Los expertos apoyan la inmersión pero reforzando otras lenguas
El sistema educativo catalán logra el bilingüismo pero admite variaciones
El sistema educativo catalán, basado en la inmersión lingüística en esta lengua que la Generalitat aprobó en 1983, cumple con su cometido: los alumnos completan la enseñanza obligatoria con competencias similares en catalán y en castellano. Así lo demuestran el grueso de estudios sobre la enseñanza catalana y las pruebas de nivel comunes en España —como el informe Pisa— que no arrojan diferencias significativas en noción del castellano entre los alumnos de Cataluña y sus compañeros de otras comunidades autónomas. “El sistema funciona: garantiza el bilingüismo”, destaca en primer lugar el experto en política lingüística Albert Branchadell. Pero el modelo, sin embargo, admite variaciones. “Reforzar otras lenguas como el inglés, y también el castellano, no debería perjudicar el bilingüismo. Pero es complejo aplicar cambios siguiendo un criterio pedagógico en un asunto que levanta tantas sensibilidades”, asume.
El modelo catalán es compatible con reforzar el castellano en alguna materia como, por ejemplo, las matemáticas o en contenidos concretos de otras materias, admiten los expertos. No queda tan claro si se trata de una ampliación pedagógicamente necesaria. “Suele hablarse de introducir el inglés en otras materias sin perjuicio del bilingüismo y lo mismo serviría para el castellano”, ilustra Branchadell. “Pero obedecería a un terreno más ideológico que no educativo”, destaca.
“Podría ampliarse el castellano, pero no hay razones educativas para hacerlo”, matiza Joaquim Arnau, experto en materia lingüística y miembro del Institut d’Estudis Catalans, la academia catalana de las ciencias y las letras. Este lingüista experto en el modelo de inmersión considera que ampliar el catalán respondería a una mera imposición simbólica puesto que no implicaría ninguna mejora sustancial en el nivel de castellano de los alumnos. Solo defiende la medida como método para configurar un mejor aprendizaje de las lenguas, incluidos terceros idiomas, como el inglés y el francés. “Las lenguas deberían enseñarse a través de los contenidos”, destaca Arnau. “Puede incorporarse el castellano a parte de otras materias, pero en ese caso debería reforzarse mucho más otras lenguas”, concreta retratando el entorno lingüístico del alumno catalán: “El castellano posee una presencia mayoritaria en la sociedad, mucho mayor que cualquier otro idioma”, señala Arnau. “Incorporar el castellano como lengua vehicular con rango similar al del catalán sería muy perjudicial para los alumnos”, matiza. “Todos los niños hablan castellano, pero no todos conocen el catalán”, añade Joaquim Arenes.
“El castellano siempre ha sido la auténtica lengua vehicular” y “preservar el sistema requiere que el catalán se mantenga como la lengua de comunicación habitual de los maestros en la escuela. Solo hay razones extraeducativas para quebrar este modelo”, coincide Arnau. Estas razones no pedagógicas son las que argumentan las sentencias del Tribunal Supremo y del Constitucional en sus fallos sobre el modelo catalán, asume Branchadell.
No hay razones educativas para más castellano”, dice un lingüista
Pese a la eficacia demostrada por la inmersión, esta no deja de supeditar la lengua oficial del país. “De alguna forma, excluye al castellano como lengua docente”, admite Branchadell. “Aunque el modelo educativo sea válido, abre otras consideraciones de carácter más jurídico y político”, ilustra. “Más allá de lograr que los alumnos hablen catalán y castellano”, señala el experto, “el debate gira en torno a determinar si la ley española acepta que una comunidad autónoma disponga de un sistema educativo en la que el castellano no es la lengua vehicular”.
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