Moverse por África sin visados: un ambicioso proyecto político y económico que cobra fuerza
Varios países del continente han eliminado restricciones fronterizas para los africanos y han agilizado los trámites para viajar. 24 países ya ofrecen además visa electrónica, casi el triple que en 2016, lo que supone un impulso al desarrollo, a falta de mejores comunicaciones y la simplificación del comercio
Ser africano y viajar dentro del continente es cada vez más sencillo. Seis años después de que la Unión Africana (UA) firmara el protocolo sobre la Libre Circulación de Personas, aumenta el número de países que no exigen visados de entrada. Sin embargo, esta eliminación de trabas, que responde a objetivos económicos y también políticos, tiene aún por delante desafíos importantes como reducir el coste de un billete de avión entre ciudades como Lagos y Kinshasa o simplificar las transacciones comerciales bilaterales.
“Hace unos años necesitaba pedir visados para viajar a Kenia, Ruanda o Congo”, explica a este medio el zimbabuense Lincoln Chirochierwa, director de la ONG Misiones Médicas Sostenibles para la región de África del Sur, un doctor que visita regularmente todos los países de la región austral y este para supervisar las operaciones de la organización. “Ahora viajo sin visado a todos los países de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), la Comunidad de África oriental (EAC) y el Mercado Común de África Oriental y Austral (COMESA)”.
Actualmente, 24 países ofrecen visa electrónica, casi el triple que en 2016
La llamada África “visa free” (sin visado) se acerca cada día un poco más. Cinco países del continente (Kenia, Ruanda, Gambia, Benín y Seychelles) ya no exigen ningún tipo de visado al resto de Estados africanos, y 33 sobre 54 no lo piden a viajeros de al menos 10 otros países. Un 28% de los viajes que se realizan dentro de África ya no requieren ningún visado, frente al 20% de 2016, según datos del Banco de Desarrollo Africano. Parte de estas conclusiones quedaron recogidas en el último Índice de apertura de visados en África (AVOI, por sus siglas en inglés), elaborado por la Unión Africana y el Banco de Desarrollo Africano, que concluye que la eliminación de estos requisitos de entrada aumenta de forma constante. El año pasado, 15 países subieron su puntuación en lo referente a reducción de trabas para los viajeros y solo cuatro registraron una disminución.
Además de que varios países han eliminado restricciones, también han agilizado los trámites para viajar. Actualmente, 24 países ofrecen visa electrónica, casi el triple que en 2016. “Antes Nigeria me requería tramitar el visado desde la embajada, ya que no tenía sede electrónica. Imagínate: tenía que viajar a Sudáfrica, ir a la embajada, pagar 140 euros y esperar entre cinco y siete días a que fuese aprobada”, recuerda Chirochierwa. “Ahora lo hago electrónicamente, pero me gasté mucho dinero en todo ese proceso”.
Hace unos años necesitaba pedir visados para viajar a Kenia, Ruanda o Congo. Ahora viajo sin visado a todos los países de la Comunidad de Desarrollo de África AustralLincoln Chirochierwa, director de la ONG Misiones Médicas Sostenibles
Desde 2023 hasta el primer trimestre de 2024, varios países africanos firmaron acuerdos bilaterales de exención de visados, como por ejemplo Zimbabue y Botsuana, Botsuana y Namibia, Sudáfrica y Ghana, Uganda y la República Democrática del Congo. En febrero, Malaui levantó las restricciones de visado para 79 países y Kenia se convirtió en enero en el quinto país que suprime la necesidad de visado para los viajeros africanos. Pero el nuevo procedimiento, llamado la Autorización Electrónica de Viaje (ETA, por sus siglas en inglés), exige ahora el pago de 30 dólares 72 horas antes de la entrada al país a casi todos los visitantes, algo que antes no sucedía. Ante la avalancha de críticas, el Gobierno keniano anunció en febrero excepciones para Etiopía, Mozambique, Sudáfrica, Eritrea, Congo, San Marino y Comoras.
