El Gobierno vasco resalta que el PP votará las cuentas y minimiza sus críticas
El PSE las atribuye a la “necesidad de escenificación” de los populares
El Gobierno y el PSE-EE quitaron ayer hierro a la distancia verbal y gestual con la que acompaña el PP este año el respaldo a los presupuestos de 2012. Lo que cuenta, vinieron a decir ambos, son los hechos. Y los hechos son que el PP votará a favor de las cuentas en el Parlamento y dará al Ejecutivo la tranquilidad, muy relativa dada la situación económica, de su tercer ejercicio presupuestario.
El portavoz socialista, José Antonio Pastor, atribuyó a una cierta “resaca electoral y necesidad de escenificación” la elevación de la crítica por el PP y opinó que “no daña la imagen” de la relación entre los dos socios que sostienen al Gobierno. Lo sustancial, “la prueba de fuego”, dijo, “es la aprobación de los presupuestos”. Pastor dijo que las enmiendas parciales están “habladas” y “se respetarán”, igual en un sentido que en el otro.
Tras aprobar estos presupuestos todo empujará a los dos socios a distanciarse
La portavoz del Gobierno, Idoia Mendía, aseguró que el proceso de negociación con el PP ha sido “idéntico” al de años precedentes, con lo que dejó también las diferencias reducidas a la puesta en escena. A nadie se le escapa, sin embargo, el significado de la existencia o no de una foto conjunta y por algo este año el PP no la ha querido. “No me preocupa ese tipo de mensajes”, dijo Mendía, también sobre las críticas del PP a la gestión del Gobierno —”cada vez lo hace peor”, dijo el lunes el secretario general del PP, Iñaki Oyarzábal— y consideró que el dato de que Euskadi sea la única comunidad con superávit al cierre del tercer trimestre contradice esa acusación. No obstante, se curó en salud sobre la cuestión al pedir prudencia hasta que se cierre el año. Mendía mostró su comprensión hacia la búsqueda de un “ámbito de diferencias” por parte del PP. “Coincidimos en lo fundamental”, insistió. La advertencia al lehendakari por sus “prisas y nerviosismo” en la gestión del final del terrorismo, que sí puede considerarse una cuestión nuclear del pacto, la respondió señalando que “mantiene la misma posición desde que llegó” y que la política penitenciaria debe utilizarse para acabar con las posibilidades de presión de ETA sobre los presos. Salvo quizá en este terreno, donde el PP vasco adelanta que Mariano Rajoy terminará actuando “de manera decidida”, cabe prever que el comportamiento de ambos partidos será, de modo inevitable, cada vez más distanciado. El voto conjunto a estos presupuestos puede ser casi el último acto de alcance que coprotagonicen.
El cambio en la relación entre ambos y el esperable rebajón a la intensidad de su entendimiento se deducen de la lógica que marcan el relevo en el Gobierno central, por un lado, y el fin del terrorismo, por otro. Ambas formaciones han constatado además, por dos veces ya, en las elecciones locales y forales en mayo y en las generales ahora, que ni uno ni otro ganan en penetración social y electoral con la alianza. El tablero de las alianzas y de normalización en las relaciones está además ahora abierto casi por completo, como demuestra el pacto en Vizcaya, por el que el PP apoyará los presupuestos al PNV; o la naturalidad con que ayer el dirigente peneuvista Andoni Ortuzar afirmó que el respaldo de su partido a los populares en la Diputación de Alava sería una contrapartida lógica. Este partido ha hecho una rápida ciaboga en el enfoque de la crítica al Gobierno: de denunciar su pacto de hierro y su sometimiento al PP ha pasado, ahora que también ha pactado con este partido, a afirmar que López se ha quedado solo. De trasfondo está su interés en una relación ventajosa con un Rajoy en mayoría absoluta.
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