Frenar la creciente violencia contra las mujeres, una asignatura pendiente en la nueva página de la historia de Siria
Los malos tratos, abusos sexuales, matrimonios forzados o crímenes de honor aumentaron en los casi 14 años de guerra en el país, pero pasaron desapercibidos en medio del conflicto interno
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“Tras el estallido de la guerra, mi marido se unió a un grupo armado. Conforme ganó poder e influencia, se volvió adicto a las drogas. Mi vida se convirtió en un infierno cuando empezó a maltratarme, golpeándome e insultándome por la más mínima razón”. Su’ad al Kayyal, una mujer de 29 años nacida en Idlib, en el norte de Siria, calló durante años los malos tratos de su marido. “Lo soporté todo para proteger a mis hijos. Pero un día, durante una discusión, me amenazó con un cuchillo de cocina. Cuando intenté quitárselo, me apuñaló en la mano y en el pie. Al salir del hospital, me fui a casa de mis padres, y ahora estoy esperando el divorcio”, detalla a este periódico.
La violencia de género ha aumentado en Siria, según datos publicados por ONG y organismos de la ONU, pero se ha visto eclipsada y a menudo incentivada por el conflicto y por una sociedad patriarcal donde las mujeres no encuentran amparo en las instituciones ni en las familias para denunciar a sus agresores, que muchas veces forman parte de su entorno más cercano. La edición 2023 del Índice Mundial de Paz y Seguridad de las Mujeres (WPS), que puntúa y clasifica a 177 países en términos de inclusión, justicia y seguridad de las mujeres, sitúa a Siria en el puesto 171.
Noura al Faiz, una asesora psicológica de 34 años de Alepo, en el norte del país, explica que a menudo las mujeres no denuncian los malos tratos de sus maridos por miedo a que los vecinos y la sociedad las culpen y las tachen de malas esposas, y también por la falta de leyes disuasorias y de organismos que defiendan sus derechos. Esto se ve acentuado en el caso de las mujeres que carecen de un lugar al que acudir o de medios económicos para vivir de forma independiente tras el divorcio, una situación a la que se enfrentan la gran mayoría de las sirias.
No fue fácil tomar la decisión de marcharme, pero había soportado el comportamiento abusivo de mi marido durante demasiado tiempo. Me pegaba constantemente e incluso me provocó un aborto. Así que decidí irme para siempreLina Al Kamil
Lina al Kamil, de 17 años, se marchó de la casa de su marido en agosto de 2024, pero no regresó a la de sus padres. Temiendo que la obligaran a volver con él como habían hecho antes, huyó a Turquía. “Nos desplazaron de nuestro pueblo y vivíamos en campamentos alejados de las escuelas. Mi padre me casó muy joven. Al cabo de poco tiempo, mi marido empezó a someterme a abusos físicos y verbales”, relata por teléfono a este periódico. “Mi padre me decía que tuviera paciencia y aguantara, para no terminar como una divorciada condenada al ostracismo por la sociedad. No fue fácil tomar la decisión de marcharme, pero había soportado el comportamiento abusivo de mi marido durante demasiado tiempo. Me pegaba constantemente e incluso me provocó un aborto. Así que decidí irme para siempre y poner fin a mi sufrimiento”, añade.
Según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) de 2023, la violencia de género ha aumentado en el país y representa una amenaza para la vida de las mujeres y las niñas. “Es evidente que las mujeres y las niñas en Siria se enfrentan a importantes obstáculos para expresar sus preocupaciones y hacer valer sus derechos. El riesgo y el miedo a las represalias cuando buscan servicios o denuncian la violencia de género actúa como un importante elemento disuasorio para la acción individual y colectiva”, dice el organismo de la ONU.
Al Faiz explica que los malos tratos contra las mujeres han aumentado en la sociedad siria debido a diversos factores, como las dificultades económicas y las presiones psicológicas causadas por la guerra. Las estimaciones de Naciones Unidas indican que, en 2022, 7,3 millones de personas en Siria, principalmente mujeres y niñas, es decir, casi un tercio de su población, necesitaban servicios de atención a la violencia de género.
