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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Coser y cantar, o la elegancia de un diseñador congoleño

En la tradición de los ‘sapeurs’, dandis que cultivaban el arte del vestir chic en Kinshasa, el diseñador Emmanuel Makaka propone una moda mestiza, pero concebida y confeccionada en África, con rafias, wax y satinados

Analía Iglesias
Emmanuel Makaka, joven diseñador de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.
Emmanuel Makaka, joven diseñador de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.Bomoyi design/Théophile Mutuale/Live Kanku

Su nombre es el del presidente francés y su apellido también empieza por Ma, pero este Emmanuel nació en Kinshasa, República Democrática del Congo (RDC), en 1993. Se apellida Makaka (en Instagram: @maktanuel_officiel) y sueña con ampliar, desde la cuenca del río Congo, el legado del propio Yves Saint Laurent, quien ya en 1967 presentó su Colección africana, con rafias, conchas marinas y accesorios de madera, algo que continuaron Dolce & Gabbana y, más cerca, Dries Van Noten o Paul Smith, con telas wax de reconocibles estampados de África Occidental.

Para darse a conocer fronteras fuera de su país, sobre el final de esta primavera tropical, Emmanuel Makaka mostró su colección Queen of Africa (reina de África), en un desfile que tuvo lugar en Abiyán (Costa de Marfil). Lo hizo en el marco del homenaje que la 14ª edición del Femua Festival de Músicas Urbanas de Anoumabo rindió a la RDC y, en especial, a la cultura que ha crecido en torno a la rumba congoleña. Porque resulta innegable que la exuberancia natural de los paisajes del Congo se vienen transmitiendo desde hace décadas en las músicas y en los modos de vestir de sus elegantes ciudadanos urbanos, algo que ha heredado este joven diseñador.

Desfile del diseñador congoleño Emmanuel Makaka, en Abiyán (Costa de Marfil).
Desfile del diseñador congoleño Emmanuel Makaka, en Abiyán (Costa de Marfil).Heaven Studio

“Nosotros, los congoleños, siempre hemos tenido un pacto entre la música y la moda”, asegura el estilista que, en un principio, estudió música en el Instituto Nacional des Arts INA (Instituto Nacional de Artes) de Kinshasa, antes de aprender el oficio de la costura. Como tantos otros jóvenes que nutren la prolífica industria musical de aquel país (el que un día se denominó Zaire e hizo intercambios de ritmos e instrumentistas con Cuba y la música del Caribe), Makaka integró el gremio, como cantante: “Cuando cantaba, sobre el escenario, me vestía de una manera diferente... Pero los modistos no entendían lo que yo quería, así que me dije: ¿por qué no aprender a diseñar y a coser yo mismo?”, rememora.

Sobre el escenario me vestía de una manera diferente... Pero los modistos no entendían lo que yo quería, así que me dije: ¿por qué no aprender a diseñar y a coser yo mismo?
Emmanuel Makaka, diseñador

En los barrios populares de la gran ciudad, la banda de sonido era la rumba, por lo que estos millennials, así como los chicos y chicas congoleñas de la generación Z. Ellos han crecido junto a la alegría contagiosa de sus mayores, que bailaban con las voces, las cuerdas y la percusión típicas del Congo Belga, gracias a músicos fundacionales como Franco Luambo, Taby Ley Rochereau (padre del conocido rapero francés Youssoupha), Docteur Nico, Mbilia Bel o Papa Wemba.

En efecto, hay un orgullo especial en ese linaje de la rumba congoleña, inscrita desde el año pasado en la lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Se trata de un estilo que enraíza en un baile antiguo llamado nkumba, que significa “cintura” en idioma kikongo, que es justamente el que habla Makaka, especialmente con su madre, originaria de la región de Bandundu. Basta verle la sonrisa de amor genuino por esa lengua nativa cuando menciona a su “maman”, en francés mamá, mientras prepara el desfile en el que vestirá a reinas y príncipes con sus diseños mestizos.

Desfile del diseñador congoleño Emmanuel Makaka, en Abiyán (Costa de Marfil).
Desfile del diseñador congoleño Emmanuel Makaka, en Abiyán (Costa de Marfil).Heaven Studio

¿Cuál diría que es la particularidad de sus diseños? “Que los hace un africano que busca fusionar los atuendos que heredamos de Europa con nuestras tradiciones”, expresa. Y, como ejemplo, muestra su pantalón de corte occidental, suave al tacto y de color estridente, que combina con tejidos estampados, “en este caso, de Ghana”, confiesa. “Me gusta mezclar el wax con la rafia –que es nuestra– y estas telas satinadas europeas”, explica. Y añade: “Mi marca se dirige a la gente que quiere originalidad y un toque artístico en su manera de vestir”.

Mi marca se dirige a la gente que quiere originalidad y un toque artístico en su manera de vestir
Emmanuel Makaka, diseñador

De algún modo, Emmanuel Makaka podría ser considerado un cultor contemporáneo de la tradición de los sapeurs, esos seguidores de la SAPE, el acrónimo de la antigua Societé des Ambienceurs et Personnes Élégantes (Sociedad de Animadores y Personas Elegantes), dandis característicos de la sociedad urbana congoleña que aún frecuentan los escenarios donde se toca rumba. La sape también alude a una palabra del argot francés para designar el atuendo y está vinculada con prácticas del periodo colonial, tanto en Kinshasa como en la vecina Brazzaville, que pretendían borrar la idea de unos nativos descuidados o desnudos. Makaka responde con otra sonrisa: “Nuestra vestimenta ha sido importante toda la vida. Los sapeurs aman el chic y la elegancia, y, paralelamente, nuestras estrellas de la música empezaron a traer cosas de marcas europeas”. Sin embargo, “hoy somos nosotros los que creamos”, zanja.

En su opinión, “pronto, todo el mundo se inspirará en nuestro continente” para diseñar su vestimenta y accesorios. Makaka lo argumenta así: “En África se encuentra el principal hábitat de la fauna y la flora del planeta”. De ahí la inspiración.

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Sobre la firma

Analía Iglesias
Colaboradora habitual en Planeta Futuro y El Viajero. Periodista y escritora argentina con dos décadas en España. Antes vivió en Alemania y en Marruecos, país que le inspiró el libro ‘Machi mushkil. Aproximaciones al destino magrebí’. Ha publicado dos ensayos en coautoría. Su primera novela es ‘Si los narcisos florecen, es revolución’.

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