‘Agbo’, los brebajes ‘curativos’ que en realidad están enfermando a los nigerianos
Se preparan con raíces, cortezas y hojas de plantas y se venden como pócimas sanadoras. A menudo, su efecto es el contrario, pero el encarecimiento de los medicamentos en el país hace que haya enfermos que recurran a ellos
Titi Ebire, una frutera de 51 años del mercado de Ketu, en Lagos, se quejaba repetidamente a sus amigas de dolores de cintura. A finales de 2022, se enteró de la existencia de un brebaje preparado localmente con hierbas, que se vendía en una botella de 100 mililitros sin precintar. Se decía que la mezcla, que costaba solo 0,21 euros, curaba todo tipo de afecciones, como el dolor de estómago, la fiebre palúdica, la fiebre tifoidea, las hemorroides y las infecciones contraídas en aseos.
Ebire pensó que, si lo tomaba, su mala salud sería cosa del pasado. Pero su situación solo empeoró. “Cinco minutos después de beber una cucharada del brebaje, empecé a sudar y a temblar hasta que caí inconsciente. Mis hijos, que estaban cerca, tuvieron que esforzarse para salvarme de la muerte”, relata.
Ibire sobrevivió al incidente y juró no volver a tomar mezclas de hierbas, pero Taiye Bamidele, clérigo de 24 años, no tuvo esa suerte. Falleció tras consumir los brebajes mortales en la zona de Festac, en Lagos, el 16 de mayo de 2015. Así lo determinó la autopsia que le realizaron, afirma su primo, que se identifica únicamente como Bamitale. Según su relato, el fallecido tomó una taza de un brebaje empapado en alcohol para tratar sus hemorroides. Minutos después,, empezó a comportarse de forma extraña hasta que cayó desplomado al suelo y murió. “Lo único que pudimos hacer fue enterrarlo para que descansara en paz y advertir a los demás miembros de la familia de que no tomaran mezclas de hierbas no autorizadas”, rememora el familiar.
Conocidos popularmente como agbo (hierbas medicinales, en lengua yoruba) en el suroeste de Nigeria, donde su ingesta es más popular, los brebajes se preparan a partir de una mezcla de raíces, cortezas y hojas de plantas que se remojan en agua o alcohol. Aunque se toman con fines curativos, el efecto puede ser el contrario, siendo especialmente dañinos para el hígado y los riñones. Un estudio de 2013 sobre las causas por las que ingresaban los enfermos hepáticos en un hospital terciario de Nigeria determinó que la ingestión de hierbas y raíces era el tercer factor de riesgo después de consumo del alcohol y la hepatitis B. El Hospital Toun Memorial de Ibadán, al sur del país, advertía en un artículo en su página web de 2020 que el agbo es una de las principales causas de fallo renal. “No están libres de efectos adversos, que pueden deberse a factores como adulteración, contaminación, identificación errónea, falta de estandarización, preparación y dosificación incorrecta”, indicaba.
“Muchos nigerianos que consumen los brebajes de hierbas que se venden en distintos rincones del país corren el riesgo de sufrir una lesión renal aguda. Hemos visto llegar a muchos pacientes a nuestro hospital y, al examinarlos, nos damos cuenta de que luchan contra una insuficiencia renal”, señala Muhammed Omoniyi, médico y asesor del Hospital Universitario Docente Obafemi Awolowo. “El problema es que toman hierbas medicinales baratas que les dañan el riñón hasta el punto de necesitar un trasplante renal. Aunque finalmente se encuentre a un donante, no es una intervención barata. Uno de los remedios para evitar los problemas renales es dejar de tomar brebajes de hierbas no autorizados antes de que sea demasiado tarde”, advierte.
La Agencia Nacional para la Administración y el Control de Alimentos y Medicamentos (NAFDAC, por sus siglas en inglés), creada en 1993, exige el registro y la aprobación de los medicamentos a base de plantas antes de su comercialización. A pesar de la normativa, en las grandes ciudades hay mujeres, conocidas habitualmente como elewe-omo, que venden diversos tipos de brebajes. Sayo Akintola, asesor de medios de comunicación de la NAFDAC en Lagos, no respondió a las llamadas ni peticiones de comentarios sobre la venta masiva de agbo.
El médico Omoniyi insta a la Agencia a tomar medidas adecuadas para prohibir algunos de estos remedios, al menos, los sospechosos de ser nocivos para el ser humano. Y recuerda que aquellos que no tienen recursos para costearse una atención médica profesional, los más vulnerables, suelen ser los mayores consumidores y, por tanto, los mayores damnificados. Según la Organización Mundial de la Salud, en África el 80% de la población depende de la medicina tradicional para cubrir sus necesidades básicas de salud.
El problema del precio de los medicamentos
El presidente de Nigeria, Bola Tinubu, anunció en mayo de 2023 la supresión de la subvención a los carburantes en el país. Esta medida, sumada a la inflación y la devaluación del naira (la moneda local), ha convertido la vida de muchos nigerianos en una batalla por la supervivencia. En este contexto, los precios al por menor de los medicamentos de uso común han seguido aumentando, sobre todo desde la salida del gigante farmacéutico GlaxoSmithKline Consumer Nigeria Plc en agosto del año pasado. Según un comunicado oficial del secretario de la empresa, Frederick Ichekwai, la junta directiva de GlaxoSmithKline Consumer Nigeria Plc ha llegado a la conclusión de que “la única alternativa es cesar las operaciones en Nigeria”. Una fuente de la empresa, que pide que no se mencione su nombre, afirma que la razón de la salida es la escasez de divisas extranjeras, que afecta a la capacidad de GSK para seguir suministrando medicamentos y vacunas al mercado.
Ronke Oyedeji, que regenta una farmacia en Lagos, da cuenta de la subida de los precios que ha desencadenado esta noticia: “El paracetamol que en septiembre se vendía a 0,21 euros ahora cuesta el doble”, asegura. Varias farmacias de Lagos confirman el alza de los precios de otros muchos fármacos: el inhalador Ventolin, que costaba 2,04 euros, ahora cuesta 10,19 euros; y el antibiótico Augmentin, que costaba 5,11 euros antes de la salida de GSK, cuesta ahora 25,60
El nigeriano Khadijah Adebukola reconoce que, debido al elevado coste de los medicamentos, recurrió hace poco a curas tradicionales para tratar una enfermedad. “Tuve que visitar a una mujer que me dio unas hierbas para curarme la fiebre tifoidea hace unas semanas. El precio de los medicamentos y las inyecciones eran un problema. No pude conseguir dinero para comprar los fármacos que me recetaron en el hospital. Sé que mi riñón y mi hígado corren peligro si sigo consumiendo productos herbales nocivos, pero Dios me ayudará a eliminarlos”, asegura.
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