Un diario con fotografías para contar la historia de Emmanuel y Ezinna, dos solicitantes de asilo
‘Volver a empezar’ es un proyecto fotográfico realizado por dos migrantes africanos que ha servido para generarles autoestima, conciencia y conocimiento de su nuevo entorno
Ezinna Shedrack camina por el centro de su nueva ciudad, Badajoz, observando detenidamente el entorno. De repente, un edificio le llama la atención y se para frente a él como si algo le resultara familiar. Nada le había llamado tanto la atención durante el paseo de hoy. Quizás sea porque nunca antes había reparado en observar con tanta atención lo que hay a su alrededor. Es un edificio inspirado en la arquitectura árabe con un aire muy similar a los que veía cada día en Marruecos. Entonces desenfunda su cámara, empieza a encuadrar, enfoca y toma una fotografía.
En la misma plaza, su compañero Emmanuel Ihitegbulem está fascinado por el color amarillo de las hojas de un árbol. Siguiendo el mismo proceso que su amigo, congela la escena con su pequeña cámara digital. De vuelta a su nuevo hogar, el Centro de Refugiados de Cruz Roja, copian el contenido de las tarjetas de memoria en el ordenador, charlan sobre cómo ha ido el día y planifican la próxima jornada del taller de fotografía que están realizando.
“Antes solo miraba en una dirección. La fotografía me ha ayudado a ver las cosas desde otros puntos de vista y a descubrirme a mí mismo,” responde Ihitegbulem, de 31 años e informático de profesión, al preguntarle si este proyecto ha sido útil para él.
Durante tres meses, gracias a unas cámaras fotográficas donadas y al apoyo de Cruz Roja, Ihitegbulem y Shedrack, ambos de Nigeria, han roto con su aburrida rutina. Sesiones para aprender a usar las cámaras. Paseos para fotografiar la ciudad. Selección de imágenes. Reflexiones. Redacción de textos. Traducciones. Una serie de nuevas habilidades y herramientas para terminar elaborando un diario personal con una selección de 15 fotografías a las que, además, han añadido un texto. Una idea, esta última, que surgió durante una de las sesiones del taller para así también complementar las clases que reciben de español.
“Antes creía que la fotografía no era más que pararse frente a algo y fotografiarlo, pero en realidad va mucho más allá. Es pensar, buscar razones, concentrarme en lo que quiero explicar”, reflexiona Shedrack, de 28 años y natural de Biafra, una región de Nigeria que entre 1967 y 1970 fue un Estado independiente.
La primera página de su diario muestra un autorretrato frente a un espejo acompañado de unas palabras contando quién es, dónde está y qué hace aquí. Las páginas avanzan con imágenes que reflexionan sobre la importancia de la familia, su esfuerzo por aprender el nuevo idioma o las vistas desde la ventana de su habitación. En uno de sus paseos por el barrio ha fotografiado un mural donde aparece una niña columpiándose. Con palabras explica que esa imagen le recuerda a su infancia y al columpio en el que solía jugar con los amigos de su pueblo. Ha decidido también incluir una fotografía de un radiador. Explica que en España fue la primera vez que tuvo que usar la calefacción porque en su país siempre hace mucho calor. En la última imagen aparece un semáforo en rojo. Una metáfora sobre cómo se siente ante las dificultades a las que se enfrenta para legalizar su situación en nuestro país.
Emmanuel Ihitegbulem y Ezinna Shedrack comparten una historia muy similar. Ambos decidieron huir de su país por miedo a la violencia desatada contra su etnia, el pueblo igbo, de religión mayoritariamente cristiana. “El presidente envió a los militares para minimizar nuestra etnia y negarnos derechos. Como había muchas matanzas, hablé con mi madre, nos pusimos de acuerdo y decidí huir del país”, relata el joven.
Desde entonces, sus vidas se han convertido en un continuo volver a empezar. Volver a empezar a conocer un país. Una nueva ciudad. Un nuevo idioma. Un nuevo hogar. Hacer nuevos amigos. Nuevos contactos. Procesos legales. Trámites. Rutinas. Cursos. Un largo etcétera de obstáculos para lograr integrarse en la sociedad y rehacer sus vidas. Por eso decidieron llamar al proyecto Volver a empezar.
Shedrack atravesó Níger y Argelia antes de llegar a Marruecos, donde trabajó durante un año y siete meses en la construcción. Después se embarcó en una patera que le condujo a Tenerife, donde comenzó el proceso de solicitud de asilo que le ha llevado ya por Málaga y Badajoz. Ihitegbulem hizo una ruta similar, pero permaneció en Marruecos dos años, sobreviviendo haciendo mudanzas y mendigando a las puertas de las mezquitas. Su patera arribó a Las Palmas de Gran Canaria y el sistema de acogida de nuestro país lo ha traslado por Sevilla, Cáceres y Badajoz.
El proyecto fotográfico nació con la idea de generarles autoestima, motivarles a conocer su nuevo entorno y generarles conciencia sobre su situación
Llegaron al centro de Cruz Roja de Badajoz el pasado verano y allí les prestan un hogar mientras los acompañan en el largo y tedioso camino para conseguir su estatus de refugiado. Además, les guían para conseguir una inserción laboral digna y les dan clases de español.
Este proyecto fotográfico nació con la idea de generarles autoestima, motivarles a conocer su nuevo entorno y generarles conciencia sobre su situación. Sin embargo, también se ha convertido en una herramienta para que ellos mismos puedan contar sus historias de vida. Ihitegbulem está convencido que estas páginas relatan su pasado, su presente y su futuro. “Si alguien me pregunta cómo es mi vida, solo tendría que mostrarles el diario”.
Él ha preferido comenzar contando cómo es su nueva dieta. Continúa mostrándonos sus apuntes de español y su dormitorio. Ha fotografiado también un ordenador que utiliza junto a unas palabras para hacer un llamamiento a la unión entre las personas y contra la discriminación. Tiene claro que una de sus fotos favoritas se le ocurrió de manera espontánea. En ella aparece su mano y la de un voluntario sobre una pared blanca. El texto que sigue a la escena relata: “Las manos son marrones, nadie es blanco o negro. Deberíamos aprender que tenemos tipos de colores diferentes. ¡Nosotros somos todos uno!”
Para darle continuidad al proyecto están tratando de organizar charlas y exposiciones por la ciudad. Están seguros de que puede ser una buena manera de sensibilizar a la ciudadanía sobre la situación de las personas refugiadas y contribuir a su integración en la sociedad. El proyecto puede verse en internet y han convertido algunas de las imágenes en postales con las que pretenden conseguir fondos que les ayude a continuar su camino hacia una vida segura y digna. Si es que llegan a conseguirlo.
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