La representante de la ONU sobre la violencia contra los niños: “En España hay un creciente problema de xenofobia y racismo”
Najat Maalla M’jid alerta de que la pandemia ha aumentado la violencia contra los menores en todo el mundo y urge a los Estados a invertir más en protección de la infancia
Najat Maalla M’jid (Casablanca, 63 años) ha dedicado su vida profesional a defender los derechos de la infancia. Trabajó primero en Marruecos y después en Naciones Unidas. Desde 2019 es la Representante Especial del Secretario General de la ONU sobre la Violencia contra los Niños, desde la negligencia o el maltrato emocional hasta la privación de libertad. Esta semana viajó a Madrid, donde participó en la presentación de la estrategia para erradicar la violencia contra la infancia, impulsada por el Ministerio de Derechos Sociales y recién aprobada en Consejo de Ministros. Durante su intervención en el acto, esta pediatra de formación hace un duro diagnóstico. Antes de la pandemia, la mitad de los niños del mundo experimentaba algún tipo de violencia cada año, y con la covid la situación empeoró. Ponerle fin, uno de los objetivos de la Agenda 2030, ahorraría “hasta un 8% del PIB en bienestar, salud, educación y en otros servicios”. Ha pasado cuatro días en España, su sexto destino en el último mes. Durante la entrevista, recalca la importancia de pasar del dicho al hecho. Urge a invertir en infancia.
Pregunta. ¿En qué consiste su labor?
Respuesta. Trabajo con los Estados, pero también con el conjunto de la ONU y la sociedad civil. Mi mandato consiste en ver cómo presionar a los países para que inviertan más en protección de la infancia, pero también asegurarnos de que todos los niños tienen un acceso sencillo a los servicios de prevención y de protección. La violencia sigue incrementándose. Sabemos que existe, conocemos sus desencadenantes. Eso es lo que me preocupa, hablamos mucho y no actuamos demasiado. Hay una especie de tolerancia a la violencia. Estamos produciendo un ciclo intergeneracional de violencia que tiene un alto coste a nivel humano. Invertir en la infancia desde una edad temprana y en su entorno es un imperativo a nivel de derechos humanos, pero también tiene sentido desde el punto de vista económico.
P. ¿Cuáles son los principales retos relacionados con la violencia contra la infancia a nivel global?
R. Depende de dónde estés. Pero a nivel global el problema es la falta de acceso a un mecanismo de denuncia acorde a las necesidades de la infancia, porque los niños y niñas en muchos países no pueden hacerlo fácilmente, o porque no son conscientes o porque hay normas sociales o tabúes, miedo a represalias, al estigma. Otro es que la violencia online está incrementándose. Internet se usa cada vez más, uno de cada tres niños en el mundo usa la Red. Otro de los mayores retos es que la protección depende siempre de un ministerio, el de asuntos sociales normalmente, y tiene que estar bajo el jefe de Gobierno, porque tiene que ser visto como una prioridad nacional. Otro reto es el relativo a los niños que no tienen documentación, que están sin acompañante, que son migrantes, buscan asilo, que están en centros de detención, son apátridas, que son pobres: no tienen un fácil acceso a los servicios.
P. ¿Qué tipo de violencia ha aumentado y qué papel ha jugado la pandemia?
R. La pandemia, debido al confinamiento, mostró el aislamiento y la violencia doméstica. Esto guarda relación también con la interseccionalidad entre la violencia contra las mujeres y contra los niños. Aumentó porque quizás, cuando te enfrentas a malas condiciones de vida debido a la pérdida del empleo o porque los padres tienen problemas de salud mental, se produce esta reacción de violencia. Se incrementó la violencia doméstica, la violencia online, el tráfico y explotación [sexual], el trabajo infantil… La pandemia y el confinamiento también aumentaron los problemas de salud mental.
P. Globalmente, las niñas sufren más violencia que los niños. ¿Cómo se combate?
R. Es cuestión de igualdad. El cambio tiene que empezar desde una edad temprana, hay que educar en el empoderamiento. No es un problema que deba ser resuelto solo por las niñas, sino por las mujeres y los hombres también. Hay que atraer a los líderes religiosos. Existen demasiadas dificultades que hay que solventar a través de la educación sexual. Al mismo tiempo quiero resaltar que las niñas están afectadas, pero los niños también. Por ejemplo, por la explotación y el abuso sexual, pero no denuncian porque depende de su cultura y de su legislación. Así que hay que ser muy cuidadosos. Sí, las niñas están más afectadas, dependiendo de dónde estén, debido al abandono, al matrimonio infantil, a normas discriminatorias, etc., pero tenemos que asegurarnos de que estas otras víctimas tampoco son olvidadas, especialmente en países en los que su legislación prohíbe la homosexualidad o cuando hay tabúes al respecto. Por eso digo que hace falta un planteamiento que implique a toda la sociedad y a todo el Gobierno.
P. ¿Cuáles son las fortalezas de España en la lucha contra la violencia en la infancia?
R. Hay un fuerte compromiso político, y hacer una ley como esta y una estrategia como esta [la ley de protección de la infancia frente a la violencia y la estrategia recién aprobada] es realmente pionero, francamente. Es una posición valiente poner la violencia como una prioridad. Que se vea como una inversión y no un asunto caritativo con el que hay que lidiar.