Hacemos un llamamiento a la nueva Administración de Siria para que dé prioridad a la importancia del papel de la mujer en la etapa entrante y confía en que les permita participar en el diálogo nacional y en las reformas a todos los nivelesObservatorio Sirio para los Derechos Humanos
En 2024, la ONG Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH) pudo documentar la muerte de 227 mujeres en diferentes circunstancias, entre ellas 92 asesinadas, nueve en circunstancias desconocidas, dos ejecutadas de manera extrajudicial. La organización destaca el alto precio que han tenido que pagar las mujeres en 14 años de conflicto, entre ellos ser víctimas de acoso y violencia sexual.
“Hacemos un llamamiento a la nueva Administración de Siria para que dé prioridad a la importancia del papel de la mujer en la etapa entrante y confía en que les permita participar en el diálogo nacional y en las reformas a todos los niveles”, pide el OSDH.
A principios de diciembre, los rebeldes sirios, liderados por el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS) derrocaron el régimen de Bachar el Asad. En este momento, el comandante Ahmed al Shara, líder de este grupo islamista, es el mandatario de facto del país en esta transición, llena de incógnitas.
Para Su’ad al Kayyal, la mujer maltratada que aguarda el divorcio, no hay mucho lugar para el optimismo. “Las mujeres sirias estuvieron oprimidas con El Asad y las nuevas autoridades no están demostrando hasta ahora que nuestros derechos vayan a ser garantizados de manera más justa”, dice a este diario. Al contrario, esta madre de familia, teme que las mujeres no logren obtener una representación justa en el proceso político en curso y en la toma de decisiones.
Vigilancia y control
La Red Siria para los Derechos Humanos (SNHR, por sus siglas en inglés) logró documentar al menos 11.553 casos de violencia sexual contra mujeres y niñas desde marzo de 2011, cuando comenzó el conflicto, hasta noviembre de 2024. La organización afirmó que en 2024, la violencia contra las mujeres aumentó y detectó un incremento de las muertes, de los arrestos arbitrarios y de los casos de tortura y violencia sexual.
Por su parte, la UNFPA describe que “las mujeres y las niñas sufren violencia por parte de múltiples agresores en sus familias, como maridos, padres y hermanos, y también por parte de parientes más lejanos como suegros, tíos, padrastros y cuidadores”. Además, las mujeres viudas y divorciadas declararon estar sometidas a una intensa vigilancia y control por parte de los miembros de la familia, con informes cada vez más numerosos de los llamados “asesinatos de honor” y otras formas de feminicidio, dice UNFPA.
El OSDH también ha podido documentar un aumento de los crímenes de honor en “toda Siria”. Un informe de la ONG de mediados de 2024 describía que ante la “ausencia de ley y de medidas disuasorias, muchas mujeres y niñas eran asesinadas por sus padres, hermanos, hijos u otros parientes masculinos”. Los métodos descritos eran desde el apuñalamiento, estrangulamientos o quemar vivas a las mujeres, por ejemplo. La ONG afirma que este tipo de crímenes son muy difíciles de documentar por el secretismo que les rodea.
Las niñas también sufren los efectos de la violencia de género. Lamis al Mustafa, de 10 años, vive en un campamento improvisado cerca de la frontera sirioturca y ha tenido que soportar los malos tratos de su padre. Su madre, Ala al Mustafa, cuenta que se separó de su marido por su adicción a las drogas. “Dejé a mi hija de 10 años a su cuidado, pero luego he descubierto que la golpea, la encierra y la priva de comida. También le ha obligado a dejar la escuela y trabaja en el campo para ayudar a mantener a la familia. A menudo le impide que venga a visitarme”, resume.
Según cálculos de Unicef de junio de 2024, casi 400 millones de niños menores de cinco años, es decir, 6 de cada 10 niños de este grupo de edad en todo el mundo, están expuestos regularmente a violencia psicológica o física en el hogar. Alrededor de 330 millones de estos niños sufren castigos físicos.
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