_
_
_
_

Portugal, el buen alumno que suspende, visita España

Passos Coelho se entrevista con Rajoy, el otro conservador europeo que optó por la austeridad

Antonio Jiménez Barca
Mariano Rajoy recibe en La Moncloa al primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho.
Mariano Rajoy recibe en La Moncloa al primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

El primer ministro portugués, el conservador Pedro Passos Coelho, está hoy de visita en España, casi dos años después de llegar al poder, imbuido como el primer día en su papel de buen alumno y estricto cumplidor con las directrices de la troika: recortar como sea y pagar las deudas en el plazo y el tiempo estipulados. El pasado sábado, el semanario Expresso elaboraba un perfil de Passos Coelho titulándolo, sintomáticamente, “El imperturbable”.

Los sondeos –al contrario que en España- le han descabalgado, a él y a su partido, el CDS, del primer puesto en las preferencias políticas de los ciudadanos (ahora es el Partido Socialista portugués) y la última oleada de recortes, encaminados a ahorrar en tres años 4.800 millones de euros sobre todo a base de bajarles salarios y pensiones a funcionarios y pensionistas, le han acarreado, además, tensiones y divergencias con sus socios en el Parlamento, los democristianos del CDS. La coalición (y con ella la mayoría absoluta clave para navegar a través de una legislatura convulsa e imprevisible) se ha tambaleado, pero Passos Coelho ha sabido, hasta ahora, mantener su línea de austeridad a machamartillo. Argumenta, sencillamente, que no hay otro camino, que el país se encuentra intervenido y que no existe otra receta que la de aplicar ajuste tras ajuste si no se quiere volver a la bancarrota, a un nuevo rescate financiero y a la casilla de salida.

El primer ministro luso llega a España en una cumbre importante para Portugal (España absorbe el 22,5% del total de sus exportaciones y, a la vez, es el origen del 31,8% de las importaciones) que abordará, entre otras cuestiones prácticas, las relativas a los cobros de los peajes de las nuevas autovías lusas que son de pago, la conexión ferroviaria entre Oporto y Vigo y la homologación de los títulos universitarios. Y se ha entrevistado con un miembro de la familia conservadora europea, Mariano Rajoy, que también (aunque no con la intensidad portuguesa) ha elegido la táctica de la austeridad como remedio para salir del agujero.

Hay una diferencia crucial y determinante, sin embargo, a la hora de calibrar las dos voces ibéricas en Europa y de observar los diferentes márgenes de maniobra de cada uno: el dinero del rescate financiero pedido en abril de 2011 que, puntualmente, y tras un perceptivo examen de sus cuentas públicas de cada tramo correspondiente, envía Europa a Lisboa. Esto indica que las finanzas lusas sobreviven, todavía, gracias a la respiración artificial de la troika. Un ejemplo: Portugal, después de varias semanas de negociaciones, presenta, hoy mismo, en el Eurogrupo, las últimas medidas de ajuste en Bruselas a fin de que la UE, el FMI y el BCE desbloqueen los 2.000 millones de euros correspondientes al séptimo tramo del préstamo de 78.000 millones de euros pedidos en abril de 2011. Passos, pues, tiene hoy un ojo en Madrid y otro en Bruselas. Según él, para Portugal no hay más remedio que ser buen alumno, poner buena cara ante los deberes impuestos –sean los que sean- y tratar de cumplir sin chistar. Hasta ahora –y a pesar de la ojeriza creciente que Angela Merkel despierta en el país- ha sido siempre un aliado próximo a Alemania, suscribiendo casi todas sus tesis. A cambio, ya ha conseguido que Europa le rebaje, en dos ocasiones, los objetivos de un déficit inalcanzable.

La oposición le acusa, sencillamente, de empujar al país (y a su pueblo) a la ruina. Y argumentan que las previsiones hacen agua año tras año, que el paro escala a velocidad creciente: ya está en el 17,7% y superará a lo largo de este año el 18%, una cifra récord en el país. La economía reculará un 2,3% como mínimo. De ahí que el secretario general del Partido Socialista portugués, António José Seguro, haya reclamado y reclame, cada vez con más insistencia, el fin de la era de la austeridad, la renegociación de la deuda con la troika y la convocatoria de elecciones. Este mismo Seguro ha impulsado, hace dos semanas, encuentros entre dirigentes socialistas españoles y franceses para formar un frente común anti-austeridad. Sostiene que Portugal, dada su debilidad estratégica en Europa y su dependencia financiera, necesita aliados para que la troika mude sus exigencias. “Jamás saldremos de esto solos”, sostiene. Passos Coelho también lo sabe.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_