El triunfo del voto contra
Nada une más que el voto contra algo o alguien. Es mucho mejor que la pasión por algo, como por ejemplo por La Roja o tu equipo de fútbol de toda la vida, que solo funciona cuando todo va bien, pero que cuando pierden ven cómo el apoyo con el que contaban se diluye como un azucarillo.
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, puso de acuerdo a todas las asociaciones judiciales y fiscales en su contra tras anunciar un plan de modificación del Consejo del Poder Judicial que, para muchos de los sectores corporativos, constituía el más brutal ataque a los jueces del que se tiene noticia en democracia. Pretendía anular el contrapoder de las asociaciones judiciales, incluida la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, para autoproclamarse como dueño y señor de la justicia, con modificación de las leyes que fueran necesarias y, en particular, de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
La salida de Carlos Dívar de la presidencia del Supremo y del Consejo por el asunto de los largos viajes de fin de semana privados pagados con fondos públicos, y al que Gallardón trató de sostener en el cargo, dejó a los vocales en la tesitura de elegir un nuevo presidente. Algunos quisieron aprovechar para que el perfil del sustituto fuese de oposición frontal a los planes del ministro.
Parecía que los cinco vocales de la APM (Manuel Almenar, Pío Aguirre, Miguel Collado, Antonio Monserrat y Gemma Gallego), junto con tres de Jueces para la Democracia (Margarita Robles, Inmaculada Montalbán y Félix Azón), en pleno fragor reivindicativo, conseguirían atraer a algunos otros compañeros para votar a un candidato de consenso propuesto por la APM. De ser así, fuentes del Consejo aseguran que estaba prevista la sustitución del vicepresidente, Fernando de Rosa, por Margarita Robles, y de la portavoz, Gabriela Bravo, por Almenar.
Sin embargo, la fuerza del voto contra, una vez más, ha hecho que los opuestos se toquen y que aquello que Fraga definió como “extraños compañeros de cama” vuelva a ser una realidad.
Fíjense: el candidato elegido ha sido Gonzalo Moliner, miembro de Jueces para la Democracia, por 12 votos a favor, cinco en contra y tres abstenciones. Y fue propuesto por el vocal que más odio suscita en el Consejo, el progresista José Manuel Gómez Benítez, cuya denuncia ante el fiscal general del Estado fue la causa de la gran crisis de la institución y determinó en última instancia que Dívar tuviera que dejar la presidencia. Pero lo más curioso es que Moliner ha agrupado a los 12 vocales que están en contra de que el tándem Robles-Almenar atesore más poder en el Consejo. Ambos han controlado con mano de hierro todos los nombramientos importantes de los últimos cuatro años y esos 12 vocales, de procedencia tan distinta, no solo no están de acuerdo, sino que han llegado a unirse para evitarlo y les han derrotado.
El grupo Robles-Almenar propuso ayer de nuevo a José Ramón Ferrándiz como candidato, pero en la votación correspondiente solo obtuvo nueve votos a favor, ocho en contra y tres abstenciones.
Tras dos plenos y 14 horas de reuniones infructuosas, durante el fin de semana y el lunes, los desterrados han cerrado un pacto y en media hora de pleno han elegido a su candidato. Entre esos 12 vocales están los cuatro vocales más afines al PP: De Rosa, Antonio Dorado, Concepción Espejel y Claro José Fernández; dos fiscales progresistas: Gabriela Bravo y Almudena Lastra; los miembros de Jueces para la Democracia disidentes de la línea Robles, Miguel Carmona y Carles Cruz; los dos autonómicos: Margarita Uría y Ramón Camp; el miembro de la asociación Francisco de Vitoria, Manuel Torres Vela, y el apestado Gómez Benítez.
Nadie hubiera dicho que estos 12 heterogéneos vocales pudieran consensuar nada por muchas razones, pero aún menos cuando siete de ellos ya habían repudiado en público a Gómez Benítez y le exigieron la renuncia en el primer pleno sobre la destitución de Dívar. Ahora, sin embargo, han votado a su candidato. Ha sido un voto de rechazo a la imposición, un discurso anticorporativo.
Y más curioso todavía es que tres miembros de Jueces para la Democracia, Robles, Azón y Montalbán, se hayan abstenido (aunque alguno de ellos no lo asume en público) cuando se trataba de nombrar a un candidato de su asociación. Muchas explicaciones ya están dando por ello.
El caso es que al final solo cinco jueces de profesión han votado a Gonzalo Moliner, que es juez, mientras que ocho o han votado en contra (los de la APM) o se han abstenido (los de JpD). Todo es un contrasentido, que solo tiene explicación por el voto contra. Solo así tiene sentido que los cuatro vocales más cercanos al ministro, que no quería que saliera presidente alguno, se hayan decidido al final a votar. Y así el conservador Fernando de Rosa, además, salva su vicepresidencia.
La rebelión de los desterrados y el voto contra devuelve al Consejo al orden establecido. Como decía Churchill, “el éxito es la capacidad de ir de error en error sin perder el entusiasmo”.
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