La emergencia climática amenaza la reducción de la mortalidad de las embarazadas en la India
Los hospitales rurales del país asiático luchan por funcionar todo el año pese a la escasez de agua. Las mujeres que van a dar a luz están entre los pacientes más afectados
El primer embarazo de Sonu Bohra coincidió con uno de los periodos de sequía más largos jamás vistos en su pueblo natal, en lo alto del Himalaya indio. Al ponerse de parto, hacía casi seis meses que no llovía y los grifos llevaban días secos. Cuando rompió aguas, llegó una ambulancia para llevarla al centro médico del pueblo más cercano. Pero se negaron a ingresarla, alegando que se habían quedado sin agua. El conductor de la ambulancia decidió llevarla al siguiente centro, a 55 kilómetros, un viaje de varias horas por carreteras en mal estado. Allí tuvieron el mismo problema. Se pusieron en camino hacia el siguiente centro de salud, pero ya era demasiado tarde: el bebé estaba en camino. Al final, Bohra dio a luz al borde de la carretera, asistida por el conductor de la ambulancia.
Mientras mira a su hijo sano de dos años jugar y chillar de alegría fuera de su casa, en el pueblo de Sal (en el distrito de Champawat, en Uttarakhand), Bohra recuerda el dolor insoportable que sufrió al dar a luz. Sabe que todo podría haber acabado de forma muy distinta. “Estaba aterrorizada”, cuenta. ”Todo el mundo sabe que las muertes [maternas] son frecuentes en esta zona. Cuando el primer hospital me dijo que no, me preocupó que yo también acabara muriendo. Me puse a rezar”.
La India lleva casi dos décadas trabajando para mejorar su historial de salud materna. Ha ampliado las unidades de maternidad en las zonas rurales, ha proporcionado ambulancias gratuitas para garantizar que las mujeres puedan llegar hasta ellas en condiciones de seguridad y ha creado una amplia red de Activistas Sociales Sanitarias Acreditadas (ASHA, por sus siglas en inglés) para asesorar, organizar los controles prenatales y coordinar el transporte al hospital cuando las mujeres se ponen de parto. La proporción de mujeres que dan a luz en hospitales o clínicas en lugar de en casa se ha duplicado con creces, desde poco más del 40% en el periodo de 2005 a 2006 a casi el 90% en el tramo 2019-2021. La tasa de mortalidad materna ha descendido desde 400 muertes por cada 100.000 nacimientos (en 2007-2009) a 97 por cada 100.000 (2018-2020), cumpliendo el objetivo del Gobierno de situarla por debajo de 100 en 2020. Se trata de una de las mayores victorias del país en materia de salud pública de las últimas décadas y ha merecido elogios internacionales. Sin embargo, como demuestra la experiencia de Bohra, la estrategia de fomentar los partos en instituciones médicas se ha topado con un obstáculo inesperado: el cambio climático.
En todo el mundo, 16,6 millones de mujeres dan a luz cada año en hospitales y clínicas sin suficiente agua, según la ONG WaterAid. Más del 11% de las muertes maternas y el 26% de las neonatales pueden atribuirse a partos sin agua
India tiene el 18% de la población mundial, pero solo el 4% de los recursos hídricos, según el Banco Mundial. Es el mayor consumidor de aguas subterráneas del mundo, por encima de Estados Unidos y China juntos, según un informe de Naciones Unidas publicado en octubre, en el cual se advertía de que la disponibilidad de aguas subterráneas en la región noroccidental india sería críticamente baja en 2025.
El cambio climático ha traído consigo patrones de precipitaciones más erráticos y menos fáciles de predecir que antes, por lo que la escasez de agua ha hecho imposible que los hospitales de las zonas afectadas por la sequía funcionen todo el año. Incluso en las grandes ciudades, algunos tienen que retrasar las intervenciones quirúrgicas previstas durante las épocas más secas, cuando las reservas de agua se agotan. Y a diferencia de una cirugía planificada, el parto no puede posponerse.
El principal hospital del distrito de Champawat, en Uttarakhand, lleva años padeciendo escasez de agua. El principal acuífero del que procede su suministro se secó en pleno verano, cuando tiene que depender del agua que llega por camión. El hospital necesita 25.000 litros de agua al día, pero los remolques únicamente suministran unos 10.000, si es que consiguen llegar, ya que a veces se ven bloqueados por los deslizamientos de tierra. Este año se instaló una nueva tubería que extrae agua de un acuífero distinto. Pero como la extracción supera el ritmo al que estas fuentes subterráneas se reponen de forma natural, no durará para siempre. “Cada año se secan más manantiales”, afirma Parmanand Punetha, ingeniero jefe del Departamento de Aguas de Uttarakhand..
En un caluroso día de la estación seca de este año, una larga cola de mujeres gestantes esperaba a ser atendida. Rukmani Devi, de 33 años y embarazada de seis meses, dice que suele encontrarse con los lavabos del hospital cerrados. “Me preocupa mucho dar a luz aquí”, confiesa. “No hay sitio ni siquiera para lavarse después de dar a luz”.
K. K. Agarwal, director médico del hospital, conoce otros casos como el de Bohra, pero no puede decir cuántos. “Llevamos años planteando esta cuestión [el abastecimiento de agua] a las autoridades”, afirma. “Cualquier proyecto que necesite la aprobación del Gobierno tiene que pasar por una larga cadena de trámites para obtener las autorizaciones... Lleva tiempo”.
