_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cómo buscar el voto sin que se note

Rubalcaba y Chacón tienen un pacto de silencio, pero ambos se mueven ya para recabar apoyos

Javier Casqueiro
Caricatura de Rubalcaba y Carme Chacón
Caricatura de Rubalcaba y Carme ChacónSCIAMMARELLA

Calma chicha engañosa. La campaña de las primarias entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón comenzará oficialmente ya en la misma noche del 22 de mayo, tras conocerse el resultado de unas elecciones municipales y autonómicas que se han convertido en una reválida más que curiosa dentro del PSOE. Por lo que se juegan los candidatos locales y el propio partido en ese envite. Pero también por el periodo de incertidumbre que se abrirá tras esa contienda sobre el futuro liderazgo del partido de gobierno ahora en España. Parece que no pasa nada, que nada se mueve, pero los dos precandidatos están ya mucho más que buscando el voto.

Eso sí, ni Rubalcaba ni Chacón han revelado todavía ni siquiera cuándo piensan comunicar el anuncio de su lanzamiento. Ninguno de los dos ha oficializado o comentado tampoco en público que se van a presentar a ese concurso. Tampoco se lo han adelantado al partido. Ni se lo han confesado el uno al otro. Es más, cuando se les pregunta más o menos directamente, ambos siguen estrictamente el protocolo, el pacto no escrito alcanzado con José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE tras el Comité Federal del 2 de abril de no precipitar la competición antes del 22-M. Pero ambos se están moviendo, y mucho. Aunque cada uno a su estilo.

Rubalcaba juega un papel, cumple un cometido y tiene un perfil que ahora, para esta contienda, no le conviene. El vicepresidente primero, ministro del Interior y portavoz del Gobierno es el precandidato oficial de libro, el que cuenta en teoría con el respaldo mayoritario del aparato, del grueso de los barones regionales y provinciales y de los miembros de los principales órganos ejecutivos del PSOE. Pero sabe que esa ventaja para esta carrera no cuenta. O, peor incluso, que puede ser contraproducente. Ya lo ha sido. La estrategia a seguir ahora tiene que ser otra.

Rubalcaba y Chacón han hecho un pacto de silencio, pero ambos se mueven ya para recabar apoyos

Rubalcaba siempre ha sido una figura muy querida por las bases y militantes del PSOE, que aprecian sobremanera su destreza dialéctica, su trabajo, su tesón para no eludir los conflictos en los peores momentos: antes, durante los Gobiernos de Felipe González; luego, durante su travesía de acercamiento a Zapatero, y ahora, en la fase final de ese zapaterismo de Nueva Vía que parecía ajeno a su generación. Su veteranía y solvencia se han impuesto. En la dirección del PP lo tienen así de claro: "El peor candidato del PSOE para nosotros y para Mariano Rajoy en 2012 es Rubalcaba". Y no se refieren solo a su temida oratoria o a sus requiebros al destino y al pasado. Creen que es un peligroso cartel electoral, porque en estos momentos de zozobra política y económica del país los ciudadanos buscarán en las urnas una figura que les transmita seguridad y elimine cualquier riesgo de nuevas aventuras. Es una crítica a una parte del mandato de Zapatero, pero también una admisión de los méritos del rival.

En el entorno de Rubalcaba, esa zona de la que todo el mundo habla en el PSOE y que por ahora pocos delimitan, quieren aprovechar lógicamente ese tirón y su conexión con los votantes, algo que el ministro siempre ha cuidado con esmero pese a su reacción a los trabajos de puro aparato de partido. Saben que cuenta con mucho respaldo orgánico, pero ahora toca la hora de provocar la simpatía y la empatía, con los militantes propios y en el futuro con la gran masa de votantes de centro. Sin estridencias.

¿Cómo se hace eso que parece tan fácil y que es tan complicado? ¿Cómo se toma esa temperatura sin que se note antes de tiempo? ¿Cómo se siembra el voto sin pedirlo expresamente? En eso están ambos.

Chacón, por ejemplo, ha intensificado su agenda pública. Y no solo como ministra de Defensa. Acude a más actos. Va a más desayunos políticos para presentar o escuchar a otros compañeros y para que se la vea. Protagoniza más mítines del partido. Hasta hace poco solo hablaba y muy esporádicamente de lo suyo (asuntos militares); ahora arremete contra Mariano Rajoy, Dolores de Cospedal, Javier Arenas y todo dirigente del PP que se le ponga por delante. Ha sido incluida en las convocatorias oficiales del PSOE. Y es demandada por muchas federaciones. Sigue sin ofrecer ruedas de prensa, porque así selecciona más sus palabras y evita al máximo cualquier error. Pero se ha hecho más visible. La ministra de Defensa, promocionada en todos sus cargos por Zapatero, también busca a su manera su caladero de votos. Su juventud (40 años) le permite la etiqueta de más moderna, pero le reporta menos experiencia, incluso para haber dejado alguna huella en muchas agrupaciones.

Ni Rubalcaba ni Chacón se han desmarcado, por ahora, del discurso político del todavía presidente. Pero no se descarta que lo hagan. Mejor dicho, algunos en el entorno de Rubalcaba y de José Blanco sí temen que Chacón pueda caer en la tentación de remarcar sus opciones por esa vía, la que ya intentó Tomás Gómez en las primarias de Madrid frente a Trinidad Jiménez. Por subrayar las ideas más de izquierdas, del gusto de las bases, de los votantes tradicionales del PSOE, y tan reactivas en estos momentos para España.

Otro temor, más profundo, menos evidente y explícito, tiene que ver con el papel que se reserva Zapatero. Todos proclaman que será exquisitamente neutral. El mejor árbitro hasta que exista nuevo líder electoral, y hasta que se resuelva la bicefalia en un futuro congreso tras las elecciones generales de 2012. Pero Zapatero tampoco ha hablado de sus preferencias. Ni ha dado una pista. Y eso también inquieta, a Chacón y a Rubalcaba.



Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_