Con los tacos entre 'aquí y allá'
Pensar que en 46 minutos de rueda de prensa y tras 12 intervenciones de los periodistas se puede desgranar un proyecto político de un personaje tan poliédrico como Alfredo Pérez Rubalcaba es pretender lo imposible
Pensar que en 46 minutos de rueda de prensa y tras 12 intervenciones de los periodistas se puede desgranar un proyecto político de un personaje tan poliédrico como Alfredo Pérez Rubalcaba es pretender lo imposible. Ahora bien, sí ha dado algunas pistas. Al todopoderoso vicepresidente primero, ministro del Interior y portavoz del Gobierno le ha preocupado mucho subrayar que no ha sido designado a dedazo por su relación especial de amistad casi íntima con José Luis Rodríguez Zapatero. También ha querido desmentir tajantemente que esta operación se haya fraguado tras ningún tipo de conspiración. El precandidato Rubalcaba no cree en los dedazos ni en las conspiraciones sino “en los proyectos cooperativos”. Dice que lo sabe su equipo, porque no le gusta tomar decisiones unilaterales sin consultarlas.
El precandidato Rubalcaba, al que le disgustan los chismes a la espalda y que se glose el nombre de Dios en vano (se refería al presidente Zapatero), sí ha contado un par de detalles que no se sabían de lo que ha sucedido en la crisis de liderazgo que ha vivido su partido estas últimas semanas. Mantiene que ha tomado la decisión de presentarse en esta campaña de las elecciones municipales y autonómicas, entre los mítines que dio en Granada y Vigo. Pero de sus propias palabras, y de lo que se ha negado a contar, esa hipótesis parece poco creíble. Rubalcaba ha admitido que mantiene con Zapatero un modelo de conversaciones y de confidencias que trasciende lo profesional. En ese ámbito es más que seguro que se hayan producido confesiones de gran relevancia política. Él sostiene que esas charlas son privadas e institucionales y que no tiene por qué contarlas.
"No quiso dar detalles de su equipo, que ya tiene en mente"
El precandidato Rubalcaba ha revelado hoy que anoche habló largo y tendido con la precandidata frustrada Carme Chacón. Ha asegurado que desconoce si Chacón ha pretendido negociar, en estos días, su situación con el nuevo equipo ganador. Pero, sobre todo, ha salido al paso de las declaraciones que la ministra hizo el domingo tras el día de las Fuerzas Armadas en Málaga. Primero aclaró que no se ha sentido aludido por las denuncias de conspiraciones contra la estabilidad del Gobierno, del PSOE y del propio Zapatero que formuló Chacón en esa misma sede del partido el pasado jueves. Y luego ha querido ironizar con las apelaciones que la ministra lanzó ayer sobre la “dilatada experiencia” de Rubalcaba. Ese tipo de comentarios nunca le ha gustado. Ayer se volvió a notar. Tuvo que recurrir a su mejor flema para dejar constancia de que para él la experiencia, dilatada sí, nunca puede ser un baldón. La comprende como algo positivo. Se detuvo mucho en ese aspecto porque sabe que por ahí va a ser atacado, y no solo ni fundamentalmente, desde el PP.
Habló ayer algo Rubalcaba de su proyecto político, económico y social, que se fraguará en la conferencia que se convocará en septiembre. No quiso dar detalles de su equipo, que ya tiene en mente. Y terció finalmente sobre otro de los problemas con el que va a ser acosado en las próximas semanas. Ese “aquí y allá” con el que definió su viaje diario entre Ferraz y La Moncloa. Rubalcaba, que cada vez manda más en el Gobierno y el PSOE, no quiere abandonar sus responsabilidades en el Ejecutivo. No, al menos, por ahora, que está “en los tacos” de la carrera de 100 metros. Tampoco entiende que tras el 2 de julio, cuando sea nominado ya oficialmente como candidato único, salvo sorpresas que nadie contempla, vaya a tener disgustos de bicefalia con Zapatero. ¿Por qué? Porque aunque es su jefe y le respeta, lleva 17 años trabajando con él y sabe que cuando llegue el momento se apartará y le dejará aún más expedito el camino.
Porque del análisis sosegado de estos días Rubalcaba ha llegado a una conclusión evidente pero brutal. “La crisis y el paro” han sido las que han matado electoralmente al PSOE. Y remató: “La gente lo ve muy negro y lo está pasando muy mal”.
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