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El milagro del equipo de golbol para personas con discapacidad visual de Yemen

Un club en la ciudad de Adén entrena a atletas en este deporte paralímpico sin financiación y en un estadio sin electricidad con la esperanza de aumentar su visibilidad en la sociedad de un país castigado por años de conflicto

Equipo de golbol discapacitados Yemen
Abdulrahma Sultan (centro), jugador del Club Deportivo Estrellas de Adén para Ciegos, durante un entrenamiento, en marzo de 2023.Kayan Shugoun

En la ciudad portuaria de Adén, un grupo de atletas de golbol, un deporte paralímpico para personas con discapacidad visual, está superando las barreras sociales y la escasez de medios materiales, vinculada en gran parte a la guerra que castiga Yemen desde hace una década, para entrenar y competir.

La ONU calcula que alrededor de 4,5 millones de personas, aproximadamente el 15% de la población del país, tienen alguna discapacidad. La guerra civil, que según la ONU había dejado unos 377.000 muertos a finales de 2021, un 60% de ellos indirectos, debido a la desnutrición, enfermedades y falta de acceso a cuidados médicos, ha convertido a las personas con discapacidad en uno de los grupos más marginados del país. El acceso a servicios esenciales como la atención sanitaria y la rehabilitación es un problema para muchas de ellas.

En 2019, se fundó el Club Deportivo Estrellas de Adén para Ciegos, que ofrece a los atletas con discapacidad visual una plataforma para jugar al golbol, un deporte especialmente pensado para personas con baja visión, en el que cada equipo está formado por tres jugadores que utilizan una pelota con tres cascabeles incrustados y que dependen de su oído para seguir su movimiento por una pista marcada. El objetivo es anotar goles mediante el lanzamiento del balón con la mano.

La idea del club se le ocurrió a Shaker Barahma, que contactó a Arwa al-Amri, la actual presidenta del club, para proponerle “una idea audaz”. “Era algo que no se había visto antes en Adén”, señala Al-Amri. “Acepté inmediatamente porque sabía que llenaba un vacío evidente”, agrega.

Los fundadores, sin respaldo financiero, según Al-Amri, confiaron en sus propios recursos y determinación. “Nos pusimos en contacto con otros compañeros discapacitados visuales como Amr Saleh y Mohammed Ali”, recuerda Al-Amri. “Celebramos varias reuniones y fundamos oficialmente el club. Desde el primer día, fue un esfuerzo autofinanciado”, agrega. Pero cree que, después de casi seis años, su inversión “ha merecido la pena”. Hoy, el Club Deportivo cuenta con cerca de 120 integrantes entre administradores y atletas que también practican otros deportes como carreras y ajedrez.

Pero la joya de las Estrellas de Adén es el golbol, que se jugó por primera vez en unos juegos paralímpicos en 1972. “Es un deporte importante”, afirma Akram Ali, entrenador de unos 20 atletas.

Para todos ellos, la rutina de ejercicios está cuidada al detalle: “Empezamos con calentamientos y ejercicios individuales para corregir errores y evaluar a cada jugador”, explica Ali. “Luego pasamos a sesiones de grupo para fomentar el trabajo en equipo y familiarizar a los jugadores con las distintas posiciones en la cancha”, añade. Hay dos entrenamientos por semana en el Estadio 22 de Mayo de Adén, pero Ali espera ampliar el horario.

Sin instalaciones, transporte y electricidad

Pero los retos son muchos. El club no dispone de instalaciones específicas ni de transporte privado para atender las necesidades de los jugadores. “El pabellón actual no está debidamente equipado para jugadores con discapacidad visual”, lamenta Ali, explicando además que a menudo tienen que interrumpir los entrenamientos porque hay otras actividades o torneos agendados en el estadio. Eso sin contar la falta de electricidad, algo que complica las sesiones, especialmente durante los sofocantes veranos.

“Las largas horas sin electricidad agotan nuestra energía e interrumpen nuestros entrenamientos. Pero nuestro amor por este deporte nos da fuerza para seguir adelante”, asegura Abdulrahman Sultan, de 25 años, que perdió la vista por las heridas que le causó la explosión de un coche bomba cerca al Club Al-Wehda de Adén cuando él pasaba caminando.

Pese a los obstáculos, el equipo tiene razones para celebrar. En 2024, consiguieron una licencia temporal concedida por la Oficina de Juventud y Deportes de Adén, tras cinco años de intensas solicitudes. También recibieron apoyo financiero de Moamen al-Saqqaf, jefe de la dirección local del Consejo de Transición del Sur en Adén, el grupo independentista que defiende la separación del sur yemení. Pero hasta entonces, según Al-Amri, “ni el Gobierno ni las entidades privadas” los apoyó en sus inicios.

Sultan se unió al club en 2019 y rápidamente encontró satisfacción y crecimiento personal a través del golbol. “Ha mejorado mi forma física y aumentado la confianza en mí mismo”, aseguraba. Sin embargo, los horarios de entrenamiento irregulares, como consecuencia de la escasez de recursos, han frenado su progreso. Por lo pronto, él y sus compañeros de equipo aspiran a participar en torneos árabes e internacionales y esforzarse por alcanzar los niveles más altos. Subraya que para ellos el deporte no es solo una fuente de confianza, sino también de bienestar mental.

Para seguidores como Mutasim Tareq Saleh Sarour, el golbol es algo más que un juego. “Es un deporte especialmente adaptado a las capacidades de los jugadores ciegos, que les ofrece la oportunidad de demostrar sus habilidades”, afirma. Sarour asiste regularmente a partidos y eventos y considera que su presencia es un estímulo y una muestra de solidaridad. “Estar allí no solo es divertido, sino también una manera de apoyar y motivar a los jugadores. Sensibiliza a la comunidad y demuestra que la discapacidad no es una barrera para la excelencia”, afirma.

Ali al-Saadi, residente en Adén, considera que el club representa un paso vital en la integración de las personas con discapacidad visual en la sociedad. “Esta iniciativa debería haberse llevado a cabo hace años, pero las circunstancias de Yemen la retrasaron”, recuerda. Para Al-Saadi, el club es un segundo hogar donde los jugadores pueden explorar sus aficiones y compartir sus talentos con el mundo. También lo ve como una puerta de entrada para representar a Yemen en acontecimientos internacionales. “Necesitamos más clubes como este para los discapacitados. Tienen talentos que están esperando a ser descubiertos y merecen nuestro apoyo y nuestros recursos”, insiste Al-Saadi.

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