Integración, cooperación y comercio
Abrir las puertas progresivamente a otros países africanos se enmarca en el creciente deseo de descolonizar también las fronteras, y responde al deseo fundacional de la Unión Africana: integración, unidad y solidaridad continental. La llamada Agenda 2063, un marco estratégico lanzado por la UA, incluye medidas como el pasaporte africano y aspira a eliminar las restricciones para moverse, trabajar y vivir dentro de África. El proyecto estrella que engloba dichas iniciativas es la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés), que reúne a 54 países de la Unión Africana y a las ocho Comunidades Económicas Regionales (CER). Según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI), si se reducen las barreras arancelarias y se realizan otras reformas para allanar los intercambios, el comercio dentro de África podría aumentar en un 53% y el comercio con el resto del mundo podría incrementarse en un 15%, cifras que implicarían una progresión media del 10% del PIB real per capita y que entre 30 y 50 millones de personas salgan de la pobreza extrema.
Para Santosh Ganesh, fundador y presidente del Consejo Global para la Promoción del Comercio Internacional (GCPIT, por sus siglas en inglés), la liberalización de los visados influirá en múltiples esferas. “Aumenta el tránsito de personas, impulsa el turismo y también fomenta el crecimiento económico, ya que facilita el comercio y las relaciones regionales, así como la diversificación y la competitividad de los países”, enumera.
“África necesita despertar y facilitar que sus ciudadanos viajen libremente”, opina el reverendo Ndolimana, un ruandés que viaja a menudo. “El turismo y la inversión son vitales para las economías. Si se simplifican las regulaciones de visas, más inversores podrán contribuir a las economías nacionales”,
Fuga de cerebros
La tendencia hacia una África sin visados no está exenta de retos. Algunos países están preocupados por los riesgos de seguridad y por la potencial fuga de cerebros, apunta Ganesh. “Además, las cuotas y los complejos procedimientos aduaneros para los productos de otras naciones africanas siguen siendo muy elevados”, continúa. “Las deficientes infraestructuras y las redes de transporte y suministro eléctrico inadecuados también dificultan la circulación de bienes, así como las limitaciones estructurales, tales como los mercados pequeños y fragmentados”.
A pesar de que el AfCFTA es la zona comercial más grande del mundo, ya que abarca un mercado de 1.300 millones de personas y un PIB combinado de tres billones de euros, el comercio intraafricano representa actualmente solo el 15% de las transacciones totales del continente, muy lejos del 58% en Asia y del 67% en Europa.
Abrir las puertas progresivamente a otros países africanos se enmarca en el creciente deseo de descolonizar también las fronteras, y responde al deseo fundacional de la UA: integración, unidad y solidaridad continental.
Otro de los principales retos es la logística de los viajes dentro de África, un continente de más de 30 millones de kilómetros cuadrados. Por ejemplo, un vuelo sin escalas de Berlín a Estambul puede costar alrededor de 120 euros, mientras que para recorrer en avión una distancia similar en África, pongamos entre las capitales Kinshasa y Lagos, hay que pagar entre 500 y 800 euros con escalas de hasta 10 horas. Aunque alrededor del 18% de la población mundial vive en África, solo el 2% de los viajes aéreos a nivel global se producen en su territorio, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo. El continente es responsable de tan solo del 4% de las emisiones globales de dióxido de carbono, una cifra ínfima comparada con la huella que dejan los países del norte global.
En África hay 731 aeropuertos y más de 400 compañías aéreas. Mesfin Tasew, el presidente de la más exitosa de ellas, Ethiopian Airlines, ha pedido recientemente en una entrevista con el diario Financial Times la elaboración de un acuerdo continental “que permita a las aerolíneas operar libremente para aumentar la competencia y reducir los costos para los viajeros”. Las aerolíneas que operan en África deben negociar acuerdos bilaterales para volar entre países del continente, al ser la mayoría de ellas de propiedad estatal.
A pesar de que la liberalización del mercado de la aviación africano fue aprobado en el año 2000 con el tratado llamado Decisión de Yamoussoukro, dos décadas después ningún país africano la ha aplicado todavía plenamente.
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