Al no haber datos sobre la frecuencia de los cierres de maternidades relacionados con el agua, es difícil saber cuántas mujeres se han visto afectadas.
Rakesh Kumar dirige un pequeño centro de salud público en el Estado oriental de Bihar que depende de camiones cisterna para el suministro de agua durante la estación seca, pero recibe mucha menos de la que necesita para funcionar a pleno rendimiento. El centro se ha visto obligado a rechazar a mujeres por temor a infecciones si no se pueden mantener las normas de higiene. “Realizamos un mínimo de 200 partos al mes”, comenta. “Pero durante los picos del verano, solo recibimos un camión cisterna al día. La mayoría de los días tenemos que pedir a los asistentes de las pacientes que traigan agua de la bomba manual cercana, o nos vemos obligados a enviarlas a otro sitio para dar a luz”.
En el vecino Estado de Jharkhand, una trabajadora sanitaria relata que su centro local de atención primaria ha sufrido escasez constante en los últimos años. “La bomba sumergible del centro de salud dejó de funcionar hace unos años porque el agua subterránea se secó”, explica. “Los lavabos nunca están abiertos. Ahora las mujeres prefieren dar a luz en casa. Tenemos que invertir mucho tiempo y energía para convencerlas de que acudan al hospital más cercano”.
No dejamos de oír noticias sobre mujeres embarazadas que abortan mientras llevan agua a casa o porque se les deniega la admisión [en hospitales] debido a la escasez de agua. Sin embargo, no hay análisis exhaustivosAnant Bhan, investigador de salud global en bioética y política sanitaria
Margaret Montgomery, responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para temas relacionados con el agua, el saneamiento y la higiene en centros sanitarios, afirma: “Si los aseos no funcionan, las mujeres no quieren ir a un centro; es un verdadero factor disuasivo”, afirma. “India ha logrado grandes avances en la reducción de la tasa de mortalidad materna, pero el cambio climático y la falta de indicadores en el seguimiento del sistema nacional de salud y de una revisión sistemática de los presupuestos agravarán los riesgos para la salud de las madres y los recién nacidos”.
Más de 16 millones de afectadas cada año
En todo el mundo, 16,6 millones de mujeres dan a luz cada año en hospitales y clínicas sin suficiente agua, según la organización WaterAid. Annie Msosa, asesora de esta organización benéfica internacional en materia de salud, afirma que más del 11% de todas las muertes maternas y el 26% de las neonatales pueden atribuirse a partos sin agua. “Cada dos segundos, una mujer da a luz en una instalación sin agua adecuada. Sin embargo, no parece haber datos específicos sobre la salud materna, a pesar de que la OMS resolvió en 2008 investigar más sobre el impacto del cambio climático en la salud”, afirma.
Incluso donde los hospitales tienen suministros adecuados, la escasez de agua está afectando a la capacidad de las embarazadas para acceder a la atención sanitaria. Los hospitales de las zonas de Kenia afectadas por la sequía han registrado un descenso de los partos debido a que las comunidades nómadas o seminómadas locales se han desviado de sus pautas migratorias tradicionales en busca de pastos para su ganado, lo que las aleja más y dificulta su llegada a tiempo a los hospitales. Antony Apalia, que dirige la labor sanitaria del Gobierno en el condado más afectado, Turkana, en el noroeste de Kenia, explica que, durante lo peor de la sequía este año, solo uno de cada cuatro nacimientos allí fue asistido por una enfermera titulada, muy por debajo del 70% registrado en octubre de 2022.
Para solucionar el problema, las autoridades de las zonas áridas y semiáridas del país han desplegado centros sanitarios móviles con furgonetas o incluso camellos. También están utilizando chips colocados en las pulseras que tradicionalmente llevan las jóvenes para rastrear la ubicación de las madres primerizas y embarazadas e intentar garantizar que puedan acceder a los servicios prenatales y posnatales.
Un asunto poco atendido
En la India, la reducción de la mortalidad materna sigue siendo un objetivo político clave, al igual que las consecuencias de la escasez de agua. Pero la conexión entre ambos ha recibido poca atención, según los expertos. Un informe de 2019 sobre la gestión del agua elaborado por un grupo de expertos sobre políticas públicas de India señalaba que al menos 200.000 indios mueren cada año por la falta de saneamiento derivada de la escasez de agua. Sin embargo, el principal objetivo político del informe era la agricultura. La atención sanitaria materna no se mencionaba.
“No dejamos de oír noticias sobre mujeres embarazadas que abortan mientras llevan agua a casa o porque se les deniega la admisión [en hospitales] debido a la escasez de agua. Sin embargo, no hay análisis exhaustivos”, lamenta Anant Bhan, investigador de salud global en bioética y política sanitaria.
Si se mantienen las tendencias actuales, India no cumplirá el objetivo mundial de situar la mortalidad materna por debajo de 70 por 100.000 nacidos vivos de aquí a 2030, advierte Montgomery, de la OMS. “El problema de la mortalidad materna y neonatal causada por la falta de agua puede resolverse. Solo es cuestión de voluntad política y liderazgo”, asegura. “Pero si nos atenemos a las tendencias actuales, el mundo se quedará corto a la hora de acabar con la mortalidad materna evitable y se perderán más de un millón de vidas”.
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