La base y la altura

“Tienes toda la libertad para tomar las decisiones que tengas que tomar. Cuando lo consideres necesario, me llamas. Y si no lo consideras necesario, no me llamas (...) Mariano pudo actuar con total libertad y así lo hizo”. Después de que José María Aznar escribiera y publicara esto sobre Mariano Rajoy en su libro de memorias, acudió a La Moncloa a reunirse con el ahora presidente. En el Gobierno se cuenta que fue una reunión tensa, porque Aznar hizo lo contrario a lo que prometía en su libro y reprochó a su sucesor falta de liderazgo, ruptura con los principios del partido y falta de respuesta firme ante Gürtel. Lo mismo que hizo saber a los españoles en su desahogo en Antena 3 de forma más velada. Ahora se sabe que cuando Rajoy habló ante la dirección del PP y pidió comparecer en el Congreso hace dos semanas para insistir en que no cambiaría su rumbo, en realidad estaba respondiendo a Aznar y lo que representa. De hecho, no ha parado de repetir en el último mes en público lo que trasladó a Aznar en privado.

Rajoy tiene el poder y el aparato del PP desde que cumplió el requisito freudiano de matar al padre en el congreso del PP de Valencia de 2008. El partido y el Gobierno han cerrado filas con él, con la única excepción de Esperanza Aguirre, que le reprochó abiertamente la subida de impuestos, pero dirigentes del PP y hasta ministros admiten en privado que, al margen de la inoportunidad y las consecuencias, Aznar no ha hecho más que decir que “el rey está desnudo”, como el niño del cuento de Andersen, al poner voz al desencanto de sus electores que reflejan todas las encuestas. Según Metroscopia, el PP mantiene fiel a solo un 40% de sus votantes. En esos sondeos para EL PAÍS todos los indicadores del Gobierno, del PP y de su presidente son pésimos, incluso entre sus propios electores, especialmente después de que el 26 de abril el Consejo de Ministros acabara con la impresión de que tiraba la toalla frente al paro y anunciara nuevas subidas de impuestos. Rajoy ganará la batalla a Aznar, pero su problema seguirá, porque el 80% de los encuestados valora de forma negativa su gestión. Aznar coincide con una parte importante de esa base del PP, aunque la altura respalde a Rajoy. Y con matices, porque hay barones que temen sufrir en sus carnes ese desgaste.

Que haya sido Aznar quien se haga eco de ese descontento en la clase media que vota al PP debilita aún más a Rajoy, según el análisis del PSOE. “Cuando el adversario se mete en una disputa así es mejor sacar la silla a la puerta y limitarse a observar, porque si te metes corres el riesgo de unirles contra ti”, destaca un dirigente socialista para explicar el silencio risueño con el que observan la insólita pugna. También relata cómo la irrupción de Aznar resucita el dóberman del PP más duro y sirve para reunir a potenciales votantes asustados por la posible vuelta del expresidente.