ha rechazado la violencia y a ETA.
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