P. ¿Y las debilidades?
R. No he hecho una evaluación en profundidad de España, la visita ha sido corta [de lunes a jueves], pero ayer [por el martes] me reuní con menores migrantes y también algunos españoles [tutelados por la Administración] que estaban en centros. Hay violencia institucional porque no se sienten seguros en las instituciones que cuidan de ellos. No se sienten escuchados. Cuando un niño te dice que prefiere estar en la calle que en una institución, tiene muchas implicaciones. Hay un creciente problema de xenofobia y racismo, esto tiene que cambiar, no es normal.
P. ¿Puede enumerar los principales retos?
R. Uno son las diferencias [en protección de la infancia] en función de la comunidad autónoma. Incluso con esta ley [de protección de la infancia frente a la violencia], el problema es cómo va a ser trasladada a cosas concretas. Porque puedes tener las mejores leyes y estrategias del mundo, pero si todos los servicios para prevenir y responder a la violencia no están coordinados, si no estás cambiando la mentalidad y la percepción [social] y haciendo a la gente responsable, no va a funcionar. Otro aspecto es que no puedes trabajar en protección sin combatir la discriminación socioeconómica. Y lo más importante para mí es escuchar a los niños.
P. ¿Es la pobreza una forma de violencia?
R. Sí, para mí, sí.
P. España tiene altas tasas de pobreza.
R. Sí, de acuerdo a Eurostat, está en tercer lugar [por la cola]. Es el motivo del gran escudo social que el Gobierno creó [durante la pandemia] y luego reactivó, ¿no?. Pero creo que se necesita hacer más, porque la protección social no significa solo transferencias monetarias, sino también acceso a servicios sociales y fortalecimiento socioeconómico.
P. ¿Está preocupada por la forma en que los menores no acompañados y los niños migrantes son tratados en España?
R. Sí, me preocupa. No solo en España, en muchos países europeos. Son niños y niñas antes que migrantes y su condición de niños tiene que protegerles efectivamente. Hay un gran problema con la determinación de la edad y confío en que la reforma que está pendiente en España se apruebe pronto y se aplique en base a los derechos humanos. Otra cosa que escuché ayer [por el martes] es que menores que están en centros tienen apoyo hasta que cumplen 18 años. Tres días antes de cumplirlos, les dicen que después se quedan en la calle. Así que creo que tenemos que ser muy cuidadosos. La migración no va a parar, debido a la pobreza, a la discriminación, al conflicto, al clima, debido a muchas cosas.
P. Muchos niños sufren violencia en sus propios hogares. ¿Cómo se les debe proteger?
R. Creo que es un problema de todos los tipos de violencia que se dan en la esfera privada. Es muy importante. En muchos países se ve la violencia como algo normal. Si apruebas legislación, bien. Pero además hay que apoyar a las familias, fomentando la disciplina positiva en colegios, pero también en los hogares y mostrando que no se trata de avergonzar y culpar a las familias, sino de enseñarles que es posible educar de otra forma. Es posible, pero hace falta incorporar una movilización social fuerte.
P. ¿Desconfiamos de los niños que denuncian violencia?
R. Depende de quién. Globalmente, sí. Mucha gente necesita ver sangre, heridas, pero no todo se puede ver. Si se trata de una chica, y ha sido violada, se considera que es su culpa por cómo vestía o se comportaba. Los niños se sienten culpables y están siendo revictimizados siendo interrogados una, dos, tres cuatro veces. Por ello, esta ley es importante [la de protección de la infancia frente a la violencia]. Si los procedimientos son muy largos, los niños no van a seguir adelante. Si hay impunidad de los depredadores, [los niños] no van a confiar en la justicia.
Formación para las familias y atención terapéutica para las víctimas
El Consejo de Ministros aprobó este martes la estrategia de erradicación de la violencia contra la infancia y la adolescencia, a instancias del Ministerio de Derechos Sociales. Se trata de la hoja de ruta a seguir en este ámbito, y era un mandato de la ley de protección de la infancia que se aprobó en mayo de 2021. El año pasado se denunciaron más de 55.000 delitos contra menores en España, pero son solo la punta del iceberg, por eso la estrategia pretende mejorar la recogida de datos, para poder dimensionar y visibilizar bien el problema, y promover un enfoque integral y multidisciplinar.
El documento abarca el periodo de 2023 a 2030, aunque en planes periódicos deberá especificarse mejor la calendarización de cada una de las medidas que se plantean, así como la memoria económica. Se hace especial hincapié en la prevención. Entre las iniciativas que se recogen se contempla realizar macroencuestas periódicas, poner en marcha un registro único de violencia contra los menores, avanzar en la especialización de la justicia (la ley mandataba a legislar al respecto en el periodo de un año, plazo que ya ha expirado) y desarrollar un plan de formación dirigido a las familias desde la perspectiva de la parentalidad positiva y el enfoque de derechos de los niños. También se plantea la mejora en la formación de los profesionales en contacto habitual con niños y adolescentes, así como “promover los mecanismos para el acceso a la atención socioeducativa y terapéutica” a todos los menores que han sufrido o ejercido violencia “de forma pública, gratuita y universal”.
Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto todo el contenido de la sección Planeta Futuro por su aportación informativa diaria y global sobre la Agenda 2030, la erradicación de la pobreza y la desigualdad, y el progreso de los países en desarrollo. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.